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Europa debería centrarse en 'Oportunidad África'

Europa debería centrarse en 'Oportunidad África'
Catherine Samba-Panza, presidenta de la República Centroafricana, con Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo
Catherine Samba-Panza, presidenta de la República Centroafricana, con Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo

Catherine Samba-Panza, presidenta de la República Centroafricana, con Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo
Catherine Samba-Panza, presidenta de la República Centroafricana, con Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo

El encuentro de los líderes africanos y europeos que termina hoy en Bruselas debe sellar una nueva alianza para la transformación socio-económica de África. África y Europa son todavía colaboradores importantes, con una relación que ha resistido a lo largo del tiempo. Sin embargo, es hora de una mayor reconsideración. El concepto de África como oportunidad debe reemplazar la imagen estereotipada del continente.
Tal y como señala el tema de la cumbre África-Europa, estos dos continentes tienen que empezar a invertir en la gente, la prosperidad y la paz. Y hacer esto requiere un cambio de mentalidad lejos de las políticas gubernamentales centradas en la ayuda al comercio, inversiones y negocios. Se ha dicho por mucho tiempo que la relación donante-receptor necesita reemplazarse por una colaboración de igualdad. Los rápidos cambios domésticos, regionales y globales hacen que la relación sea incluso más imprescindible.
Para mantener la importancia en un periodo inestable en la geopolítica, la relación entre África y Europa tiene que convertirse en estratégica y dirigida a afrontar los retos del siglo XXI, incluyendo el cambio climático, el tráfico humano y las pandemias. Para los europeos, esto significa deshacerse de los viejos estereotipos y aceptar una nueva África que refleja la realidad de los cambios del continente. Tener acceso a los mercados en expansión africanos y a las materias primas seguirá siendo esencial para el crecimiento económico europeo. Pero la paz y la estabilidad en África son igual de importantes para la prosperidad en Europa.
África también necesita reconsiderar su visión de Europa. Llamados por una variedad de prósperos y dinámicos socios para recibir ayuda, incluyendo China, Brasil y Turquía, África ya no es dependiente de la ayuda europea como lo fue en el pasado. Son ahora los mercados europeos, el conocimiento técnico y las nuevas tecnologías, así como la experiencia en integración regional y diplomacia preventiva la que puede ayudar. Las políticas europeas para afrontar las desigualdades regionales, fortalecer la capacidad y los marcos legislativos y normativos pueden también beneficiar a los gobiernos africanos.
África Ascendente
“África Ascendente” no es solo un eslogan. A lo largo del continente, los niveles de pobreza están cayendo, los ingresos están creciendo y ha habido mejoras en educación y sanidad. La economía africana ha prosperado en la última década, convirtiendo el continente en un imán para inversores extranjeros. Se espera que el crecimiento regional aumente un 6%, a diferencia de 2013, que aumentó un 5% según el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Africano de Desarrollo (BAfD), poniendo a África como segundo continente en ritmo de crecimiento, solo detrás de Asia. La inflación permanece bajo control, habiéndose estabilizado el año pasado con un 5,5%, en comparación con un 47,4% hace 20 años.
A pesar de las dificultades a corto plazo, la dinámica interna que ha estimulado el resurgimiento de África en la última década está todavía en juego, dice el presidente del BAfD Donald Kaberuka. “El poder del consumidor interno está todavía allí, el auge de la población urbana está todavía allí”, dijo Kaberuka recientemente, añadiendo que la información sobre los avances tecnológicos estaba todavía “dando saltos” a lo largo del país a un ritmo rápido, y muchos gobiernos estaban dirigiendo mejor su economía.
Sin embargo, celebrar el crecimiento de África no significa ignorar sus numerosos retos. Titulares de noticias sobre las tasas de crecimiento africano, ciudades relucientes y una próspera clase media cuentan solo parte de la historia. Para asegurar una exitosa y prolongada transformación de su economía, los países africanos deben emplear los próximos años en incrementar los esfuerzos para diversificar su economía basada sobre todo en los recursos naturales, invirtiendo en una agricultura productiva y moderna, construyendo una base industrial todavía débil y fomentando el espíritu emprendedor.
Se busca: transformaciones en la agenda
Trabajar en una nueva agenda transformacional ya ha comenzado. “La agricultura debería ser un motor para la industrialización del continente”, dijo la presidenta de la Comisión de la Unión Africana, Nkosazana Diamini-Zuma, en una conferencia reciente en Adís Abeba. “Una mejor infraestructura en agricultura y estimular la productividad y la seguridad alimentaria es importante”, añadió. Sin embargo, el proceso para modernizar la agricultura africana es lento. Con el ambicioso Programa general para el desarrollo de la agricultura en África (CAADP) adoptado por los líderes de la Unión Africana en 2003 se ganó un avance lento.
Primera sesión plenaria de la Cumbre UE-África 2014 (Imagen: Consejo Europeo)
Primera sesión plenaria de la Cumbre UE-África 2014 (Imagen: Consejo Europeo)

