2016 también fue el año en que la crisis humanitaria llegó al norte de Nigeria, apenas esbozada en los medios y terrible. Motivada por los movimientos de desplazados internos que huyen de Boko Haram, consiste en casi 5 millones de personas que pasan hambre y más del 50 % de desnutrición infantil aguda en determinadas áreas del país. Médicos sin Fronteras y el Programa Mundial de Alimentos son dos de las pocas organizaciones que han tenido acceso a la población de la zona, pero una gran parte de los desplazados no han llegado a lograr acceso a alimentos. La crisis comenzó oficialmente en abril y se estima que unos dos millones de personas están fuera del alcance de las organizaciones humanitarias y el gobierno todavía. La dificultad mayor para alimentarlas es el constante movimiento de los volátiles frentes donde chocan el ejército nigeriano y los yihadistas. El PMA afirma que la crisis es comparable a la de Somalia hace cinco años.
También es crítica la situación en el lago Chad, donde se replican la amenaza de Boko Haram y los desplazamientos que provoca, además de una crisis ecológica medible a simple vista en la reducción de sus aguas a una décima parte de las originales, que han ido desapareciendo progresivamente desde los años 60. En el caso de Níger, casi ocho millones de personas se encuentran en una situación extremadamente vulnerable, especialmente en el caso de los niños. Nombrada la crisis más “descuidada” de 2016 en un sondeo de la Fundación Thomson Reuters efectuado entre una veintena de organismos humanitarios, la del lago Chad recibe menos atención que Yemen o Sudán del Sur. Boko Haram ha provocado el desplazamiento de casi dos millones y medio de seres humanos en cuatro países y siete años, causando la muerte a unas 20.000 personas en la región del Sahel.
En ambos casos, las hostilidades cierran fronteras y mercados y evitan el cultivo al desplazar a los agricultores mientras que los efectivos de Boko Haram se dedican al pillaje y acaparamiento de alimentos.
En otro orden de cosas, el gobierno keniano anunció, a mediados de este año, su intención de cerrar el mayor campo de refugiados del mundo, Dadaab, y repatriar a sus habitantes, de origen somalí mayoritariamente, a su país. Dadaab lleva funcionando 25 años y se encuentra en el borde entre Kenia y Somalia, cerca de Garissa. Consta de cinco campos desde octubre de 2015 y acoge a casi 400.000 personas. En noviembre, el gobierno keniano reculó y decidió retrasar otros seis meses la fecha de cierre de Dadaab, prevista precisamente para ese mes. Kenia considera que Dadaab es demasiado costoso, además de un peligro para su seguridad y que ejerce de oficina de reclutamiento para los yihadistas Al Shabaab. Sin embargo, agencias de Naciones Unidas como Acnur y oenegés se han posicionado contra esta decisión al considerar que es peligroso y muy complicado repatriar a cientos de miles de personas a un país que todavía no es seguro y donde Al Shabaab atenta continuamente. Se han denunciado también coacciones a los refugiados para abandonar el campo. El gobierno keniano ha decidido trasladar a sus habitantes no somalíes a otras instalaciones para refugiados en su territorio en febrero del año que viene.
En la parte positiva de lo que se refiere a la situación humanitaria en África y por escoger sólo dos noticias, hay claros avances en la lucha contra el ébola y el sida que llenan de esperanza al mundo.
En lo que se refiere al ébola, la Organización Mundial de la Salud anunció una vacuna eficaz al cien por cien tras un ensayo en casi 6.000 voluntarios guineanos que habían tenido contacto con enfermos. La vacuna, bautizada rVSV-Zebov y comercializada por Merck, es la respuesta a una epidemia que ha matado a más de 11.300 personas en África occidental entre 2013 y 2015. La OMS aseguró en este mes de diciembre que, en situación de epidemia, hay un 90 % de posibilidades de que la vacuna sea eficaz en más de un 80 %. Todavía hay que probar la vacuna en mujeres embarazadas y menores de 6 años y aun es necesario encontrar una solución a la cepa Sudán del ébola. Además, quedan unos diez años por delante para la aprobación de la vacuna ante las agencias de medicamentos europea y norteamericana. Sin embargo, se atisba la esperanza de erradicar esta enfermedad, que surgió en la República Democrática del Congo en 1976. La OMS ha informado de que se podrán lanzar 300.000 dosis de urgencia antes de su comercialización y también que África occidental ha quedado oficialmente libre de ébola este año.
Finalmente, Sudáfrica emprendió uno de los mayores ensayos clínicos de una vacuna experimental para prevenir el contagio del VIH, en el que participan casi 5.500 personas durante cuatro años. Los científicos pronosticaron que éste puede ser «el último clavo en el ataúd» de la enfermedad. Lanzado en la víspera del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, este ensayo clínico se centra en personas sexualmente activas de entre 18 y 35 años en quince regiones sudafricanas. En el país hay una de las tasas más altas del mundo de contagio de esta enfermedad, con siete millones de personas conviviendo con el virus o, lo que es lo mismo, un poco más del 19 % de la población afectada. Se trata de una adaptación de una cepa del VIH del África meridional y dirige el estudio el consejo de Investigación Médica de Sudáfrica, en colaboración con el Instituto Nacional de Salud de EE UU, la Red de Ensayos de Vacunas contra el VIH, la Fundación Bill y Melinda Gates, y las farmacéuticas Sanofi Pasteur y GlaxoSmithKline.
Ángeles Jurado es periodista y forma parte del equipo de Medios de Comunicación de Casa África.