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Semilla Negra – Programa 12: Addis Abeba, la capital del ethio-jazz

Semilla Negra – Programa 12: Addis Abeba, la capital del ethio-jazz
Mulatu Astatke, en una publicidad de las aerolíneas etíopes en los años 70.
Mulatu Astatke, en una publicidad de las aerolíneas etíopes en los años 70.

El programa cultural Vis-À-Vis es una iniciativa impulsada por Casa África, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) para promover el intercambio de creadores y artistas entre España y los países del continente africano. Después de las primeras ediciones celebradas en 2010 y 2011 en Senegal y Cabo Verde, Etiopía será el tercer país que albergará las reuniones de trabajo entre productores musicales y promotores de conciertos, que se celebrarán entre los próximos 2 y 5 de febrero en Addis Abeba, la capital del país africano. Como en las dos ediciones anteriores, entre los grupos de música participantes se seleccionará a los integrantes de próximas giras en España.

Con motivo de esta tercera edición del programa Vis-À-Vis, el Blog África Vive ofrece hoy un breve esbozo histórico de la música en Etiopía y una selección de veinte canciones de sus principales protagonistas. Con esta edición especial de Semilla Negra queremos poner el foco sobre la cultura sonora de un país que, ahora hace medio siglo, disfrutó de una efervescente escena de jazz y músicas vocales. En la actualidad, los sonidos etíopes presentan unas características bastante comunes al de otras tantas zonas de África. La creciente importancia de las poblaciones urbanas queda marcada en escenas como el rock o el hip hop etíopes, lo que no constituye una novedad grande respecto a otros países africanos de largo recorrido musical. En este ámbito, el mejor ejemplo de fama en su país y creciente proyección internacional es la cantante Ejigayehu Shibabaw, más conocida como Gigi, que ha publicado siete discos grandes desde 1997 y se codea con músicos de talla como Herbie Hancock, Wayne Shorter o Pharoah Sanders, bajo la dirección de su marido, Bill Laswell.

[quote]No obstante, la música de Etiopía no se inventó ayer. Sus raíces históricas se hunden en las tradiciones sonoras vinculadas a la religión. Mejor dicho, a las religiones. Y a la amplia existencia de grupos étnicos en el principal país del cuerno de África. [/quote]

En esencia, el territorio musical etíope se puede dividir en las tierras altas del país, donde reina la música modal llamada genet (que tiene cuatro principales corrientes: tezeta, bati, ambassel y anchihoy, según The New Grove Dictionary of Music and Musicians), y la música polifónica que está presente en el millón de kilómetros cuadrados del territorio nacional. En las dos grandes corrientes musicales de Etiopía conviven la instrumentación tradicional y la contemporánea. En la primera destacan instrumentos de cuerda ancestrales como son krar y dita, dos familiares de la lira, con seis y cinco cuerdas, respectivamente; el laúd de una sola cuerda llamado masenqo; y la flauta de bambú denominada washint. Los instrumentos occidentales más populares entre los músicos de Etiopía son el piano, la guitarra, el saxofón, el vibráfono y la batería.

Con muchos de estos aperos musicales se edificó la torre sonora de Etiopía, un país que ha gozado un creciente reconocimiento cultural a raíz, entre otros proyectos, del rescate histórico en la serie Ethiopiques que ya reseñamos en la cuarta entrega de Semilla Negra. Protagonista estelar de aquella época dorada de las músicas etíopes es el compositor y arreglista Mulatu Astatke, que está considerado con toda justicia el padre del jazz en Etiopía. Nacido en 1943 en la ciudad de Jimma, este artista talentoso aprendió los conceptos del jazz y sus principales corrientes en escuelas musicales de Londres, Nueva York y Boston (en esta última ciudad fue el primer africano que logró plaza en el prestigioso Berklee College of Music para estudiar vibráfono y percusión). Ya en los años setenta, que constituyen el epicentro del mejor momento histórico de la música en Etiopía, publicó tres álbumes de música instrumental que se convirtieron en su primera seña de identidad. Desde entonces, Mulatu Astatke se ha convertido en la referencia principal del ethio-jazz, corriente musical que llegó a despertar el interés de gigantes del género como Duke Ellington, a quien su padre fundador acompañó en una gira por el territorio etíope realizada en 1973. Contemporáneos a este hito son los discos que Astatke grabó con The Walias Band para el pionero sello Ahma Records, cuyos repertorios contagiosos fueron buenas semillas para el lanzamiento mundial de la amplia colección Ethiopiques a través de la discográfica francesa Buda Musique.

