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Senegal: el caso de presunta violación que se convirtió en una crisis sociopolítica

Senegal: el caso de presunta violación que se convirtió en una crisis sociopolítica

Amadou Ba

Periodista-investigador
Por ahora, se sigue acusando al opositor de violación y amenazas de muerte, aunque la opinión pública parece aceptar considerablemente la teoría de un complot político. Imagen: Orna Wachman en Pixabay
Por ahora, se sigue acusando al opositor de violación y amenazas de muerte, aunque la opinión pública parece aceptar considerablemente la teoría de un complot político. Imagen: Orna Wachman en Pixabay

Por Amadou Ba. Al principio, se trataba de una de esas historias que ocupan las portadas de los telediarios. A pesar de la gravedad del asunto (violaciones reiteradas y amenazas de muerte), habría sido solo uno de los muchos temas cotidianos que alimentan las discusiones y que se olvidan rápidamente en las grandes ciudades. Excepto por el hecho de que en la historia se menciona el nombre de un político. De hecho, es uno de los protagonistas, uno de los dos actores principales. ¿Su nombre? Ousmane Sonko, el diputado que quedó tercero en las últimas elecciones presidenciales de Senegal en 2019 y al que ahora una empleada de un salón de masaje de Dakar ha acusado de violación y de amenazas de muerte.

Ha sido un escándalo. La noticia corrió como la pólvora. La presunta víctima, Adji Sarr, de 20 años y masajista en el salón «Sweet Beauté», llegó a presentar una denuncia el 2 de febrero en el departamento de investigación de la gendarmería de Colobane, en la capital senegalesa. Sin embargo, el caso no salió a la luz hasta el 5 de febrero gracias a la prensa.

El acusado, de 47 años, es el presidente del partido de la oposición Patriotes du Sénégal pour le travail, l’éthique et la fraternité (Pastef). Ousmane Sonko es un firme opositor al presidente Macky Sall, que se encuentra en su segundo y último mandato de acuerdo con la Constitución senegalesa. El tema de si será su segundo y último mandato constituye el trasfondo de una cuestión que enfrenta a Sonko, quien cuenta con el apoyo de gran parte de la opinión pública, y a Sall. Este último no ha dejado claro si tiene intención de presentarse a más de los dos mandatos permitidos por la Constitución senegalesa.

Así que esta es la oportunidad para que el Gobierno acabe con Ousmane Sonko, el rebelde radical que le impide dormir tranquilo. La oficina del fiscal Serigne Bassirou Guèye comenzó a trabajar al día siguiente de que se presentara la denuncia, el 3 de febrero. Este hombre no tiene buena reputación entre la población, ya que lo ven como el brazo armado del Gobierno.

En su página de Facebook, el líder de los «Patriotas» asegura a sus «queridos amigos, militantes y simpatizantes» que no tiene «nada que ver con estas crueles mentiras». A esto le siguió una conferencia que se retransmitió en varias cadenas de televisión, en la que admite haber ido repetidas veces a este salón para aliviar un dolor de espalda. Además, anunció que no se presentaría en comisaría. Y cuando la gendarmería acudió a entregarle la citación, sus partidarios, que se habían presentado en masa en su domicilio, se enfrentaron a ella violentamente, lo que causó considerables daños materiales. En otras ciudades senegalesas del interior, como Louga o Bignona, también se produjeron manifestaciones. En Europa, especialmente en Francia, los partidarios de Sonko no se han mantenido al margen: se han manifestado delante de las oficinas consulares en París, Lyon y Marsella.

Sonko aseguró que no respondería a la citación de la gendarmería a menos que se levantara su inmunidad parlamentaria. Dicho y hecho. Unos días más tarde, el Parlamento se reunió tras la petición del ministro de Justicia, Malick Sall, al presidente del Parlamento, Moustapha, mano derecha del jefe de Estado. Se creó un comité ad hoc y, como era de esperar, la mayoría de los diputados votaron que se levantara la inmunidad parlamentaria de Ousmane Sonko en una sesión a puerta cerrada, algo que denunciaron tanto la prensa como los defensores del derecho de los ciudadanos a acceder a la información. Todo esto sucedió mientras se desplegaba un impresionante dispositivo de seguridad alrededor del Parlamento.

«Conspiración política»

El 25 de febrero de 2021, Sonko dio una rueda de prensa para informar de que, finalmente, respondería a la citación del juez para declarar sobre el caso de violación. Sin embargo, quería ajustar cuentas y alertar a la opinión nacional e internacional sobre lo que califica de un «complot» llevado a cabo por el propio presidente Macky Sall y los ministros de Justicia y del Interior. «Cuando él (Macky Sall) inicia una sucia operación para librarse de un adversario político, nada lo detiene si no es la relación entre el poder político y social», insiste Ousmane Sonko frente a la prensa. A raíz de esto, hizo un llamamiento a la resistencia que, recordó, está consagrada en la Constitución senegalesa: «Nuestra Constitución recoge el derecho de resistirse a la opresión, porque nuestra naturaleza humana es resistirnos a ella cuando se ejerce contra nosotros», dijo, subrayando este derecho como individuos.

A partir de ese momento, quedó claro que el principal opositor de Macky pretende protagonizar una lucha política que, cabe recordar, comenzó con una amenaza de muerte de la que lo acusa una joven de 20 años.

