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La Lagos colonial, una ciudad muy avispada

La Lagos colonial, una ciudad muy avispada
La construcción de ferrocarriles y el desarrollo del puerto a partir de finales del siglo XIX promovió el comercio en la ciudad. Imagen: OpenUpEd
La construcción de ferrocarriles y el desarrollo del puerto a partir de finales del siglo XIX promovió el comercio en la ciudad. Imagen: OpenUpEd

Ayodeji Olukoju

Profesor universitario de Nigeria experto en historia económica
La construcción de ferrocarriles y el desarrollo del puerto a partir de finales del siglo XIX promovió el comercio en la ciudad. Imagen: OpenUpEd
La construcción de ferrocarriles y el desarrollo del puerto a partir de finales del siglo XIX promovió el comercio en la ciudad. Imagen: OpenUpEd

Por Ayodeji Olukoju. La ciudad de Lagos, a la que los lugareños también llaman Eko, fue conocida como «el Liverpool de África Occidental». Se ganó este apodo durante los años 80 de siglo XIX debido a su preeminencia en el comercio de la región. Esta ciudad portuaria fue declarada Colonia de la Corona en el año 1861 y, durante los últimos compases del siglo XIX, llegó a convertirse en el asentamiento costero más importante de África Occidental, recibiendo a empresarios y emprendedores tanto extranjeros como autóctonos. En Lagos, los hombres de negocios africanos se dedicaban principalmente a las importaciones, aunque algunos también participaban en la exportación de diversos productos locales. Aunque estos eran bastante variados, los que más se exportaban entre 1900 y 1950 eran el aceite de palma y la nuez de palma. Además, a partir de los años 20, la exportación de cacao procedente de las tierras interiores occidentales de Nigeria contribuyó a enriquecer la oferta de exportaciones que salían de Lagos.

La construcción de diversos ferrocarriles y el desarrollo del puerto a partir de finales del siglo XIX facilitó mucho el comercio. Las líneas ferroviarias de Lagos se extendieron hacia el norte, llegando a la región yoruba y a importantes núcleos urbanos y comerciales, como Abeokuta, Ibadán, Osogbo e Ilorin, durante la primera década del siglo XX. En el año 1912, la línea de ferrocarril de Lagos se conectó con otra línea ferroviaria del norte de Nigeria que unía las ciudades de Kano y Baro (esta última se encontraba junto al río Níger). Dos años más tarde, los dos territorios coloniales británicos que había en lo que hoy en día es Nigeria, la Colonia de Lagos y el Protectorado de Nigeria del Sur (cuya capital era Kaduna), se unieron de modo formal, y Lagos fue declarada su capital. Las reformas en el puerto de la ciudad se completaron durante ese mismo año, que, por otra parte, fue en el que comenzó la Primera Guerra Mundial. Estas reformas permitieron que el puerto fuera accesible para el transporte marítimo, lo que supuso que Lagos ocupara tres posiciones fundamentales para la política económica de la recién creada Nigeria. Era, al mismo tiempo, la capital del país, su puerto más importante y el lugar desde el que se extendía su red ferroviaria, ventajas que reforzaron su preeminencia, no solo en Nigeria, sino en todo el territorio de África Occidental.

Mapa de Lagos extraído de «Nouvelle Géographie universelle. La terre et les hommes», publicado en París en 1876.
Mapa de Lagos extraído de «Nouvelle Géographie universelle. La terre et les hommes», publicado en París en 1876.

El desarrollo tanto de los puertos como del ferrocarril en Nigeria atrajo al comercio y a personas que migraban desde regiones vecinas y lejanas. La ciudad gozaba de prosperidad económica e instalaciones modernas: electricidad, agua potable, tranvía, oficinas de correos y telégrafos, autobuses, instituciones educativas, periódicos… Estas y otras comodidades del mundo desarrollado formaban parte de la vida en la ciudad de Lagos, que fue testigo del surgimiento de una pequeña élite empresarial y profesional local. Los trabajadores africanos eran consumados expertos en diversos ámbitos, como el derecho, la medicina, la ingeniería, el periodismo o la educación. La mayoría realizaba sus estudios en Reino Unido y entre ellos había descendientes de antiguos esclavos procedentes de Brasil y Sierra Leona.

Algo ciertamente destacable de la ciudad portuaria de Lagos es su rica cultura, una mezcla de influencias de los indígenas yoruba, los europeos, los saro de Sierra Leona y los lusófonos procedentes de Brasil. En los ámbitos de la cocina, la vestimenta, la religión y las costumbres sociales, Lagos mostraba un grado de ilustración, sofisticación y cosmopolitismo que únicamente ha podido igualar la ciudad de Freetown, capital de Sierra Leona, conocida como la «Atenas de África Occidental». A pesar de todo esto, la ciudad tuvo que hacer frente a desafíos propios de la urbanización (sobrepoblación, crimen, enfermedades y encarecimiento del coste de la vida) que supusieron un difícil obstáculo para el mantenimiento del orden, la sanidad, la vivienda y el suministro de productos alimenticios.

