Se calcula que la violencia que asola la región ha causado ya más de 37 000 muertes, ha desplazado a unos 2,5 millones de personas y ha dejado a más de siete millones con necesidad de ayuda humanitaria.
En abril, miles de mujeres, niños y hombres adultos se vieron obligados a huir de sus hogares y comunidades en el noreste de Nigeria tras las persistentes incursiones del grupo yihadista Provincia de África Occidental del Estado Islámico (ISWAP, por sus siglas en inglés).
El ISWAP, uno de los grupos yihadistas más activos de África subsahariana y filial del Estado Islámico fuera de Oriente Medio, es una facción disidente de Jama’tu Ahlis Sunna Lidda’awati Wal-Jihad (JAS), también conocida como Boko Haram, que significa “la educación occidental está prohibida” en la lengua local hausa.
Boko Haram, bajo el liderazgo de Abubakar Shekau, desencadenó una violenta campaña de insurgencia y terror tras un levantamiento en 2009 que provocó la muerte de miembros y del fundador, Muhammad Yusuf, así como el asesinato de civiles desarmados.
En 2014, Boko Haram atrajo la atención mundial tras el secuestro masivo de colegialas en su residencia de Chibok, una ciudad de la región sur del estado de Borno. Hasta ahora, más de un centenar de niñas han recuperado la libertad, mientras que muchas otras siguen en paradero desconocido.
El grupo se convirtió en una provincia del ISIS después de que Shekau jurara lealtad a Abu Bakr al-Baghdadi en 2015. Sin embargo, las diferencias internas y las disensiones basadas en parte en la doctrina influyeron en la ruptura en 2016, con Abu Musab al-Barnawi (Habib Yusuf), un hijo del fundador de Boko Haram, Mohammed Yusuf, tomando las riendas como líder del grupo escindido.
El ascenso del ISWAP hacia el dominio de la cuenca del lago Chad
En los últimos años, el ISWAP se ha convertido en el grupo yihadista más mortífero y dominante en la cuenca del lago Chad. A diferencia de la antigua facción de Boko Haram, el grupo ha tratado de entablar relaciones con la población civil musulmana local, al tiempo que ha utilizado una fuerza brutal contra los musulmanes con vínculos con el gobierno, las fuerzas de seguridad y las organizaciones de ayuda, o que se perciben como tales. En el pasado acusó a los cooperantes de espiar para gobiernos extranjeros y de difundir creencias blasfemas.
Cuatro años después del secuestro de Chibok, se produjo otro secuestro masivo de escolares en la localidad de Dapchi, también en el noreste de Nigeria, pero esta vez los culpables fueron combatientes del ISWAP. El grupo liberó más tarde a 107 de las jóvenes víctimas, pero cinco murieron trágicamente y otra niña, Leah Sharibu, sigue cautiva hasta el día de hoy.
El ejército nigeriano y otras fuerzas nacionales del grupo militar regional, la Fuerza Multinacional Conjunta (MNJTF), han adoptado estrategias de contrainsurgencia y han llevado a cabo varias ofensivas contra el ISWAP y Boko Haram en un intento de aplastar la sublevación y restaurar la paz.
Estas campañas militares han dado resultados, entre ellos el desmoronamiento de la capacidad militar de Boko Haram y la reconquista de territorios que antes estaban bajo el control de los insurgentes. En algunos casos, el Gobierno ha fomentado incluso el regreso de los civiles a sus comunidades de origen.
Pero la victoria duradera aún no está al alcance de la mano. Boko Haram y el ISWAP han llevado a cabo ataques en los últimos meses, a pesar de los éxitos militares y de una importante ofensiva del ejército nigeriano en el primer trimestre de 2020 dirigida a los enclaves de los grupos en Borno y el vecino estado de Yobe.
El 11 de mayo, Boko Haram lanzó un audaz ataque contra Maiduguri que fue rápidamente sofocado por las fuerzas de seguridad. Esto ocurrió dos meses después del ataque más mortífero contra la capital del estado, durante el cual sus combatientes dispararon indiscriminadamente andanadas de morteros (armas) y cohetes fabricados que provocaron la muerte de al menos 16 civiles, entre ellos niños que estaban jugando en un campo.
