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Amor al castellano en Benín y Togo

Amor al castellano en Benín y Togo
Mapa infográfico de 2021 sobre el continente africano. Enlace a imagen

Chema Caballero

Bloguero y cooperante

Francky es profesor de español en un instituto. En su tiempo libre también trabaja como guía turístico en una agencia que recibe principalmente a visitantes españoles. Durante sus años de estudiante del Grado de Filología Hispánica en la Universidad de Abomey-Calavi se hizo adicto a Aquí no hay quien viva, una serie de televisión que veía en su móvil. Era una forma de mejorar el idioma, de aprender nuevas expresiones. Su personaje favorito era Emilio (interpretado por el actor Fernando Tejero), el portero, por su acento andaluz. Ahora, él lo imita de maravilla. Junto a la tele, utilizó canciones de artistas latinos para ampliar su vocabulario. Todavía los escucha. La música le gusta y le ayuda a continuar mejorando y extender su léxico. Son muchos los cantantes que sigue, pero confiesa que sus favoritos son el colombiano Sebastián Yatra, el estadounidense Nicky Jam y el puertorriqueño Ozuna. Así, el perfecto castellano que habla Francky está perfumado de aromas andaluces matizados por dejes y expresiones latinas. Él es uno de los muchos jóvenes que en Benín han optado por el estudio del castellano y de los pocos que puede vivir de él, porque lo normal es que los que terminan el Grado no encuentren trabajo en su sector.

Estudiantes de español en la Universidad de Abomey-Calavi de Benín. Imagen: © Chema Caballero

En Benín hay alrededor de 406 000 alumnos de educación secundaria, pública y privada, que han escogido el estudio de esta lengua. En la Universidad de Abomey-Calavi hay 5355 y en la de Parakou, 2000. En la Escuela de Magisterio de Porto Novo, 155. También existen otros 6000 que han optado por ella como segundo idioma en sus estudios universitarios. Estas cifras han sido recogidas por el profesor Laurent-Fidèle Sossouvi, jefe del Departamento de Español de la Universidad de Abomey-Calavi. Estos datos hacen de Benín el segundo país de África en número de estudiantes de español y octavo del mundo, por detrás de Costa de Marfil y por delante de otros mucho más grandes como Senegal, Camerún, Gabón o incluso la propia Guinea Ecuatorial. Así lo recoge El español en el mundo 2022. Anuario del Instituto Cervantes.

Sorprenden estos números de Benín, un pequeño país de África Occidental sin grandes vínculos con España. Cuenta solo con un cónsul honorario (depende de la Embajada en Abuja), un libanés que no habla castellano. La presencia de empresas, cooperantes o misioneros españoles es mínima. Es por eso que cabe preguntarse por qué tanta gente estudia castellano allí.

El profesor Laurent-Fidèle Soussovi, jefe del Departamento de español de la Universidad de Abomey-Calavi, Benín. Imagen: © Chema Caballero

El profesor Soussovi, doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Alcalá de Henares, no tiene una respuesta clara: “Se debe, posiblemente, a varios hechos. Por ejemplo, el amor al idioma español. Porque a los benineses nos encantan las lenguas extranjeras, sobre todo las afines al francés. También por las posibilidades de trabajo que ofrece. Porque se necesitan muchos profesores de español. Otros quieren ser traductores. También los hay que lo aprenden como una herencia, porque todavía tenemos aquí apellidos como Gómez o Pérez, que son de origen español”.

Benín cuenta con dos facultades de Filología Hispánica, una en la Universidad de Abomey-Calavi (en Cotonú) y la otra en la de Parakou (norte del país). Además, en la Escuela de Magisterio de la capital, Porto Novo, se prepara a los profesores de español de secundaria.

Estudiar este idioma en Benín es una tarea titánica, principalmente por la falta de recursos de las instituciones académicas. En la Universidad de Abomey-Calavi solo cuentan con dos aulas construidas por la Embajada de Venezuela y presididas por un busto de Simón Bolívar. Dos clases donde se agolpa el calor y que no tienen espacio suficiente para acoger a todos los estudiantes. Las deficiencias resaltan más porque el edificio se encuentra junto al de estudios germánicos construido por la Cooperación alemana. Dos plantas rodeadas de jardines. La impresión de abandono se agudiza cuando profesores y alumnos se quejan de la falta de apoyo de instituciones españolas.

El profesor Boukari Madela Seyram, director del Departamento de estudios ibéricos de la Universidad de Lomé en su despacho. Imagen: © Chema Caballero

Mejor pinta muestran las instalaciones de la Universidad de Lomé. Allí, solo 250 jóvenes realizan estudios de Filología Hispánica, dentro del Departamento de Estudios Ibéricos, que también debería impartir cursos de portugués. Su director, el profesor Boukari Madela Seyram, doctor por la Universidad de Valencia, cree que el interés por el castellano está creciendo en su país. “Cada vez son más los institutos y centros de educación secundaria que ofrecen la asignatura de español. Por eso hay una gran demanda de profesores. La mayoría de nuestros alumnos terminan con un trabajo asegurado como enseñantes. Pero también los hay que han encontrado empleo en la administración, el ejército o la policía como intérpretes y traductores. De ahí que cada año tengamos más estudiantes”.

