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África recuerda a Amílcar Cabral

África recuerda a Amílcar Cabral
Imagen: Anonymous en Wikimedia Commons
Imagen: Anonymous en Wikimedia Commons

Antoni Castel

Doctor en Ciencias de la Comunicación, miembro de GESA
En el quincuagésimo aniversario de su asesinato, en Conakry (Guinea), África recuerda a Amílcar Cabral, brillante intelectual y figura clave en el movimiento anticolonial. No podemos aventurar qué habría acontecido en Cabo Verde y Guinea Bissau si hubiera seguido vivo, pero sí que conocemos la influencia decisiva de Cabral, tanto teórica como práctica, en el proceso de formación de un amplio sentimiento de rechazo social a la presencia colonial portuguesa y en la creación del Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC).  

Nacido en Bafatá, en la entonces Guinea portuguesa, en 1924, y escolarizado en Cabo Verde, Amílcar Cabral es testigo de la hambruna que diezma la población caboverdiana a principios de los 40. Como en anteriores hambrunas, y Cabo Verde ha sufrido muchas a lo largo de su historia colonial, el Gobierno portugués se muestra insensible, sin reaccionar al sufrimiento de la población. Terminada la enseñanza secundaria, Cabral viaja a Lisboa, para estudiar agronomía. Allí, en la Casa dos Estudantes do Império, creada para alojar a los universitarios de las colonias, confraterniza con otros estudiantes africanos, entre los que destaca el angoleño Mário Pinto de Andrade y el mozambiqueño Marcelino dos Santos. A pesar de la vigilancia de la terrible policía política, la PIDE, en la Casa dos Estudantes do Império se discute acerca de la emancipación de unas colonias que para el Estado Novo de Oliveira Salazar forman parte de un Portugal que va “do Minho a Timor”.

A su regreso a Guinea, en 1952, trabaja como funcionario: recorre todo el país como agrónomo, una buena forma de conocer la estructura social de un país sumido en el atraso, cuya población se dedica, en gran parte, a la agricultura y la pesca artesanal. Para Portugal, Guinea es la colonia más irrelevante, por tanto, la más abandonada de las cinco que posee en África. La joya de su corona es Angola, un vergel, en el que se cultiva un café excelente, un lugar que atrae a miles de portugueses que huyen de la pobreza peninsular. En el Índico, Mozambique también es vital, con sus plantaciones, sus recursos hídricos y los servicios que ofrece a la Suráfrica del apartheid. Cabo Verde, un archipiélago en el que no se aplica el Estatuto del Indígena que solo considera ciudadanos portugueses a las personas que cumplen una serie de requisitos que no cumplirían la mayoría de los propios portugueses. En cuanto a Santo Tomé y Príncipe, las islas atlánticas, son grandes productores de cacao.

Fundación del PAIGC

Cabral funda el Partido Africano para la Independencia (PAI) en septiembre de 1956, en Bissau, en el domicilio de Arístides Pereira. Mantiene las siglas hasta 1960, en que para evitar la confusión con un partido senegalés del mismo nombre, pasa a denominarse Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde

(PAIGC). Participan en la fundación el propio Pereira, funcionario de Correos; su medio hermano Luís Cabral y otros tres jóvenes: Fernando Fortes, Júlio de Almeida y Elisée Turpin.

Con más implantación urbana que campesina, el PAIGC gana adeptos entre la clase obrera, muy reducida en un país sin industria. En el conflicto de los estibadores del puerto de Bissau, que reclaman un mejor salario, el PAIGC apoya una huelga, que termina en una carnicería, perpetrada por las tropas coloniales, el 3 de agosto de 1959. Mueren unas cincuenta personas.

La denominada matanza de Pidjiguiti fuerza a la dirección del PAIGC, acusado por el Gobierno colonial de incitar a la huelga, a refugiarse en la vecina Guinea, cuyo presidente Sekou Touré ha desafiado al general Charles de Gaulle al apostar por el no en el referéndum. En Conakry, el PAIGC decide, ante el inmovilismo del régimen portugués, desencadenar la lucha armada. El primer ataque, se efectúa contra un cuartel en la localidad de Tite en enero de 1963.

En pocos años, el PAIGC extiende su control sobre amplias zonas del país, mientras Cabral, muy activo, participa en foros internacionales, como la Tricontinental de La Habana en 1966, es recibido en audiencia por el papa Pablo VI en 1970 y estrecha lazos con dirigentes mundiales. A pesar de pertenecer a la OTAN, Portugal, presidido desde 1968 por un delfín de Salazar, Marcelo Caetano, está perdiendo la batalla de Guinea, tanto en el frente bélico como entre sus propios aliados, que justifican, con excepción del general Francisco Franco, al movimiento anticolonial. En otros dos frentes, Angola y Mozambique, Portugal también sufre cuantiosas bajas y un costo económico y social enorme.

Cabral es asesinado el 20 de enero de 1973 por Inocêncio Kani, en la sede del PAIGC en Conakry. Acerca de quién estaba detrás de su muerte se han escrito centenares de folios, sin que se pueda suscribir ninguna tesis. ¿Se trataba de un encargo del general portugués António de Spínola, gobernador de Guinea Portuguesa? ¿El presidente Sekou Touré, que llenaba las cárceles de presos políticos, recelaba de Cabral? ¿Un sector del PAIGC rechazaba el liderazgo de Cabral?

La muerte acaba con un político de talla, pero no con el PAIGC, que proclama unos meses después, en septiembre, la independencia unilateral de Guinea, reconocida por las Asamblea General de las Naciones Unidas. Por tanto, si Spínola estaba detrás del plan para matar a Cabral, había cometido un error, tan grande como lo fue en 1970 la Operación Mar Verde, el fallido desembarco para derrocar a Sekou Touré.

Casa África publicó esta obra en su Colección de Historia y Política para dar a conocer la semblanza de un líder con una preocupación genuina por la población, por las gentes. Una preocupación que aún transpira en los textos y en las memorias, una preocupación que aún mueve a pensar y a actuar.

Fin del régimen salazarista

La derrota diplomática frente al PAIGC, que denota el aislamiento internacional de la dictadura portuguesa, contribuye a la revolución de los claveles, de abril de 1974, un levantamiento encabezado por unos oficiales, con experiencia en las guerras coloniales, convencidos de la necesidad de acabar con el régimen salazarista.

Con las independencias de Guinea Bissau y Cabo Verde, se cumple el principal objetivo de Cabral, alcanzar la soberanía tras siglos de ocupación. En efecto, los dos países son soberanos, gobernados por la misma formación, el PAIGC, cuya aspiración es construir una sociedad socialista y alcanzar la unidad. El socialismo se diluye, en parte porque las elites (la pequeña burguesía a la que se refiere Cabral) se niega a suicidarse como clase. En cuanto a la unidad, queda enterrada cuando, agudizadas las tensiones entre caboverdianos y guineanos, Bernardo Nino Viera, derroca mediante un golpe de Estado a Luís Cabral, en noviembre de 1990. A partir de entonces, Cabo Verde sigue su camino: alternancia política, con papel destacado del partido fundado por Cabral; relaciones estrechas con la Unión Europea, reivindicación de su africanidad y buena gobernanza. No se puede escribir lo mismo de Guinea Bissau, sumida en crisis, luchas internas en el seno del propio PAIGC, con asesinato de Nino Viera, y subdesarrollo crónico. A pesar de sus divergencias tras las independencias, los dos países reivindican una figura inigualable, Amílcar Cabral, que trasciende a toda África.

Artículo redactado por Antoni Castel.

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