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Y en África, ¿cómo va la covid-19? (Parte I)

Y en África, ¿cómo va la covid-19? (Parte I)
Imagen: Arek Socha en Pixabay
Director General

José Segura Clavell

Director general

El ‘Apartheid’ de las vacunas para África 

Mientras aquí contamos los días para alcanzar la ansiada inmunidad de grupo, en el continente africano se teme la irrupción de una tercera ola, que será difícil de resistir si no llegan vacunas para los ciudadanos. Urge la solidaridad del mundo entero.

Por José Segura Clavell. A medida que avanzamos hacia la ansiada inmunidad de grupo, vemos como la vacunación en nuestro país avanza con rapidez y se suceden en nuestro entorno las noticias positivas de que familiares, amigos y conocidos ya han recibido su primera dosis o han alcanzado la pauta completa, nuestra tranquilidad ante el futuro, nuestra confianza, aumenta. Aunque aún no llegan decisiones como la luz verde del Reino Unido, podemos observar avances: nuestra maltrecha economía, tan dependiente del turismo, podría empezar a recibir este verano a turistas.

Me parece increíble el hecho de que poco más de un año después de encerrarnos en nuestras casas ante la llegada de un virus, tan complicado e inicialmente desconocido como el que estamos aun padeciendo, ya veamos la luz al final del túnel, hecho que sin duda hay que agradecer a la ciencia y al esfuerzo colectivo para poder disponer no de una, sino de varias vacunas. Muchas de las personas con las que coincido me hacen esta feliz reflexión, tras un año y pocos meses tan duros para todos. Sin embargo, y muy a menudo, me preguntan a continuación: «Y en África, la Covid-19, ¿cómo va?».  

La respuesta a la pregunta no es sencilla. Y si la respuesta la relacionamos con la reflexión anterior, la de que la ciencia nos ha mostrado ya el camino para recuperar la normalidad, debemos ser contundentes: en términos de vacunación, para África va muy mal, y si va mal para ellos, nos irá mal a todos. 

En su última actualización de datos y comparecencia ante los medios de comunicación, los responsables de la Organización Mundial de la Salud para África han dejado claro que no solo hay indicios, sino mucho temor, de que el continente esté entrando en una tercera ola, que esta vez puede ser extremadamente peligrosa porque el cansancio acumulado y brutal impacto sufrido en todas las economías hace ya muy complicado decretar cualquier encierro o confinamiento. Las imágenes de la India, que han situado al continente asiático como protagonista destacado al frente de las cifras diarias de la pandemia, plasman lo que podría de verdad ser la catástrofe que desde el minuto uno se anunció para África y el conjunto de los llamados países en desarrollo. 

Por el momento, el continente africano es el paradigma de la resiliencia en esta pandemia. En el cómputo de las cifras globales, estamos hablando de que África, un continente con cerca de 1 300 millones de habitantes (el 16% de la población mundial) acumula solo un 3 % de los casos confirmados globalmente y un 3,8 % de las muertes confirmadas en todo el planeta. Es cierto que nos referimos a países habitados por ciudadanos muy jóvenes (con una media alrededor de la veintena) y en los que las estadísticas no son todo lo fiables, quizás, que podrían ser, pero no es menos cierto que el impacto de la Covid en el continente africano ha sido más visible en términos económicos que sanitarios. Al menos, de momento. 

El área de Medios de Comunicación de Casa África prepara todas las mañanas un dosier de prensa en el que aparecen tanto las noticias y las cifras relacionadas con la pandemia como las noticias más relevantes de la actualidad africana. Ese dosier, que ocupa a diario varias horas de trabajo de dos periodistas, Joan Tusell y Ángeles Jurado, se remite a más de 800 contactos en forma de boletín y nos ha servido para conocer mejor las dinámicas del coronavirus en un continente que superará esta próxima semana los 5 millones de casos. Con la información que nos proporciona y de la que, como les digo, estamos muy al tanto en Casa África, las cifras del coronavirus en el continente vecino parecen menos preocupantes que en Europa o nuestro propio país. Sin embargo, como les decía, la inquietud por el hecho de que se complique y mucho esta tercera ola es cada vez mayor. 

