● Las últimas grandes citas electorales del continente han puesto de manifiesto el riesgo que supone la manipulación informativa y los denodados esfuerzos por combatirla
En el último año, la tensión social y política en Senegal no ha dejado de aumentar con el horizonte de las elecciones, que ahora parecen concretarse para el mes de abril, según el Consejo Constitucional, invalidando el aplazamiento impuesto por el presidente Macky Sall. El presidente ordenó en febrero retrasar las elecciones previstas para marzo hasta diciembre de 2024. A medida que se acercaba la cita y la crispación crecía, se hacía más evidente un riesgo para la democracia que encuentra el mejor caldo de cultivo en una sociedad polarizada. La desinformación amenaza con hacer saltar por los aires no solo las garantías democráticas, sino el sistema al completo. SaytuSEN2024, una iniciativa de varias organizaciones del ecosistema informativo senegalés y de la sociedad civil, representa el temor ante la desinformación, pero también el esfuerzo de la ciudadanía organizada por combatirla.
Las últimas citas electorales en el continente han demostrado una preocupación que se generaliza, pero también un panorama en el que la manipulación gana terreno a marchas forzadas y flirtea con la desestabilización e, incluso, con la violencia. En agosto de 2022, Kenia hacía frente a unas elecciones comprometidas, como en ocasiones anteriores, con la sombra de la violencia poselectoral siempre planeando y las experiencias de otras campañas en las que incluso organizaciones internacionales de medios habían colaborado en la difusión de mensajes confusos y muy delicados. La sociedad civil insistía en el riesgo de la desinformación y se movilizaba para neutralizarla. Algo parecido ocurría en las siempre competidas elecciones nigerianas de febrero de 2023. En el gigante de África occidental, los partidos se han empleado a fondo en la comunicación digital y en la parte más sombría de estas estrategias, se han invertido grandes cantidades de dinero e imaginación en el despliegue de campañas de desinformación. De nuevo, diversas organizaciones locales exploraron el uso de herramientas diversas para contrarrestar la manipulación.
En la próxima cita senegalesa, SaytuSEN2024 representa esta coincidencia de intereses y el compromiso con la democracia de entidades diversas. En la coalición que impulsa esta iniciativa aparece una nutrida representación del ecosistema informativo del país, desde la principal organización de verificación de informaciones del continente, Africa Check, hasta un medio convencional, EnQuête, y varios medios digitales con enfoques diversos, como Ouestaf News, Sétanal Média, La Maison des Reporters; y desde una institución de formación de periodistas como E-jicom hasta dos organizaciones ciudadanas, Sénégal Vote y Divan Citoyen. Esta diversidad da una idea del amplio abanico de ámbitos de la sociedad que se ven interpelados por la amenaza de la desinformación y también la diversidad de los sectores de la sociedad dispuestos a comprometerse para plantarle cara.
En el lanzamiento de esta iniciativa, sus impulsores destacaban que “desde hace meses, los medios de comunicación y las redes sociales están inundados de historias y contenidos destinados a promover o descalificar programas, individuos o grupos políticos” y, al mismo tiempo, advertían de que “algunas de estas alegaciones y réplicas, sin ninguna base factual, presentan riesgos para la paz y la cohesión social en Senegal”. Partiendo de las experiencias de otros países, el comunicado que compartieron las organizaciones implicadas señalaba que a medida que se acercaba la fecha electoral el riesgo aumentaba y el principal objetivo era preservar el prestigio y la legitimidad del proceso electoral, ya que eran conscientes de que “la manipulación electoral y la desinformación pueden influir en la elección de los electores y empañar la sinceridad del escrutinio”.
En los anteriores comicios senegaleses ya transcendieron algunos episodios de campañas de desinformación, lo que sumado al clima de crispación hace comprensible la preocupación de las diferentes organizaciones sociales. En 2019, el candidato opositor Ousmane Sonko fue acusado de haber recibido dinero para su campaña por parte de compañías petroleras. Precisamente, la denuncia de corruptelas en torno a la explotación del gas y el petróleo había sido lo que había valido cierta popularidad. El recorrido de la información siguió el camino clásico de la desinformación, un medio extranjero prácticamente desconocido publicó una pretendida filtración de la que se hicieron eco los medios locales, después el medio inicial reconoció que no se había prestado excesivo rigor a la fuente de la filtración, pero la duda ya había quedado sembrada. Cuando recientemente se hizo pública la actividad del conocido como Team Jorge, una especie de secuela de Cambridge Analytica, Senegal también aparecía entre la lista de países en los que habían actuado los profesionales de la manipulación.
La observación de los últimos procesos electorales y la vigilancia de las organizaciones dedicadas a la verificación de informaciones han puesto de manifiesto un acelerado proceso de sofisticación de las herramientas, además de un considerable desequilibrio en la disponibilidad de recursos entre los actores que están interesados por generar campañas de desinformación y quienes intentan evitar que la manipulación condicione los resultados electorales. De manera recurrente, la sombra de los deepfakes aparece como el siguiente escalón en las estrategias de confusión electorales. Sin embargo, aunque los analistas insisten en que la presencia en los ecosistemas informativos africanos es todavía escasa, ya se han producido algunos episodios que han mostrado su potencial. Por ejemplo, a mitad de año, una tosca producción realizada con un programa para animar fotografías mostraba al histórico opositor guineano Foniké Menguè, apenas dos días después de salir de prisión, mostrando su agradecimiento al gobierno, pidiendo el apoyo para las autoridades y reconociendo sus errores “en la manipulación de la población”. La mala calidad de la producción la hacía poco verosímil, pero no dejaba de dar una pista de las posibilidades que ofrece la tecnología para generar confusión, especialmente grave en situaciones de crisis sociales y políticas. Y a pesar de no ser la más extendida de las técnicas, organizaciones como Dubawa, que se dedica a la verificación de informaciones en Nigeria, Ghana, Sierra Leona, Liberia y Gambia, se ha preocupado de elaborar una guía para desenmascarar deepfakes.
Sin embargo, las preocupaciones de los verificadores se orientan mucho más hacia los canales de distribución de informaciones con carácter privado o con los que tiene una presencia relativamente efímera en las redes. Las diversas fórmulas para transmitir información en directo, especialmente los Spaces de Twitter, como un mecanismo de conversación con un alto grado de difusión, y los directos a través de Tik Tok, como la plataforma de vídeos que ha conseguido seducir a los más jóvenes en todos sus formatos, han aparecido como una de las fuentes privilegiadas de la desinformación. Paralelamente, las plataformas de mensajería instantánea, como WhatsApp o Telegram, son el pilar de las estrategias. En general, tienen una gran capacidad para generar confianza porque los mensajes llegan de emisores conocidos, cuentan con un uso masivo y una enorme capacidad de propagación y permiten compartir diferentes formatos, como fragmentos de los Spaces de Twitter o de los vídeos de Tik Tok o de Instagram, pero sobre todo las simples y directas notas de voz. Tal es su impacto que AfricaCheck también ha producido y compartido una guía que permite verificar las notas de voz.
Artículo redactado por Carlos Bajo Erro.
Imagen de portada: © Max Muselmann en Unsplash.