Para España, y especialmente para Canarias, es fundamental que la Alianza Atlántica contemple la realidad de nuestro llamado Flanco Sur y que tenga controlada la inestabilidad del Sahel y el auge del yihadismo en el continente africano
Hemos asistido en los últimos tiempos a diversas informaciones y gestos que evidencian que la situación en el Sahel, región de la que les he hablado en muchas ocasiones, se está deteriorando de forma muy preocupante. No solo se están produciendo noticias inquietantes de una mayor presencia de fuerzas yihadistas, que ganan territorio y provocan terror y desplazamientos de refugiados, sino que también se complica cada vez más la presencia de las fuerzas europeas, como la misión EUTM-Mali (de la que España es el país que más militares aporta) y se agrava y enturbia la relación diplomática y de cooperación que los países europeos mantenían con Mali, epicentro de esta inestabilidad.
Como responsable de Casa África, institución del Estado basada en Canarias que se ocupa y preocupa del continente africano ejerciendo la acción desde la diplomacia pública, creo fundamental incidir e insistir en estos temas, y que nuestra voz permita que asuntos de tanta importancia como estos sean conocidos por la ciudadanía.
Y es desde este punto de partida desde el que hoy quería hablarles de la OTAN, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la unión de países aliados de la que España forma parte desde 1982 y sobre la que estos días no paramos de oír menciones, dada su importancia estratégica, implicación e influencia en la guerra que Putin decidió librar contra Ucrania.
Como sabrán, los próximos 29 y 30 de junio, España acogerá la cumbre de la OTAN, una reunión fundamental, con gran proyección mediática global, a la que asistirán, entre otros, el presidente norteamericano y todos los jefes de Estado europeos y que, lógicamente, centrará gran parte de su tiempo en lo que está ocurriendo en Ucrania.
Lo cierto, sin embargo, es que la guerra de Putin trastocó por completo los planes y expectativas que nuestro país ponía en esta reunión, en la que se quería hacer visible, por fin, que la OTAN se ocupaba y se preocupaba de África, de lo que desde España llamamos el ‘flanco sur’, un concepto que ahora algunos ven como nuevo, pero del que varios expertos llevan más de 20 años hablando, como el analista tinerfeño Jesús Manuel Pérez Triana, estos días habitual en los programas de televisión que tratan de explicar cómo evoluciona la guerra de Putin y que ya ha estado en Casa África y colaborado con nosotros en varias ocasiones.
La OTAN, no lo olvidemos, es la organización política internacional que nos garantiza, a España y al conjunto de la Unión Europea (o al menos a todos los países adscritos), el llamado paraguas de seguridad. La tranquilidad que supone tener como aliado al principal Ejército del mundo, los Estados Unidos, teóricamente, nos permite tener la confianza de que no seremos atacados. Sin embargo, esa confianza ha pasado por algunos baches (sin ir más lejos, el mandato de Trump y sus ataques a la OTAN o incluso la retirada estadounidense de Afganistán nos han hecho en varias ocasiones preguntarnos si ese paraguas podría tener algunos agujeros).
Al margen de que es fundamental que ahora la atención esté en Ucrania (no olvidemos que la amenaza de una guerra nuclear está sobre la mesa), es necesario que la OTAN tenga un ojo puesto en el continente africano, y que realmente incluya esa mirada en su Nuevo Concepto Estratégico (así se llama el documento que marca las estrategias de la Alianza y que se renueva en alguna de las Cumbres que celebra, siendo el último aprobado en Lisboa en 2010) ante el constante crecimiento de la inestabilidad y la amenaza yihadista en África.
Desde la óptica europea, es algo parecido a lo que ha puesto sobre la mesa en varias ocasiones el máximo responsable de la diplomacia europea, Josep Borrell, al hablar del concepto de la ‘Brújula Estratégica’ de la Unión Europea, una brújula que persigue no solo crear por fin en la práctica un Ejército europeo, sino también marcar con personalidad propia (en esencia, sin depender de los norteamericanos) las prioridades geográficas en nuestra seguridad. Y eso significa, irremediablemente, mirar al sur y convertir el norte de África y África subsahariana en una prioridad de esta política de seguridad europea, que tanto nos interesa desde España y, singularmente, desde la comunidad canaria.
La importancia de que la OTAN mire hacia el sur la contó recientemente muy bien el General de Brigada Francisco José Dacoba, máximo responsable del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), en un artículo titulado ‘El Sur también existe’. En él, habla de la necesidad de que la Alianza Atlántica contemple las amenazas que puedan venir del Magreb y del África subsahariana y que ello se incluya en el concepto estratégico de los aliados, algo que en cada una de las cumbres anteriores se viene retrasando siempre con el mismo argumento: “la amenaza viene del este, no del sur”.
“Dar cabida a África, especialmente al Magreb y al Sahel, entre las prioridades de la OTAN dará coherencia y equilibrio a su esquema de seguridad, y permitirá que todos los aliados, cualquiera que sea su ubicación geográfica en el continente, se sientan igualmente concernidos y comprometidos con la seguridad de todos los demás”, escribe Dacoba, una afirmación con la que coincido al 100 %.
Nuestro ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, ha incidido en esta necesidad en varias ocasiones: “el Mediterráneo, el Magreb, el Sahel y África son vitales para la OTAN”.
Lo que será necesario enfatizar en la cumbre de Madrid, pues, es que, pese a que es obvio que la gran atención de la OTAN está puesta en el Este, con una invasión rusa que lamentablemente pocos vieron venir, la OTAN debe mirar al Sur. La creciente presencia yihadista en los países subsaharianos, el impacto del cambio climático, los golpes de Estado, la inestabilidad de gobiernos con escasas estructuras y la creciente influencia rusa son elementos muy preocupantes.
A modo de ejemplo, Rusia acaba de firmar acuerdos de cooperación militar con Camerún, tiene ya presencia estable en la República Centroafricana, ha conseguido tener una gran influencia en la Junta Militar de Mali surgida tras el último golpe de Estado y trabaja intensamente en varios países africanos con campañas de desinformación que buscan desprestigiar a los países europeos, socios tradicionales, para ganar influencia y generar inestabilidad en las relaciones.
Todos estos elementos hacen que sea lógico que cada vez estemos más preocupados, y que todo ello pueda convertir a nuestros vecinos (lo que yo he llamado en ocasiones nuestro patio trasero), en lo que la enviada especial de la Unión Europea para el Sahel, Emanuela del Re, calificó recientemente en el auditorio de Casa África como “potencial segundo teatro de confrontación”.
Antes de la crisis rusa, por ejemplo, la OTAN ya estudiaba operaciones de refuerzo de la fuerza G-5 Sahel, algo que ahora mismo ya es más difícil dado que la brecha entre la UE y Mali (con su Junta Militar cada vez más hostil y más próxima a Rusia) se agranda.
No quiero pecar de alarmista, pero debemos ser conscientes de que nos jugamos mucho en esta próxima Cumbre de la OTAN. Me consta que nuestro país, a través de nuestros Ministerios de Exteriores y de Defensa, está echando el resto para que la OTAN, en esta importante reunión, sea sensible a esta demanda que hoy les traslado, y visibilice la preocupación y haga real y efectivo el gesto de mirar también hacia el sur y no solo para el Este.
Artículo redactado por José Segura Clavell, director general de Casa África, y publicado el 1 de mayo de 2022 en Canarias7 y el 2 de mayo de 2022 en Kiosco Insular.