Del 1 al 7 de mayo se celebró en Uagadugú, capital de Burkina Faso, la Ouaga Fashion Week, el evento destinado a la moda más importante en todo el país. Con más de 2000 asistentes, la semana de la moda consiguió aunar en la capital a modistos de diferentes países, profesionales del sector textil y aficionados a la moda.
A pesar de la crisis socioeconómica y política que atraviesa el país y de no haberse podido celebrar durante dos años por la pandemia, el evento resurgió con fuerza gracias a la determinación de la juventud burkinesa. Los organizadores y los patrocinadores, como la Unión Europea o la Embajada de Estados Unidos, decidieron apostar por este evento cultural que atrajo a diseñadores de Costa de Marfil, Haití o Estados Unidos. En esta cuarta edición de la semana de la moda de Uagadugú participaron 31 diseñadores de diferentes continentes.
La joven Fashion Week fue creada por la revista “Alamod”, primera revista de moda en el país. El objetivo de Alex Zabsonre, creador de la revista y actual director de la Ouaga Fashion Week, era dar visibilidad y apoyar a los jóvenes creadores burkineses. La idea le vino al asistir a diferentes desfiles en Europa y África y darse cuenta de que no había creadores de su propia nacionalidad. Ello era debido a que no tenían un evento internacional en el que los creadores pudiesen exponer sus modelos. Así, junto con el equipo de Alamod, decidieron crear en 2018 la semana de la moda e invitar a creadores de diferentes países.
Para Alex, la Ouaga Fashion Week es una oportunidad para que los jóvenes puedan salir a exponer sus diseños a nivel internacional. Hay especialistas del mercado textil internacional que viajan desde el extranjero para instruir a las jóvenes promesas de la moda del antiguo Alto Volta. “La Embajada de Estados Unidos ha enviado a un especialista del mercado cultural internacional que va a hablar de cómo los diseñadores que participan en la Ouaga Fashion Week, y que no conocen los Estados Unidos, pueden entrar en el mercado americano”, afirmó Alex.
Además de los desfiles, con el fin de fomentar los intercambios entre los profesionales del sector textil y los artistas se creó el Fashion Bussiness Center. Durante los días que duró el evento, en este centro se impartieron varias “masterclasses” para los alumnos de las escuelas de costura y jóvenes talentos. Igualmente, se organizaron mesas redondas para fomentar los intercambios entre los diseñadores que querían iniciarse en la alta costura y los profesionales del textil. “Creo que es algo que falta en África, el intercambio entre diseñadores”. Según el director de la Ouaga Fashion Week, “tiene que haber intercambios entre los diseñadores locales e internacionales para que puedan hacer una colaboración o que los creadores burkineses puedan ir a otras semanas de la moda en el extranjero”. Gracias a este evento y a los intercambios entre los participantes, jóvenes creadores que participaron en anteriores ediciones pudieron crear su propio negocio y vivir de su pasión. También potenció que los artistas pudiesen exponer sus colecciones en eventos a nivel internacional. Para Alex, las semanas de la moda de Nigeria y Sudáfrica, dos de las más importantes de todo el continente, son una fuente de inspiración y su sueño es que, en un futuro, la Ouaga Fashion Week pueda estar entre las tres principales semanas de la moda del continente.
Según Zabsonre, “hay un mercado potencial enorme. La gente nos dice que el tejido tradicional “faso dan fani” no es fácil de llevar, pero con la Fashion Week queremos demostrarles que el tejido se puede llevar de diferentes formas. En los últimos 10 años, el tejido “faso dan fani” se ha modernizado, se ha hecho más ligero y la gente ya no necesita llevar algo hecho en China. Pueden llevar fácilmente algo hecho en Burkina Faso”.
En este país, el algodón y los tejidos tradicionales tienen una especial relevancia. La producción de algodón y su exportación suponen el 5 % del PIB del país y 4 millones de personas viven de esta planta en Burkina Faso. Una gran parte del algodón que se produce se usa para tejer la tela por excelencia del país, el “faso dan fani”. Esta tela tradicional es un símbolo del país, pero también de la opción de consumir local en una región inundada por telas y paños de vivos colores provenientes de China. Así, fomentar los tejidos típicos de la subregión es un acto político y económico. Promover el consumo local permite conservar los empleos en el sector textil burkinés en un país en guerra y que se encuentra entre uno de los diez países más pobres del mundo, según Naciones Unidas. Por ello, contribuir a la economía local a través de la moda es un acto de resiliencia para sobrevivir y uno de los objetivos de la semana de la moda burkinesa.
A pesar de la desesperación que la pobreza y la violencia están infligiendo en sus vidas desde hace más de un lustro, los burkineses han decidido no huir, seguir viviendo y crear porque eso también es una forma de resistir. Como escribió Ernesto Sabato en su libro Hombres y engranajes, “lo admirable es que el hombre siga luchando y creando belleza en medio de un mundo bárbaro y hostil”.
Artículo redactado por Ana López García.