Estudiantes de español en la Universidad de Abomey-Calavi de Benín. Imagen: © Chema Caballero

El profesor Seyram también se queja de la falta de apoyo por parte de las instituciones españolas. “Por ejemplo, cuando las universidades canarias ofrecen becas a estudiantes africanos, nuestro país no está en la lista. Solo nos tiene en cuenta la Fundación Mujeres por África. Algunas chicas han aplicado a sus ayudas, pero todavía ninguna ha conseguido lo que buscaba”. Su colega beninés también expresa reproches similares.

Tanto Seyram en Togo como Soussovi en Benín, señalan, entre otras, las dificultades que afrontan para formar profesores que puedan dar el relevo a los que se jubilan en la universidad. Docentes que sí tuvieron la oportunidad de doctorarse en España. La carencia de estudios de máster y doctorado en los dos países y la falta de becas que permitan a los graduados continuar su formación son responsables de la carencia de profesorado cualificado. Este tema es particularmente grave en la Universidad de Parakou. La ausencia de docentes hace que los estudiantes dependan de la buena voluntad de enseñantes llegados de otras instituciones académicas. “Estos aparecen por unos pocos días o, incluso, horas, dan sus clases y se marchan. No tienen tiempo para hablar con los alumnos o responder a sus dudas. Además, muchas veces nos informan de la llegada del profesor con pocas horas de antelación. También es normal que en el último momento se suspenda la clase programada porque al docente le ha surgido algún problema y no puede venir. Incluso, imagínate, el jefe del departamento no habla español. Tampoco hay una biblioteca donde podamos encontrar libros en castellano. Eso te da una idea de cómo son aquí las cosas”, comenta Ecclésiaste N’Tcha, que ha concluido sus estudios y espera a que se forme un tribunal donde pueda defender su trabajo de fin de grado. A él le gustaría poder vivir de la traducción, pero es realista: “Son pocas las empresas españolas o los turistas que vienen aquí. Por eso, he pensado que lo mejor será que me dedique a la enseñanza. Me gustaría poder ser profesor en esta universidad y ayudar a los futuros estudiantes. Para eso necesito continuar mi formación. Me gustaría hacerlo en España o, si allí no es posible, en Cuba”.

Ante la falta de medios y apoyos, alumnos y profesores han formado clubs para fomentar el estudio del español y la cultura española y las latinoamericanas y practicarlo entre ellos. Organizan concursos literarios, obras de teatro, jornadas de promoción… Todo por amor al idioma. En Parakou está La Casa Cervantes, de la que N’Tcha es presidente. El objetivo de esta asociación es “ayudarnos entre nosotros a hablar español. Nos reunimos para practicarlo, hacemos concursos de poesía o aprendemos juntos canciones. Ahora mismo estamos ensayando Despacito, de Luis Fonsi. También representamos obras de teatro en español o vemos juntos películas y documentales. Es la única forma en la que podemos mejorar el idioma y aprender nuevas palabras. Tenemos que hacerlo nosotros solos porque nadie nos ayuda. Si nos quedáramos únicamente con las clases, nunca aprenderíamos español”. No cejan en buscar apoyos: “Hemos escrito varias veces a la Embajada de España en Nigeria (de la que depende Benín), pero ni nos han contestado”, se queja N’Tcha.

Miembros del Club Cervantes de Lomé, Togo. Imagen: © Chema Caballero

Más suerte con las instituciones han tenido los miembros del Club Cervantes, de Lomé. Su presidente, Espoir Zomayi, comenta que cuando celebraron la Semana Hispánica el pasado mes de abril recibieron apoyos de las Embajadas de Venezuela, de Cuba y también de la de España en Ghana, de la que depende Togo, pero fue algo puntual. Afrontan problemas similares a los de los estudiantes de Parakou o Abomey-Calavi. Por eso, también se han asociado y programan actividades que les permitan conocer mejor el español y la cultura de los pueblos hispanos. De ahí, la noche de salsa que organizan todos los jueves, los debates en línea o el Café Espagnol, gracias al cual se reúnen una vez a la semana en un bar a conversar en castellano.

A pesar de las reiteradas quejas sobre la falta de apoyo y medios, los profesores Seyram y Soussov coinciden al comentar que aprecian un cambio de actitud en los embajadores españoles de Ghana y Nigeria. En varias visitas realizadas recientemente a Togo y Benín han mostrado gran interés por buscar medios para promocionar el estudio del español en estos dos países, con iniciativas que pasan por la formación del profesorado, la dotación de medios o, en el caso de Lomé, recuperar el Máster de Español que intentó ponerse en marcha en esa universidad. Aunque todavía no se han materializado estas ayudas, los directores de los dos departamentos se muestran optimistas y piensan que las cosas pueden ser muy diferentes en un futuro próximo.

El esfuerzo de profesores y alumnos es muy loable. Gracias a ellos, el español y la cultura de los pueblos hispanos se estudia y difunde en Benín y Togo. Miran expectantes a cualquier apoyo, por eso, lo que parece ser una nueva política del Gobierno español les llena de ilusión. Esperan que poco a poco puedan acceder a ayudas que les permitan seguir profundizando en su pasión.

Artículo redactado por Chema Caballero.

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