Según Ousmane Sonko, esta falsa acusación es solo un paso en un plan de eliminación política que debe completarse con lo que él llama el «triángulo de las Bermudas del trabajo sucio del Ejecutivo». En concreto, se refiere al fiscal Serigne Bassirou Guèye, al juez decano Samba Sall y al juez de instrucción encargado de las acusaciones de violaciones reiteradas y amenazas de muerte, Mamadou Seck, al que calificó de «débil y dependiente» en esta rueda de prensa. Como recordatorio, el triángulo de las Bermudas es una zona geográfica del océano Atlántico que, según la leyenda, ha sido escenario de un gran número de desapariciones de barcos y aviones.

Para Ousmane Sonko, esta historia de violación a la que la prensa ha designado como «Caso Sweet Beauté» o «Caso Adji Sarr y Ousmane Sonko» es una trampa para librarse de un opositor que genera demasiada incomodidad.

Muchos senegaleses tienen la misma opinión que el líder de Pastef. No porque el hombre se presente como un dechado de virtudes o un hombre piadoso a los ojos de sus familiares; al menos, no más que aquel exinspector de Hacienda que fue destituido de la administración por eludir su deber de reserva y que construyó su fama sobre una política «de manos limpias», sino porque la historia reciente de la política senegalesa muestra cómo en 2019 el presidente Macky Sall consiguió destituir a dos candidatos en las elecciones presidenciales en las que fue reelegido: Karim Wade y Khalifa Sall. Ambos fueron acusados de malversación de fondos por el Gobierno. El primero mientras era ministro en el mandato de su padre, Abdoulaye Wade, y el segundo, en calidad de alcalde de Dakar, la capital senegalesa. Para los observadores políticos, el proceso está ya demasiado visto: se utiliza un caso de malversación de fondos y la justicia hace el resto, es decir, condena al opositor de tal manera que no se pueda presentar contra el presidente Macky Sall en tres años.

Como dice la frase popular, no hay dos sin tres. Primero, Karim Wade, del Partido Democrático Senegalés, condenado a seis años de prisión en 2016 por enriquecimiento ilícito y ahora exiliado en Qatar. En segundo lugar, Khalifa Sall, exalcalde de Dakar, indultado de su condena de malversación de fondos públicos, pero ambos inelegibles. ¿Estaba Ousmane Sonko destinado a ser este tercer condenado mediante lo que calificó de conspiración del Gobierno?

El país en llamas

El pasado 3 de marzo, el diputado, que representa la figura principal de la oposición, fue citado por el juez de instrucción para responder a la acusación de violación. Ese fatídico día, todo Senegal se sumió en una serie de disturbios violentos. De hecho, cuando se dirigía a la citación acompañado por una gran multitud de militantes y simpatizantes, Ousmane Sonko fue arrestado por las fuerzas de defensa y de seguridad de acuerdo con las instrucciones del prefecto de Dakar. Este último acusó al opositor de haber escogido adrede un camino concreto para cansar a la multitud y retrasar su cita con el juez, que estaba establecida para las 9 de la mañana. Esta detención por «alteración del orden público», que se seguía en directo en las redes sociales, fue la gota que colmó el vaso. Dakar ha vuelto a los enfrentamientos violentos entre las fuerzas del orden y los manifestantes. Inmediatamente, las ciudades del interior entrarán en el juego. De momento han sido Bignona, Loiga y Saint-Louis, pero pronto será todo el país el que estalle en disturbios que no se han visto en Senegal desde hace una década.

Las cifras son elevadas: 13 personas murieron y más de 600 resultaron heridas, según la Cruz Roja senegalesa. Además, los manifestantes saquearon cadenas de supermercados, gasolineras y tiendas.

Esto fue suficiente para que mucha gente se alzara y pidiera al jefe de Estado que asumiera su responsabilidad en esta crisis política y social. Más allá del asunto Adji Sarr y Ousmane Sonko, los analistas han pedido al Estado que aborde las frustraciones sociales de la población, que llevan reprimidas mucho tiempo. Más de un centenar de profesores de las universidades senegalesas han señalado en un manifiesto la crisis del Estado de Derecho y de la Justicia que se ha instaurado desde la llegada al poder de Macky Sall. Intelectuales, periodistas y artistas han destacado la vulneración de los derechos fundamentales y las libertades públicas recogidas en la Constitución. Todas estas observaciones han dado lugar a la ira popular y a manifestaciones violentas que acaban en la muerte.

Hoy ha vuelto la calma tras el levantamiento por la detención de Ousmane Sonko y su puesta bajo vigilancia judicial y, también, tras el discurso de pacificación del presidente, que afirmó entender el mensaje que los jóvenes le habían mandado por medio de las manifestaciones.

No obstante, muchos de los militantes de Sonko, incluido el administrador de su partido, y algunos activistas siguen detenidos. A su vez, se están produciendo otras detenciones, tal y como denuncian las asociaciones senegalesas de derechos humanos.

Por ahora, se sigue acusando al opositor de violación y amenazas de muerte, aunque la opinión pública parece aceptar considerablemente la teoría de un complot político.

 

Amadou Ba es graduado por el CESTI (Centro de Estudios de Ciencias y Técnicas de la Información) de la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar. Además, es investigador y formador de periodistas senegaleses en Medios y Comunicación. Con una experiencia profesional de más de 10 años en la prensa senegalesa, ha trabajado para la revista de información general de Dakar, Nouvel Horizon, Le Journal de l’économie sénégalaise (Lejecos.com) y Ouest TV, entre otros medios.

Texto redactado originalmente en francés y traducido al español por Clara León Delgado.

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