Hay un nuevo enfoque en la industrialización. La participación en las Cadenas Globales de Valor (CGV), que permiten a los países en desarrollo desarrollar habilidades específicas o productos para la participación en los mecanismos de producción internacional, es todavía débil a lo largo del continente. Mientras desarrollan nuevas estrategias para permitir un mejor acceso a la cadena global de valores, los gobiernos deben también apoyar el desarrollo del sector privado en la manufactura, animando inversiones en el extranjero y promoviendo los jóvenes emprendedores, especialmente facilitando su acceso a las subvenciones y créditos.
El creciente número de jóvenes en África necesita trabajo. Se fijó que la población aumentaría entre 1.000 y 2.000 millones en las próximas cuatro décadas, por lo que los gobiernos deben asegurar que el número de jóvenes –África tiene la población más joven del planeta, se ha establecido que sobre el 2045 habrá unos 400 millones de africanos entre 15 y 24 años– sea transformado en un verdadero beneficio demográfico ofreciendo empleo y oportunidades económicas a la gente joven. Fallar en esto podría producir inquietudes sociales, conflictos políticos y un aumento del extremismo.
Las desigualdades sociales continúan siendo un reto. La Red de Justicia Fiscal en África y la organización Christian Aid advierten de que los impuestos ponen en desventaja a los pobres. El sistema de impuestos que podría ser usado para redistribuir la riqueza más justamente está siendo debilitado por la elusión de impuestos y los ilícitos flujos de inversiones facilitados por la ocultación extraterritorial. La corrupción ha sido reconocida como un problema importante debido a su pobre gobernanza. África tiene un largo camino en la construcción de mercados regionales y mejorar las infraestructuras, lo que dará paso a promover el comercio y las inversiones entre países africanos.
El establecimiento de la Arquitectura de Paz y Seguridad Africana (APSA) es un paso importante en el arduo problema del establecimiento de la paz y la estabilidad. El Fondo de Apoyo a la Paz para África de la UE está proveyendo a APSA con la mayoría del apoyo necesario, pero como muestra la reciente explosión de violencia en la República Centroafricana, terminar con los conflictos en África todavía requiere intervención militar de la Unión Africana y ejércitos extranjeros.
Africa-Europa: más importante que nunca
La cumbre África-Europa puede y debe ser un paso importante para cambiar la dinámica de una prolongada relación. África y la UE han interactuado desde 1963 a través de la Convención de Yaundé, la Convención de Lomé y el Acuerdo de Cotonú firmado en el año 2000 entre la UE y el grupo de países de África, del Caribe y del Pacífico (ACP). La primera cumbre UE-África en el año 2000 puso un fuerte enfoque en África como socio de la UE.
Con la Asociación UE-África establecida en Lisboa en el año 2007 se esperaba que la relación se moviera a un nuevo nivel, con ambas partes de acuerdo en perseguir intereses comunes y objetivos estratégicos que fueran bajo el enfoque de una política de desarrollo tradicional y en forjar una colaboración de igualdad. Sin embargo, la Estrategia Conjunta de África y la UE (JAES), que se mantiene como centro de esta asociación, muestra que ninguna de las dos partes está totalmente satisfecha con los resultados generales. Las negociaciones de Europa durante los Acuerdos de Asociación Económica (EPA) con estados africanos y centradas en el comercio –un proceso que empezó hace unos diez años– añadieron más presión a las relaciones.
Los lazos entre África y Europa son un elemento importante en el crecimiento de redes de alianzas y coaliciones que están apareciendo para abordar los retos regionales y globales. Tal y como se debatió sobre cambio climático, inmigración, extremismo y la tarea de asegurar un crecimiento equitativo y sostenido, África y Europa tienen más que ganar con su colaboración que nunca. En un mundo de cambios, los lazos entre África y Europa son todavía relevantes, pero necesitan una cuidadosa atención.

Shada Islam es directora de Política en Friends of Europe y es responsable del Programa Asia y el Foro de Desarrollo de Políticas. Como periodista, ha trabajado intensamente sobre cuestiones de desarrollo, incluyendo las relaciones estratégicas entre la Unión Europea, África y los países ACP, el comercio mundial y la Ronda de Doha.
[box]Este artículo se publicó por primera vez en inglés en el sitio web de Friends of Europe y ha sido traducido al español por Casa África[/box].

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