En 2010, Biba se convirtió en una pionera. Decidió dejar de lado su oficio de toda la vida y hacer lo que verdaderamente le gusta: conducir un taxi. Las mujeres ya conducían coches en la capital, pero ser taxista era otra cosa.
Biba Tankansande (Uagadugú, 1986), con su pequeño Citroën Saxo, recorre las maltratadas calles de asfalto o tierra de la capital de Burkina Faso. Las lluvias torrenciales dañan el suelo rojo de las calles llenas de tierra y polvo, cabras y niños que corretean y juegan fuera de sus casas. Uagadugú es una ciudad donde apenas hay aceras o semáforos. Miles de motos y bicicletas inundan las calles por las mañanas para ir a trabajar, ya que apenas existe el transporte público. En una ciudad con dos millones y medio de habitantes, conducir es toda una odisea.
En 2010, Biba se convirtió en una pionera. Decidió dejar de lado su oficio de toda la vida y hacer lo que verdaderamente le gusta: conducir un taxi. Las mujeres ya conducían coches en la capital, pero ser taxista era otra cosa. No había taxistas en 2010, y sigue sin haberlas. Al igual que no existen camioneras o conductoras de moto profesionales en el país, en 2021.
Los taxis en el país son verdes, pero Biba quiso pintar la mitad de arriba de su coche verde y la mitad de abajo de rosa claro, como los algodones de azúcar. Su coche y ella no pasan desapercibidos en la capital y numerosos clientes de embajadas, ONG, empresas la conocen y llaman solicitando sus servicios. Como su negocio marcha viento en popa desde hace unos años, se ha comprado un todoterreno gris. Esto le permite salir fuera de la ciudad y hacer sus periplos por caminos llenos de piedras, agua o baches sin problemas y de forma discreta. Ha recorrido gran parte del país como taxista. Sin embargo, debido a la situación de seguridad en el país, con un incremento de los ataques terroristas, ahora hace menos desplazamientos lejos de la capital.
Pregunta: ¿Cuál fue la reacción de su familia al decirles que quería ser taxista?
Respuesta: Lo aceptaron, aunque se sorprendieron. Algunos amigos sí me ponían pegas y me decían que eso no existía en Burkina. Pero al empezar, vi que funcionaba bien, así que me esforcé mucho en el trabajo. Hasta el día de hoy no he abandonado.
P: ¿Sigue ejerciendo de costurera?
R: Sí, pero no tengo mucho tiempo. Trabajo mucho con el taxi y, además, antes de la pandemia abrí una pescadería.
P: Es usted verdaderamente una mujer de negocios, una mujer que emprende.
R: (Ríe) Sí
P: ¿Cuál es su oficio favorito? ¿Costurera, taxista o llevar la pescadería?
R: Taxista, lo que me gusta es conducir. Sobre todo, cuando estoy en la carretera y viajo me siento bien, cómoda. Pero menos mal que tengo la pescadería porque cuando nos confinaron durante tres meses y cerraron el aeropuerto durante seis meses en 2020, no había casi trabajo. Pero como la gente está obligada a comer (ríe), pues el negocio de la pescadería funcionó bien. Pero los otros taxistas sufrieron mucho durante el confinamiento ya que tienes que seguir comiendo, la vida no se para. Afortunadamente, yo no tuve problema y no tuve que ir a pedir a vecinos, etc.
P: ¿Qué es lo que le motiva a emprender en negocios tan diferentes?
R: Me gusta ser independiente financieramente. Es muy importante no depender de los otros. Tienes que luchar por ti misma para conseguirlo. En segundo lugar, tengo un hijo, quiero luchar por mí misma para poder contribuir también y ofrecerle lo mínimo, no todo, pero lo mínimo sí.
P: ¿Hay mujeres taxistas en Burkina Faso?
R: Todavía no, solo yo. Pero hay mujeres que son chóferes en el Ayuntamiento, en los Ministerios, etc., pero taxistas no hay. Aunque es el mismo tipo de conducción.
P: ¿Por qué hay chóferes, pero no taxistas?
R: Bueno, aquí la mentalidad es que ser taxista es un oficio de hombres, que no está hecho para las mujeres. Pero creo que esto está cambiando porque hay chóferes en los Ministerios, etc. No es el mismo trabajo, pero es el mismo tipo de conducción. Espero que dentro de unos cinco años podamos ver a mujeres taxistas. Todo el mundo puede ser taxista, todo depende de cómo lo gestiones. Yo, por ejemplo, no paro para recoger a gente que está buscando un taxi en la carretera. Trabajo con la gente que me conoce y me llama por teléfono.
P: No es un trabajo fácil, tienes que tener unos conocimientos mínimos de mecánica en el caso de que el coche tenga una avería.
R: Sí, es muy importante. Cuando me levanto por las mañanas miro siempre el aceite, etc. Tienes que saber dónde está la dirección o conocer el ruido de tu coche. Así, si hay algún ruido diferente por una avería lo puedes reconocer fácilmente. Sobre todo, cuando vas a hacer un viaje largo, tienes que verificarlo y ver que los niveles están correctos y llevarlo al mecánico si ves que algún nivel está bajo.
P: ¿Cuál fue la reacción del mecánico cuando llevó el taxi por primera vez al taller?
R: Se sorprendió mucho, pero me dio ánimos. La gente me da ánimos. La primera vez que me llegaron al corazón los ánimos de alguien fue cuando subió en el taxi un hombre mayor y, al llegar al destino, me dijo que no le devolviese el cambio, que no era necesario y que ojalá todas las mujeres fueran como yo. Me emocionó mucho que me diese esos ánimos.
P: Además, trabajar en Uagadugú no es nada fácil con el calor, el tráfico, etc.
R: Sí, además yo no sé decir que no a un cliente y no descanso mucho. Si el cliente me pide durante tres semanas que trabaje todos los días, no le voy a decir que tengo que descansar, así que trabajo a veces sin descansar tres semanas hasta que acaba el trabajo. A veces es agotador, te cansas, pero luego descansas. Si te gusta tu trabajo, te puedes adaptar.
P: Trabaja mucho.
R: Sí, es para mejor poder seguir adelante.
P: ¿Tiene estudios en comercio? Porque son negocios muy diferentes.
R: No, vengo de una familia donde todo el mundo trabaja. He crecido con ello. Aquí no necesitamos obligatoriamente tener unos estudios, aunque sí que es verdad que contribuye.
P: Vemos que en África hay muchísimas mujeres que tienen su propio negocio.
R: Sí, hay muchas. A mí me gusta ser la jefa y ser independiente. No me gusta tener un jefe que me meta la presión. Un cliente del taxi sí puede meterme presión, pero me gusta ser independiente. Es mi elección, no todo el mundo es como yo. Eso no impide que trabaje mucho y darlo todo en el trabajo.
P: ¿Qué consejo le darías a las mujeres que quieren invertir o empezar un oficio que por el momento está reservado a los hombres?
R: Les diría que hagan algo en la vida, el trabajo de taxista o cualquier otro, según su cualificación. Pero que les guste su trabajo porque, para tener éxito, tienes que hacer algo que te guste. Aunque sean pequeños negocios, donde tengan que ganar poco a poco su dinero, les doy ánimos para que hagan lo que les gusta.
Artículo redactado por Ana López García.
Un comentario
Interesante historia. Gracias por compartir vivencias que animan y de alguna manera, forman a los demas