La presencia de las músicas africanas en España está centrada desde hace años en los festivales de largo recorrido que existen en el país. También en la programación de temporada en salas privadas y espacios públicos, pero quien sigue con atención las visitas de artistas africanos sabe que festivales como La Mar de Músicas (Cartagena), Pirineos Sur (Huesca) y EtnoSur (Jaén) son tres citas importantes en el calendario de la música africana en España. Pero cada año, la temporada empieza (o termina, según se mire) en Las Palmas de Gran Canaria, donde el festival WOMAD encadena ya dieciocho ediciones. Último festival de la temporada de verano o primero del invierno, WOMAD Las Palmas posee una notable hoja de ruta con músicos africanos. Por sus escenarios han pasado artistas como Salif Keita, Youssou N´Dour, Ali Farka Touré o Khaled. Junto a estos primeros espadas de los ritmos étnicos, en el certamen canario se presentaron valores entonces en alza, ahora ya plenamente contrastados, como Oumou Sangaré, Cheikh Lô o Tinariwen. Incluso conjuntos recién salidos del horno africano, aún por confirmar: los senegaleses Takeifa, sin ir más lejos.
WOMAD, ya se sabe, es una marca. La marca del león. Quizá la primera que apostó por el éxito comercial de las músicas del mundo. Nació en 1980 cuando el británico Peter Gabriel y cinco socios acuñaron este acrónimo tan bailable para definir un mundo nuevo de música, arte y danza. Para hacernos una idea del camino recorrido valga un recuerdo: el primer festival WOMAD se celebró en 1982 en la localidad inglesa de Shepton Mallet, con artistas africanos como el nigeriano Prince Nico Mbarga o The Drummers of Burundi. Como padrinos de este nuevo desembarco de músicos africanos en un gran festival europeo ejercieron el propio Peter Gabriel, The Chieftains, Simple Minds, el trompetista Don Cherry y hasta el rock introspectivo de Ian McCulloch al frente de Echo and The Bunnymen. Desde entonces, WOMAD y sus franquicias han tejido un interesante mapa de músicas. En la actualidad, el festival mantiene seis sedes: junto a Las Palmas de Gran Canaria, las ciudades de Cáceres (España), Abu Dhabi (Emiratos Árabes), Adelaida (Australia), Sicilia (Italia) y Taranaki (Nueva Zelanda) acogen un fin de semana de músicas étnicas; además, claro está, del festival matriz en el Reino Unido, que se celebra la última semana de julio en la ciudad de Charlton Park. Antes, entre 1986 y 2006, se realizaba en Reading.
[quote]La presencia africana en la fiesta WOMAD Las Palmas contará este año, con la colaboración de Casa África, con el cantante argelino Khaled, el rapero congoleño Baloji y el cantautor guineano Oli Silva Bolam.[/quote]
En este escenario vuelve WOMAD Las Palmas, que este año se concentra en fiesta de un día. Será el próximo 12 de noviembre. Y, como es costumbre, el festival ofrece varias posibilidades para disfrutar de las músicas africanas, de artistas consagrados y de nuevos valores. Desde Argelia, vía París, regresa el cantante Khaled, genuino rey del rai, el pop magrebí que hace quince años se convirtió en una de las primeras músicas africanas en copar la atención de los mercados occidentales. Es curiosa la historia de Khaled con el festival WOMAD de Canarias, toda una historia de amor. A mediados de los años 90, el cantante argelino llegó a Las Palmas en plena ola de incertidumbre para las músicas urbanas de su país. Argelia, sumida en un sangriento conflicto civil, vio como la música y sus autores se convirtieron en un campo más para la batalla social y política. Y para la violencia. El 29 de septiembre de 1994, fanáticos islamistas asesinaron en Orán al cantante de rai romántico Cheb Hasni. El 15 de febrero siguiente cayó muerto el productor Rachid Baba Ahmed, autor del álbum Rai Rebels. Y el 25 de junio de 1998, en un falso control de carretera en la Cabilia argelina, murió a tiros el cantante bereber Lounes Matoub. Malos tiempos para la canción en Argelia… y Khaled decidió afianzar su residencia en París. Desde allí viajó al festival de Las Palmas, por aquel año en la playa de Las Canteras, donde ofreció un concierto, de verdad, emocionante. Canción grande. Música para defender la libertad de vivir como dios manda… En el paseo de la playa, colgados de la baranda metálica, una docena de emigrantes argelinos asistió al recital en primera fila. Al final, ya plena madrugada, algunos de ellos lograron entrar en la zona reservada para los músicos. No querían mucho, apenas ver y tocar a Khaled, entre sonrisas y lágrimas ante el gran símbolo del país ausente.