Lagos ejercía una gran influencia política, comercial y cultural sobre los territorios del interior. La ciudad de Abeokuta, a unos 90 km al norte, se convirtió en un centro de operaciones alternativo para las élites de Lagos, pues solían tener bastantes lazos con ella, ya fueran empresariales, religiosos o familiares. Abeokuta y Lagos habían mantenido durante mucho tiempo relaciones culturales, comerciales y dinásticas a través de una ruta terrestre y, sobre todo, a través del río Ogun, por el que se podía navegar desde una ciudad a la otra durante gran parte del año. Lagos y Abeokuta se convirtieron en núcleos de la «civilización», como se la conocía por aquel entonces. Fueron los primeros lugares en los que hubo periódicos (el primer periódico nigeriano fue el Iwe Irohin, un tabloide yoruba publicado en Abeokuta en 1862), imprentas, misioneros europeos (Badagry fue la primera ciudad a la que llegaron), escuelas de educación primaria y secundaria, juzgados, iglesias, mezquitas y establecimientos comerciales.

La cultura de celebración en Lagos está por todas partes, hasta el punto de que los habitantes de otras ciudades nigerianas la llaman jocosamente «Eko para el espectáculo». Imagen: shawnleishman/Flickr
Lagos respira una rica cultura, mezcla de influencias yoruba, los europeos, los saro de Sierra Leona y los lusófonos procedentes de Brasil. Imagen: shawnleishman/Flickr

La influencia de Lagos se extendió más allá de los territorios colindantes. La red de lagunas que conectaba Lagos con Badagry, al oeste, y con los territorios costeros yoruba, al este, aseguraban el suministro de comida para el consumo en la ciudad y de productos y bienes procedentes de las áreas forestales que se exportaban a través del puerto. Tras la construcción del ferrocarril, las vías fluviales tierra adentro (los pequeños ríos y humedales cercanos a la costa y el río Ogun) ofrecieron una fuerte rivalidad en lo que a transporte se refiere, que no cesaría hasta finales de la Primera Guerra Mundial. La afinidad cultural con los territorios yoruba y la proximidad geográfica aseguraron la llegada constante de personas a Lagos. Aquellos que volvían a sus lugares de origen desde la capital extendían la influencia de la ciudad más allá de los dominios de esta. Era normal que algunas costumbres sociales y ciertos estilos de moda vanguardistas surgieran primero en Lagos y más tarde acabaran llegando al interior. Por ejemplo, fue en Lagos donde se inventó, a principios de los años 20, la práctica yoruba conocida como aso ebi, que consistía en llevar una vestimenta específica en ocasiones especiales (una boda, un entierro u otros eventos sociales) como símbolo de solidaridad y cordialidad. Esto ocurrió en el contexto del boom comercial posterior a la Primera Guerra Mundial, que desató una efímera ola de gasto y de consumismo conspicuo. El aso ebi ha sobrevivido hasta nuestros días, aunque desde su aparición a comienzos del siglo XX siempre ha recibido críticas por ser una práctica derrochadora e inmodesta, aunque estas no han servido de mucho. Esta costumbre se extendió por toda Nigeria, especialmente por el sur del país, zona de la que proceden millones de residentes de la capital.

La cultura de celebración en Lagos está por todas partes, hasta el punto de que los habitantes de otras ciudades nigerianas la llaman jocosamente Eko for show (Eko para el espectáculo), en referencia a las ansias de llamar la atención asociadas con la juventud de Lagos. El estilo de vida ostentoso asociado con Lagos también se aprecia en la expresión yoruba owo Eko, eko l’ongbe (El dinero que se gana Lagos normalmente se gasta aquí). Esto, no obstante, es una generalización engañosa. La cultura de ahorro puede apreciarse en los ámbitos profesionales más notables de los lagosenses, como son, entre otros, la industria y el comercio, así como en el tamaño de la economía de la ciudad (la quinta mayor de toda África). Ese logro no habría sido posible si todos los lagosenses fueran unos despilfarradores. En realidad adoran la vida, pero trabajan mucho al mismo tiempo. Además, también son gente inteligente, como dice la expresión Eko Akete, Ilu Ogbon (Lagos, la ciudad de los avispados). Se dice que si alguien engaña a una persona en Lagos, esa persona jamás volverá a ser avispada si se marcha a otro lugar.

Ayodeji Olukoju es profesor en la Universidad de Lagos (Nigeria). Fue investido miembro de la Academia Nigeriana de las Letras en 2011  y es autor de más de 100 publicaciones sobre historia de Nigeria desde una comparativa marítima, social, económica y urbana. El profesor Olukoju ofrecerá en Casa África, el viernes 1 de diciembre a las 18.30 horas, la conferencia Puertos africanos y desarrollo, una perspectiva históricaTraducción: Cristo Matos Rivero.

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