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Preparando el Ramadán en Senegal

Preparando el Ramadán en Senegal
Una vista de la mezquita de la Divinidad de Dakar que este año vive su Ramadán a la sombra del coronavirus, Imagen OVA
Una vista de la mezquita de la Divinidad de Dakar que este año vive su Ramadán a la sombra del coronavirus, Imagen OVA
Una vista de la mezquita de la Divinidad de Dakar que este año vive su Ramadán a la sombra del coronavirus, Imagen OVA
Una vista de la mezquita de la Divinidad de Dakar que este año vive su Ramadán a la sombra del coronavirus, Imagen OVA

Miércoles 22 de abril de 2020. Busco en google la fecha de inicio del Ramadán este año: 23 de abril por la noche aparece directamente y en letras grandes. Busco de nuevo “Ramadan 2020 Sénégal”, y aparece un artículo de Seneweb, una de las páginas web de noticias más leídas en Senegal, que indica que la Asociación senegalesa por la promoción de la astronomía (ASPA, por sus siglas en francés) anuncia que hasta el viernes 24 por la noche no se verá la luna en Senegal. Cada año ocurre lo mismo y, de hecho, hay grupos que comienzan (y terminan) este mes santo un día antes. Sea como fuere, el buen entendimiento religioso y general en este país siempre consigue dejar atrás cualquier tipo de discordia al respecto.

En los más de once años que llevo viviendo en Dakar, no ha pasado un año en el que no haya aprendido algo nuevo sobre el modo en que los senegaleses viven el mes santo de Ramadán. Lo primero, es que hay tantos tipos de vivirlo como personas se puedan encontrar: una gran parte lo vive con gran simplicidad y aprovechan sobre todo para hacer introspección, rezar más y concentrarse en la esencia de su religión. Se practica más que nunca la generosidad y la empatía hacia quienes menos tienen. En esta época se oye hablar con frecuencia de sukerou koor (literalmente azúcar del Ramadán), término wolof que define un gesto afectivo y solidario hacia los demás, una acción de dar apoyo al otro durante el mes de Ramadán. Este gesto puede materializarse en azúcar, leche, o incluso dinero o ropa, según los posibles de cada uno. Tanto en los días previos como durante todo el mes, Dakar está en plena ebullición, y en los supermercados uno tiene la impresión de estar en vísperas de Navidad en cualquier supermercado español. Todos se movilizan para visitar a sus familias y seres queridos, y esto es algo fundamental para fortalecer los vínculos familiares y sociales: llevarles algún presente, compartir con ellos un buen ndogou en el momento de la ruptura del ayuno, o una buena cena, sobre todo los fines de semana. Yo no soy musulmana, pero los senegaleses nos integran a todos en estos momentos de unión familiar y social, independientemente de nuestro origen o religión. Es realmente un período especial, no solo para la religión, sino también para el conjunto de la sociedad senegalesa.

Son las 7:30 de la mañana y estoy terminando mi lista semanal de la compra. Esta semana añado el sukeerou koor para distribuir a los guardianes que trabajan en casas de nuestro vecindario: café, té, azúcar, dátiles y leche para su ndogou (término wolof que define el momento de ruptura del ayuno). En el residencial donde vivo hay una barrera a la entrada donde, además del guardián de turno, cada año se aglutinan por lo menos diez personas del barrio (otros guardianes, barrenderos, personal de limpieza, etc.) para compartir ese importante momento de unión social y espiritual. Normalmente, comienzan por una bebida caliente (té, infusión o café) con unos cuantos dátiles a modo de inyección de energía. A esto le añaden un bocadillo de embutido o un poco de tchakry[1]. En los años anteriores, los vecinos se turnaban para llevar hasta la barrera lo necesario para el ndogou y, más adentrada la noche, la cena. Este año, habrá que reorganizar la cena teniendo en cuenta el toque de queda que comienza, de momento, a las ocho de la tarde.

Aún es pronto para ir al supermercado, de modo que aprovecho para dar un paseo por la corniche, la avenida marítima y principal vía de acceso al centro de Dakar. Hace algunas semanas hubiera sido un verdadero infierno avanzar por esta carretera, ya que los  atascos se suceden a lo largo del día. Llevaba sin andar por esta avenida más de dos meses y la sensación es muy extraña, como de vacío: sólo me he cruzado con dos policías que vigilan la zona. El cielo está despejado, y el mar tiene un color azul profundo que nunca antes había visto.

Vuelta al coche rumbo al supermercado. Al llegar al parking, una sensación de normalidad absoluta. Tanto que, si no fuera porque al entrar te toman la temperatura y te obligan a desinfectarte las manos, (y también por la mascarilla de protección que me oprime la cara), pensaría que es un día cualquiera de un tiempo sin COVID-19. Avanzo con mi cesta y observo que ya están organizando las estanterías con los principales productos que se compran en tiempos de Ramadán: dátiles justo en la entrada y, en el pasillo central, leche, azúcar, café y té en grandes cantidades. De nuevo la sensación de vivir un año cualquiera antes del 2020. Pese a que todos llevamos dos tercios de la cara cubierta por las mascarillas, la amabilidad y la alegría de vivir se filtran y desbordan por los pasillos de la mano de los empleados incansables, con sus bonjour[2], sus salam alaykum[3], y las bromas que hacen entre ellos. Y ese buen espíritu sí que es contagioso, por suerte para todos.

De regreso a casa, vuelvo a pensar en el Ramadán y a intentar imaginar cómo será este año. La actual crisis sanitaria y el actual toque de queda van a imponer, en mayor o menor medida, una nueva dinámica social y familiar en Senegal en este período. Los encuentros sociales al atardecer, las cenas en familia y con amigos y tantas otras actividades tradicionales en este tiempo serán, para la gran mayoría, un agradable recuerdo de años pasados. El paseo marítimo, siempre lleno de gente andando y haciendo ejercicio al anochecer, sobre todo en periodo de Ramadán, estará tan desierto como lo estaba esta mañana. Imposible no sentir una punzada en el corazón. Pero, si algo he aprendido en estos años viviendo en este país, es que la capacidad de los senegaleses para superar la adversidad es impresionante. Yo confío en Senegal, en su gente y en su capacidad humana e intelectual, en su fuerza y en su perseverancia para hacer frente a esta crisis. Todos, cada uno en la medida de sus posibilidades, están haciendo lo posible para salir adelante, con paciencia, con empatía y con una sonrisa ante las dificultades. El Ramadán será, sin duda, diferente, pero seguirá siendo especial, al igual que su gente.

#RamadánMubarak #FelizRamadán #Ramadánencasa

Inmaculada Ortiz es traductora y correctora de estilo y reside en Senegal hace más de una década.



[1] Delicioso dulce a base de mijo y leche cuajada o yogur. Se le puede añadir pasas u otros frutos,  aromas como vainilla y esencia de azahar.

[2] Buenos días

[3] Saludo islámico que significa “que la paz esté contigo”. Es el saludo más utilizado en Senegal.

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