Asimismo, los ataques del ISWAP en los últimos meses contra instalaciones de ayuda, bases militares y ciudades de guarnición relativamente fortificadas han provocado el desplazamiento de residentes, así como la interrupción de intervenciones humanitarias muy necesarias.
Se calcula que la violencia que asola la región ha causado ya más de 37 000 muertes, ha desplazado a unos 2,5 millones de personas y ha dejado a más de siete millones con necesidad de ayuda humanitaria.
Según las Naciones Unidas, la región necesitaría 1000 millones de dólares de financiación este año para responder a las necesidades humanitarias, lo que supone un aumento de 200 millones de dólares con respecto a los 839 millones necesarios en 2020.
Respuesta al resurgimiento de la violencia yihadista
La reanudación de los combates, los contratiempos y el deterioro de la crisis humanitaria ponen de manifiesto la naturaleza compleja y multidimensional del problema al que se enfrentan Nigeria y la región.
Por ello, las intervenciones de estabilización y seguridad en la cuenca del lago Chad requerirán una combinación de una campaña militar eficaz, medidas antiterroristas e intervenciones de desarrollo para abordar la fragilidad socioeconómica y mejorar la presencia y la percepción del Estado en las comunidades.
“Al solucionar las carencias de la gobernanza y la prestación de servicios, (el ISWAP) ha cultivado un nivel de apoyo entre los civiles locales del que Boko Haram nunca disfrutó y ha convertido a las comunidades desatendidas de la zona y a las islas del lago Chad en una fuente de apoyo económico”, señaló International Crisis Group, con sede en Bruselas, en un informe publicado en 2019.
La estrategia de supercampamentos de Nigeria, introducida en respuesta al desalojo de bases militares más pequeñas en el interior entre 2018 y 2019, junto con una versión civil anterior de formar ciudades de guarnición, son en gran medida culpables de facilitar la incursión del ISWAP en el interior y la explotación de los recursos, así como de la población local.
Las mejoras en la gobernanza y las campañas no militares impulsarán significativamente los esfuerzos para contrarrestar el extremismo en el interior y debilitarán la posición del ISWAP como principal proveedor de servicios sociales básicos. Este enfoque también frenará los reclutamientos y reducirá el acceso del grupo terrorista a los recursos necesarios para prolongar el conflicto.
Mientras los actores humanitarios buscan más financiación y asistencia para mantener las operaciones de ayuda, también es primordial trabajar para crear corredores seguros para los suministros de ayuda y un entorno propicio para los trabajadores que apoyan a las poblaciones desplazadas y vulnerables.
Al mismo tiempo, la población local necesita ayuda para adaptarse al impacto de las condiciones climáticas erráticas en los medios de subsistencia y a la falta de acceso a recursos como la tierra y el agua debido a las restricciones de seguridad y a los problemas de seguridad.
El sólido apoyo internacional de socios fundamentales como la Unión Europea (UE) es esencial para aumentar la eficacia de la MNJTF y de las acciones no ofensivas, que combinadas pueden hacer frente a la amenaza que suponen los grupos yihadistas en la cuenca del lago Chad y más allá.
Se espera que la UE revise el mecanismo de financiación de los esfuerzos de paz y seguridad en África mediante la adopción de un acuerdo flexible que implique el apoyo directo a iniciativas militares nacionales y subregionales como la MNJTF. Esto ofrecerá la oportunidad de una mayor supervisión y participación directa del organismo intergubernamental en el control y la configuración del uso de la ayuda a la seguridad, en particular la integración del desarrollo y los derechos humanos.
La capacidad de los gobiernos regionales y nacionales para parar la amenaza yihadista y los factores subyacentes tendría un profundo impacto en la seguridad del Sahel.
Artículo redactado en inglés por Murtala Abdullahi y traducido al español por Julio César García Sosa para Casa África.