Ahora, estamos registrando una media de 10 000 nuevos casos al día en todo el continente africano, con el este (países como Etiopía y Kenia) y el norte como las regiones más afectadas. Otros países con mucha población y escasos medios sanitarios, como la República Democrática del Congo, muestran una alarmante tendencia exponencial en sus datos. Cada ola, recordemos, es susceptible de generar nuevas variantes que compliquen la enfermedad. La variante india, por ejemplo, ya corre por países como Sudáfrica, y los epidemiólogos advierten que cuanto más tardemos más fácil será que se produzca la noticia que nadie quiere escuchar: que las vacunas existentes no sirvan para una nueva variante, y que, por lo tanto, haya que empezar de nuevo la carrera para conseguir un compuesto que la desactive. 

El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Seguridad, Josep Borrell, lo escribía hace muy pocos días: “debemos cerrar con urgencia la brecha de vacunación” existente en el mundo. Esta brecha ha generado lo que el máximo representante de la OMS, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, llama habitualmente “el apartheid de las vacunas”. Borrell recuerda que, al ritmo que va la vacunación en el mundo, ésta no será completa ni para el final de 2023. “Una vacunación global – añade Borrell- es el único camino para acabar con la pandemia porque, si no es así, la multiplicación de variantes minará la efectividad de las vacunas existentes”.  

Hasta hace pocos días (finales de mayo), solo un 2,1 % de los africanos había recibido al menos una dosis de vacunas contra la Covid-19. A mediados de abril, en el mundo se habían administrado 832 millones de dosis de la vacuna, de las que un 82 % había sido para ciudadanos de países de rentas altas y medias, y solo un 0,2 % había ido a parar a países en desarrollo. Por poner más fácil aún la comparación. En los países ricos, uno de cada cuatro ciudadanos ya estaba vacunado. En los países pobres (y disculpen la terminología), uno… de cada 500.

Urge, pues, que situemos el de la vacunación en el continente africano y el resto de países en desarrollo del mundo como un asunto de verdadera urgencia mundial. A día de hoy, hay Estados geográficamente muy próximos a nosotros que no han empezado ni a vacunar. Burkina Faso o Chad, sin ir más lejos, dos países de nuestro querido y a la vez preocupante Sahel.  

La iniciativa COVAX, que tiene el compromiso de cubrir la llegada de vacunas a los países no desarrollados, ya sabe que no podrá cumplir el objetivo que se marcó para 2021: que todos los países recibieran, al menos, vacunas para un 20 % de su población. El impacto de la oleada india ha cortado la capacidad de producción de las vacunas que iban para esta iniciativa, que España apoya financieramente y ha defendido en multitud de foros.  

Si bien están empezando a llegar nuevas y buenas noticias, como la aprobación por la OMS (y por tanto, incorporación a COVAX) de una segunda vacuna china, la Sinopharm, cuyos fabricantes dicen ser capaces de producir hasta 5000 millones de dosis al año, es necesaria una acción decidida, coordinada y ágil de todo el mundo para vacunar, cuanto antes, a la mayor cantidad de gente posible. Hoy, más que nunca, es necesario el multilateralismo y el trabajo en equipo que España defiende a nivel internacional. 

Recordemos que la vacunación se ha convertido en condición sine qua non para la apertura de las economías y creo que no me equivoco si digo que el impacto económico de la pandemia, y la creciente desigualdad que agrava las brechas dentro de cada uno de los países, están en la raíz de los nuevos y cada vez más habituales conflictos, protestas ciudadanas, rifirrafes diplomáticos, resurgimiento de radicalismos y auge, entre otros, de los populismos de inspiración ‘trumpiana’ y de exacerbados nacionalismos racistas y clasistas.  

Es fundamental que el mundo entienda que debemos acabar inmediatamente con este ‘Apartheid’ de las vacunas. No podemos esperar a tener nuestra inmunidad para, después, ponernos a pensar cómo ayudamos al resto de países que aún ni siquiera han empezado a vacunar. Nos va el futuro en ello, ya que cada día que pasa incrementa las posibilidades de que se complique todo con la aparición de nuevas o combinadas variantes.  

José Segura Clavell es director general de Casa África. Este artículo fue publicado en Kiosco Insular el 4 de junio de 2021. La segunda parte se publicará el lunes 14 de junio de 2021.

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