Portada del disco 'Gold & Wax', de Gigi
Portada del disco 'Gold & Wax', de Gigi

Tampoco se entendería la importancia de la música, y en concreto del jazz, en Etiopía sin los cantantes Tilahun Gessesse y Mahmoud Ahmed. El primero, apodado La Voz por sus miles de seguidores, fue uno de los pilares vocales del jazz durante los años sesenta y setenta en Addis Abeba. Gessesse, que había comenzado su carrera en la banda musical de ejército de Etiopía, llegó a gozar de una popularidad tan grande en la capital que frecuentó la presencia del entonces emperador Haile Selassie. También recuperado en la serie Ethiopiques, Tilahun Gessesse falleció por complicaciones de su diabetes el 19 de abril de 2009, con 68 años. A su funeral, con honores de estado, asistieron varias decenas de miles de personas para mostrar respeto eterno por uno de los artistas más queridos de Etiopía.

Junto a Astatke y Gessesse, el trío de grandes músicos etíopes se cierra con Mahmoud Ahmed, que también dio sus primeros pasos en la música con la banda del cuerpo de guardaespaldas del emperador Selassie. Su voz, el primer vehículo de expresión de la etnia gurage, también se puede escuchar en grabaciones con los conjuntos Ibex Band, Venus Band, Walias Band, Roha Band y Badume´s Band. En 2007, recuperada su proyección internacional, Mahmoud Ahmed fue reconocido con el premio anual a las músicas étnicas que concede la BBC. Estos reconocimientos internacionales, además de la reseñada serie Ethiopiques (que fue utilizada por el cineasta Jim Jarmusch en la banda sonora de la película Flores rotas) y del periodo de tranquilidad relativa que actualmente goza Etiopía, han hecho posible un resurgimiento de la escena jazz en Addis Abeba. En la capital, establecimientos como el Hotel Júpiter ofrecen cada semana actuaciones de artistas locales como el percusionista Tafari Assefa y el guitarrista Mengesha Teferi, conocido como Bibisha.

Estos tres gigantes de la música contemporánea de Etiopía, Mulatu Astatke, Tilahun Gessesse y Mahmou Ahmed, protagonizan la selección musical especial que hemos confeccionado con motivo de la celebración en Addis Abeba de la tercera edición del programa de intercambio cultural Vis-À-Vis, con apoyo de la Embajada de España en Etiopía. También suenan las voces de Mohammed Jimmy Mohammed, Gétatchèw Mèkurya, Asnaqètch Wèrqu y Tsegué Maryam Guèbrou. Y acabamos esta excursión por las músicas etíopes con su voz femenina más internacional. Radicada en Estados Unidos desde 1990, Gigi ha logrado convertir su voz trémula en un instrumento más del jazz norteamericano. En esta ocasión, como epílogo del especial Semilla Negra dedicado a Etiopía, la segunda pieza de la serie Ethiopia que James Horner compuso en 2003 para la banda sonora de Beyond borders (en la versión española, Amar peligrosamente) y que incluye una leve aparición de Ejigayehu Shibabaw, alias Gigi.

Carlos Fuentes es el autor de Semilla Negra. Periodista y crítico musical, durante las últimas dos décadas ha publicado artículos, entrevistas y reportajes sobre las músicas africanas en periódicos nacionales y en revistas especializadas como Rockdelux o Serie B.

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