Casa África celebra, un año más, el 25 de mayo, fecha de la fundación de la Unión Africana y día del continente, con la vista fija en sus avances y desafíos
Una delegación de seis países africanos se ha ofrecido a mediar en la guerra entre Rusia y Ucrania, iniciativa que cuenta con el beneplácito tanto del secretario general de la ONU, António Guterres, como de los dirigentes concernidos. La encabezan el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa y el senegalés, Macky Sall, e incluye a sus homólogos de Zambia, República del Congo, Uganda y Egipto. No se sabe todavía cuándo aterrizarán en Moscú y Kiev ni el impacto que los oficios de esa comitiva pueden tener sobre el conflicto. Se trata de una noticia a la que se ha dado poca importancia en nuestros medios, despachada casi con una sonrisa entre incrédula y divertida, supongo. Quizás la misma que usted puede estar esbozando al leerme ahora y enterarse de este proyecto.
Inicio mi artículo semanal con esta información porque me parece una noticia interesante y positiva, en un momento crucial para el continente africano. En mi opinión, refleja un estado de ánimo desacomplejado que es de agradecer en un espacio geográfico que se nos aparece cargado de estereotipos y zonas oscuras, tradicionalmente dibujado como violento, pobre y mudo, en lo que se refiere a las relaciones internacionales y su proyección mediática. Me complace observar que los africanos dejan el papel de espectadores pasivos, a los que se les pide poco más que asentir con la cabeza cuando se toma una decisión de calado en la comunidad internacional, y que se deciden a lanzar una acción de este tipo, tan bienintencionada como atrevida, en un contexto en el que África está ganando en relevancia en la arena geopolítica.
Tampoco se ha informado extensamente en nuestros medios sobre la visita de la nueva vicepresidenta del Gobierno de Colombia, Francia Márquez, al continente africano. La señora Márquez ha puesto sus ojos en tres países que la reciben con los brazos abiertos, Gabón, Sudáfrica y Kenia, y ofrece propuestas comunes de lucha contra el cambio climático, de desarrollo comercial con enfoque de género y de movilidades. Un paso más en la cooperación en el Sur global y el tejido de nuevas relaciones que cambien la faz de nuestro mundo, espero, que muy positivamente. Me parece que, a estas alturas, no nos extraña el interés de Occidente, Rusia o China por África y sus ciudadanos, pero todavía no creo que seamos conscientes del todo del enorme atractivo que están adquiriendo para socios a los que no tenemos tan presentes, como Corea, India o Japón, y para otros a los que nunca parecemos considerar dignos de una “política africana”.
Finalmente, leo que arranca la famosa Bienal de Arquitectura de Venecia, también poniendo al continente africano en el centro y como laboratorio de nuestro futuro. Su comisaria, la señora Lesley Lokko, ha apostado por un espacio central en el que el tanzano David Adjaye es protagonista con ocho maquetas de proyectos urbanos, destinados especialmente a ciudades africanas. La Bienal invita a estrellas como el burkinés Francis Kéré, ganador del Pritzker 2022 (el más prestigioso y bien dotado de la arquitectura internacional), o el nigeriano Olalekan Jeyifous, además de exponer obras como el denominado Pabellón de la extracción, dedicado a metales preciosos y recursos, además de cultura, historia o memoria. Me permito el apunte de que Cataluña estará presente en la ciudad italiana con un proyecto que une a profesionales de la arquitectura, estudiantes universitarios y manteros, en un montaje denominado Following the fish (Siguiendo a los peces, o al pescado), que une protesta y denuncia por un lado y cubrir las necesidades del colectivo inmigrante por otro.
Escojo estas tres noticias de esta semana, con el Día de África (25 de mayo) a las puertas y entre toda la información que solemos recabar a diario para informarnos mejor sobre lo que está pasando en el continente vecino, por dos motivos. En primer lugar, porque creo que le pueden parecer sorprendentes y, en segundo lugar, porque también opino que reflejan un cambio en las tendencias de las narrativas sobre África muy interesante. De agradecer, diría yo. Un engrandecimiento mental y geopolítico de un continente que está intentando buscar sus propias vías y defender sus intereses, hacerse escuchar y marcar los puntos sobre las íes.
Tengo el honor de formar parte de una institución (Casa África) que nació para acercar a españoles y africanos y que, desde el minuto cero en que abrió las puertas, se empeñó en deshacer clichés, proponer voces africanas como expertas y cambiar la forma en que se mira y cuenta lo que sucede en África. El camino ha sido largo, en ocasiones desesperante y siempre lleno de desafíos, pero creo que nos sitúa en un lugar muy diferente al que ocupábamos en 2007 (fecha de su puesta en marcha), tanto a Casa África como a nuestra sociedad. Es algo que se aprecia en nuestro proyecto de innovación educativa Enseñar África, en el que colaboramos con el Gobierno de Canarias y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, entre otros socios. También se plasma entre los medios y periodistas que se interesan por lo que les proponemos, en las personas que se acercan a nuestras actividades y en los miembros de nuestro Club de Lectura. Hasta se puede observar al escuchar a los profesionales reunidos por Unicef estos días en nuestra sede, compartiendo experiencias sobre salud mental entre menores migrantes, cuando se difunden procedimientos y aprendizajes que evolucionan y mejoran constantemente y que quedan muy lejos de la confusión de otros tiempos aciagos, como la pandemia.
Casa África se prepara para celebrar en estos días África Vive, nuestro homenaje de tres semanas al continente en los alrededores de su día, el 25 de mayo. Quizás en esta ocasión, más que en otras anteriores y a pesar de grandes desafíos y problemas que nos conciernen a todos, como el hambre, los conflictos (siendo Sudán el último), gobernanzas mejorables o la pobreza que no cesa, podemos imaginar un punto de inflexión en la posición de ese territorio en nuestra historia.
Me remito ahora a la periodista keniana Nanjala Nyabola, que participó en la entrega de los premios la Fundación ANESVAD (dedicada a la investigación y al tratamiento de enfermedades olvidadas) en Bilbao la pasada semana y habló del absolutismo moral que se exige a África, de dobles raseros que se perciben en el continente y de las reservas de sus gobernantes a apoyar a un Occidente del que desconfían. También me remito al Salón Internacional del Libro de Abiyán, en el que Casa África estuvo presente, representada por una persona de esta institución, Ángeles Jurado, y en el que la ganadora del Libro Africano de la Fundación Orange, la malgache Michéle Rakotoson, se quejó del sistema profundamente racista a partir del que se colonizó y se gobierna hasta ahora. Tanto la señora Rakotoson como el señor Ibrahima Hane, un escritor senegalés que competía con ella con la historia de un tirador africano en la II Guerra Mundial, insistieron en la recuperación de la historia no dicha, ocultada, deformada. En un momento en el que las sociedades africanas alzan la voz pidiendo justicia, reparación y ser oídas, creo que no puedo terminar mi artículo de otra manera que no sea proponiendo que nuestra celebración del Día de África sea festiva, pero también se dedique a la introspección, la reflexión y, sobre todo, a la escucha atenta a ese continente.
Artículo redactado por José Segura Clavell, director general de Casa África, y publicado el 19 de mayo de 2023 en eldiario.es y en Kiosco Insular y el 21 de mayo de 2023 en la sección Tribuna Libre en el periódico Canarias7 en papel.