Hoy vamos a saldar una cuenta pendiente. Si has seguido Semilla Negra, el programa musical del Blog África Vive, sabrás que ya hemos dedicado algunas de las 36 ediciones anteriores a repasar las trayectorias de importantes artistas africanos. De imprescindibles ya fallecidos como Ali Farka Touré o Fela Kuti a cantantes que se marcharon hace poco (Cesaria Évora), valores fijos (Youssou N´Dour, Manu Dibango) y nuevas promesas que llaman con fuerza a la puerta (Fatoumata Diawara). Pendiente de mayor atención se nos había quedado una mujer que, sin duda, se ha erigido en los últimos años como la voz femenina más importante de África. O al menos de los países de África occidental. Ahora, con motivo del primer premio La Mar de Músicas, del que ya hablamos hace unas semanas, salimos de excursión por la vida y la obra de la cantante malí Oumou Sangaré. Un buen ejemplo para reflejar la importancia al alza que la mujer africana tiene en la proyección de la música del continente.
Los primeros capítulos de la historia de Oumou Sangaré no son muy diferentes a los del resto de mujeres jóvenes africanas. Nació en 1969 en Bamako, capital de Mali, donde su padre abandonó la casa familiar cuando ella tenía dos años. Su madre, Aminata Diakité, ya con tres hijos y embarazada de un cuarto, se dedicaba a cantar en fiestas familiares, en bodas, y en fiestas improvisadas en las calles. Apenas con trece años, Oumou Sangaré ya era la cabeza de familia, cantaba allí donde podía y reunía sus primeros dineros para el sustento de su madre y sus tres hermanos. En 1987, Lamine Sidibe la escuchó cantando en la calle y recomendó su entrada en el conjunto Djoliba Percussion liderado por Bamba Dembélé. A su lado, un joven músico empezaba a llamar la atención por su destreza atlética con la kora, esa arpa singular de los primeros países subsaharianos que se construye con una gran calabaza, una piel de chivo y veintiuna cuerdas. Y Oumou Sangaré se hizo amiga de Toumani Diabaté, que ocupa la generación 71 en la kora dentro de una ancestral familia de griots.
Heredera de Coumba Sidibé, referencia de la música femenina procedente de la región de Wasulú, Oumou Sangaré estudió primero las tradiciones folclóricas malienses y, de vuelta a Bamako, fundó su propio grupo con un percusionista, un flautista y un tañedor de kamele ngoni, uno de los ancestros africanos del violín contemporáneo. El éxito fue tremendo. “Aparecí en una retransmisión del canal nacional de televisión y, al día siguiente, un admirador me hizo llegar una moto nueva marca Yamaha como regalo. Y entendí que tenía que seguir cantando”. A finales de los años ochenta, el ya respetado guitarrista y bluesman Ali Farka Touré recomendó su incorporación al catálogo de la disquera británica World Circuit. Oumou Sangaré debutó en 1989 con el disco Moussolou, al que siguió el notable Ko sira dos años después. Worotan, publicado en 1996, significó un primer paso hacia el mercado norteamericano con su edición en Nonesuch.
[quote]Pero Oumou Sangaré no había salido de África sólo para vender discos. Desde su confirmación como una de las nuevas voces del continente, la cantante de Bamako ha aprovechado el altavoz de la fama para reivindicar los derechos de las mujeres africanas. [/quote]
Concienciada contra la tradición de la poligamia, Oumou Sangaré también participa de una manera activa en las campañas contra la ablación femenina en África. “La mujer representa coraje y valor por salir adelante, energía para prosperar. Si todas las mujeres africanas tuvieran oportunidad de ser libres podrían ayudar a construir mejor nuestra sociedad”, explicó a este cronista en una entrevista en 2009. “No pretendo una guerra entre hombre y mujer. Son complementarios, juntos aportan equilibrio”.
En 2001 fue premiada por la Unesco por su difusión de la música en beneficio del entendimiento entre los pueblos y la cooperación internacional. Dos años después, Oumou Sangaré fue elegida embajadora de la FAO, la agencia de alimentación de la ONU. “Podría vivir de las rentas, pero los africanos estamos obligados a apoyarnos”, incide esta cantante que, además del negocio musical, invierte en el desarrollo turístico de Mali, gestiona un hotel con sala musical en la capital y, en los últimos años, participa en labores de importación desde uno de los países más pobres de África. En las calles de Bamako no es difícil ver al coche Oum Sang, un todoterreno chino bautizado en honor a la cantante, y en los mercados populares abundan los sacos de arroz marca Oumou Sangaré. “Yo no gano ningún dinero con esto, pero parece que mi nombre ayuda a que se venda más el arroz de mi país”, añade la vocalista, que también cultiva árboles frutales de naranjas y limones, así como maíz, en una finca situada a unos cuarenta kilómetros de Bamako, en una de las ricas riberas del Níger.
En los últimos tiempos, Oumou Sangaré ha dedicado su talento musical a las colaboraciones con artistas como Dee Dee Bridgewater, Herbie Hancock y Bela Fleck. Con la primera grabó Red earth, una suerte de crónica musical (y visual, en el documental homónimo) del viaje de regreso de la gran cantante de jazz a sus orígenes africanos. Con Herbie Hancock participó en la revisión de Imagine junto a Jeff Beck, Seal y la banda congoleña Konono N°1. Su colaboración con Bela Fleck contiene momentos realmente deliciosos. A nombre propio, la última producción de Oumou Sangaré es el disco Seya (2009) en World Circuit. Con estos antecedentes, nuestra ruta musical por la trayectoria de Oumou Sangaré arranca con dos grandes piezas, la bailable Yala y la más reflexiva Maladon, para continuar por las etapas acústicas y eléctricas de la gran diva de Bamako. También pasamos lista a sus asociaciones con artistas como Bela Fleck y los africanos Baaba Maal, Toumani Diabaté y Richard Bona, rescatamos versiones acústicas menos conocidas y completamos este retrato sonoro de la cantante que ha heredado el trono de leyendas como Miriam Makeba y Cesaria Évora.
Carlos Fuentes es el autor de Semilla Negra. Periodista y crítico musical, durante las últimas dos décadas ha publicado artículos, entrevistas y reportajes sobre las músicas africanas en periódicos nacionales y en revistas especializadas como Rockdelux o Serie B.
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