No es fácil entender la importancia que un cantante tiene para la juventud en África. Más allá de la música, determinados artistas africanos han trascendido la simple influencia cultural en sus pueblos. Son, sin ambages, referencia para los jóvenes, ejemplo de éxito para los aspirantes a artistas. Y el argelino Khaled Hadj Ibrahim se lo ha ganado a pulso. Nació en los arrabales de Orán, donde de niño escuchaba canción magrebí y folclor español en las emisoras de radio que llegaban a la costa sur del Mediterráneo. Ya a finales de los años 80, su rai feliz y reivindicativo de las alegrías de vivir era popular entre la gente joven. En 1988 Khaled presentó uno de sus discos más valiosos, Kutché, grabado con Safy Boutella. Lo mejor, no obstante, estaba por venir. En 1992, para el sello Polygram, Khaled entregó el primer capítulo de una trilogía gloriosa: su álbum homónimo incluye Didi, cinco minutos de pop magrebí contagioso, la primera de sus canciones fetiche. N´ssi N´ssi, editado al año siguiente, mantuvo el nivel alto, preparando a su público creciente para Sahra (1996), que logró el disco de platino gracias a Aicha, sin duda la canción por la que Khaled gana un lugar de oro en el atlas sonoro de la música de África.
El 26 de septiembre de 1998, el argelino lideró el concierto 1,2,3… Soleils, orgullosa reivindicación del pop norteafricano en forma de concierto a tres bandas, junto a Rachid Taha y el joven Faudel, en el palacio de deportes de París. Lleno: 18.000 asistentes. Gran ejemplo de la capacidad comercial de las músicas africanas, Khaled ha trabajado con productores de la talla de Steve Hillage, Don Was, Jean-Jacques Goldman (verdadero autor de Aicha) y Michael Brook. Su disco más reciente, Liberté (2009), fue producido por Martin Meissonnier, quien antes trabajó con músicos africanos como Fela Kuti, Manu Dibango, Ray Lema y Papa Wemba.
Ahora vuelve Khaled al festival WOMAD capitaneando una cuota de músicas de África que cuenta también con la presencia del cantante congoleño Baloji, que ha logrado hilvanar con éxito una suerte de rap-soukous enlazando raíces de la rumba zaireña con hip hop contemporáneo, y con el cantautor guineano Oli Silva Bolama, también conocido por el nombre de Mû. Con ellos arranca la tercera excursión musical de Semilla Negra, el programa online sobre las músicas africanas de Casa África, donde además repasaremos canciones de artistas vinculados a los festivales WOMAD. Desde aquella primera noche de música africana en Shepton Mallet con el highlife de Nico Mbarga y su orquesta Rocafil Jazz en canciones como Sweet Mother. Una pieza simpática de 1976 que en África despachó más de diez millones de discos vendidos y que aquí tardaríamos varios años en bailar, gracias en parte al festival del león (y a su sello Real World), puerta de entrada de las músicas étnicas en los anaqueles de tiendas de discos de medio mundo.
Carlos Fuentes es el autor de Semilla Negra. Periodista y crítico musical, durante las últimas dos décadas ha publicado artículos, entrevistas y reportajes sobre las músicas africanas en periódicos nacionales y en revistas especializadas como Rockdelux o Serie B.
[google_plusone href= »https://www.esafrica.es » size= »tall » float= »left »] [twitter style= »vertical » related= »CasaAfrica » float= »left » lang= »es »] [fblike style= »box_count » showfaces= »false » width= »300″ verb= »like » font= »arial » float= »left »]