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El advenimiento de una revolución: El histórico impulso de Sudán hacia la transformación política

El advenimiento de una revolución: El histórico impulso de Sudán hacia la transformación política
Manifestantes sudaneses se reúnen frente a edificios gubernamentales en Jartum para celebrar la firma final del Proyecto de Declaración Constitucional entre representantes militares y civiles. Manifestantes sudaneses se reúnen frente a edificios gubernamentales en Jartum para celebrar la firma final del Proyecto de Declaración Constitucional entre representantes militares y civiles. Imagen: VOA en Wikimedia Commons. https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=81635510

En diciembre de 2018 comenzó en Sudán un movimiento pacífico de protesta a lo largo de todo el país, que culminó con el derrocamiento de Omar al-Bashir en abril de 2019 y la formación de un gobierno de transición en agosto de 2019. Este levantamiento constituye la continuación de dos décadas de protestas sociales, centradas en impulsar un cambio estructural de la política sudanesa

La “revolución sudanesa” se inició en diciembre de 2018, mediante una serie de manifestaciones pacíficas que se intensificaron en los primeros meses de 2019 y adquirieron un alcance cada vez más amplio en el país, hasta culminar, el 11 de abril de 2019, en el derrocamiento del presidente Omar Hassan al-Bashir, después de tres décadas en el poder.  

Un momento histórico con precedentes

No es la primera vez en la que observamos el impulso del pueblo sudanés para conseguir una transición política pacífica, desde un gobierno militar hacia un gobierno civil, sino que existen dos precedentes históricos de suma importancia. Nos referimos, en primer lugar, a la denominada “revolución de octubre” de 1964, que puso fin al gobierno militar del general Abboud e inició un periodo de gobierno parlamentario que duraría hasta 1969. En segundo lugar, la revuelta popular de 1985 y el derrocamiento de al-Nimeiri, en el poder desde 1969, condujeron a la formación de un breve gobierno civil liderado por al-Mahdi, hasta el golpe de Estado de Omar al-Bashir en 1989.

Así pues, la sucesión de gobiernos parlamentarios y militares no es nueva en Sudán, y nos encontramos en 2018-2019 inmersos en el tercer levantamiento popular exitoso. No obstante, aunque los primeros resultados de la “revolución de diciembre” fueron imponentes, consiguiendo apartar a al-Bashir del poder, no se ha conseguido llevar a cabo un verdadero proceso de transición política. De hecho, la cúpula militar se ha afianzado progresivamente en el poder, ha mantenido el carácter autoritario del régimen y no ha cumplido ninguna de las promesas que hizo después de la revuelta popular de caminar hacia la democratización.  

¿Cuáles son las causas?

Las protestas, que se iniciaron en la ciudad de Atbara, se desencadenaron por el aumento del precio del pan y otros productos básicos, así como por el deterioro general del nivel de vida en el país. La subida de precios fue recibida con indignación generalizada y las manifestaciones se extendieron rápidamente a la capital, Jartum, y a otras ciudades del país. Posteriormente, el movimiento social derivó en reivindicaciones políticas y reclamó el fin del régimen de al-Bashir y el establecimiento de un gobierno democrático.

La decisión de triplicar el precio del pan formaba parte de una serie de medidas de austeridad aplicadas por el gobierno en un intento de hacer frente a la crisis económica del país, que no ha cesado de agravarse desde la secesión de Sudán del Sur en 2011, donde se concentran los recursos petrolíferos anteriormente compartidos, y que constituían la principal fuente de ingresos para Sudán, que aún controla los oleoductos necesarios para el transporte y la exportación internacional.

La revolución sudanesa y su éxito preliminar se cimienta en una trayectoria previa de movilización popular y resistencia de la población, sobre todo en la segunda década del siglo XXI, donde se llevaron a cabo protestas masivas contra la imposición de medidas de austeridad, duramente reprimidas por el Gobierno.

Por otra parte, en términos estructurales, los acontecimientos desarrollados en Sudán son el resultado de la acumulación de agravios en la población sudanesa, lo cual incluye dificultades económicas y falta de derechos políticos y civiles, dada la crisis de gobernabilidad que afecta a Sudán desde hace décadas, y que se manifiesta en un patrón generalizado de mala gobernanza y conflictividad.

¿Cómo ha evolucionado el movimiento?

El gobierno sudanés ha respondido tradicionalmente a las protestas con medidas represivas y violentas, así como con el corte de Internet y de las redes sociales. Sin embargo, los manifestantes nunca cesaron de tomar las calles y de reclamar reformas, hasta conseguir en 2019 la conformación de un gobierno de transición cívico-militar, liderado por un primer ministro nominado por las Fuerzas de la Libertad y el Cambio (la coalición opositora), el economista Abdalla Hamdok, y por el general Abdel Fattah al-Burhan, al frente del Consejo Militar de Transición. Las negociaciones entre el Consejo Militar y las Fuerzas de la Libertad y el Cambio llevaron a la conformación de unas instituciones transitorias y a la firma de un acuerdo constitucional en agosto de 2019, lo que se vio en su momento con gran optimismo de cara a mejorar la economía del país y la situación de los derechos políticos y sociales de la mayoría de la población.

No obstante, poco a poco se ha hecho evidente la deriva autoritaria, y la continuación del régimen anterior bajo nuevos rostros. A día de hoy, las medidas adoptadas para el periodo de transición no se han llevado a cabo, y el verdadero poder en Sudán sigue dominado por la cúpula militar, que controla el gobierno totalmente después del golpe de Estado perpetrado por al-Burhan el 25 de octubre de 2021, un golpe que ha cercenado la esperanza de los sudaneses y de la revuelta popular.

Conclusiones y escenarios

La revolución de Sudán es un ejemplo del poder de los movimientos masivos de protesta para provocar cambios políticos. Es también un recordatorio de la importancia de la libertad de expresión y de la necesidad de proteger los derechos humanos básicos. La revolución constituye también la mayor muestra de resiliencia del pueblo sudanés, así como de su capacidad de resistir en un contexto de grave crisis económica y de represión política, y ha generado esperanzas de transformación política en Sudán y en otros países, inspirados por su ejemplo.

La “revolución de diciembre” ha tenido un impacto muy significativo en Sudán, y ha puesto de relieve la necesidad de acometer reformas profundas para llevar a cabo un verdadero proceso de transición política y democratización, que termine con la desigualdad y la mala gobernanza.

Actualmente nos encontramos ante una revolución inconclusa y numerosos desafíos por delante. El curso de los acontecimientos indica una parálisis del proceso de transición, que ha quedado en manos de los militares y ha eliminado al componente civil. Además, Sudán sigue sufriendo una grave crisis económica y no ha abordado los problemas de marginación política y desigualdad de las regiones periféricas.

En este contexto, si bien la “revolución de diciembre” constituyó un éxito en sus inicios, ya que terminó con el derrocamiento de un gobernante autoritario, se ha reproducido el mismo modelo en el nuevo gobierno, y podemos afirmar que aún queda mucho camino por recorrer antes de que el pueblo sudanés cuente con un gobierno civil y democrático.

Artículo redactado por María Ángeles Alaminos Hervás.

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