Un análisis de las estrategias industriales en desarrollo (Africa’s Development Dynamics Report 2019 ) muestra que la mayoría de los países africanos tienen la intención de intensificar las actividades de elaboración en subsectores como las agroindustrias, los fertilizantes, los metales y los materiales de construcción. Para ello, es urgente mejorar la calidad del suministro de energía en todo el continente. La cooperación regional en materia de energía entre las ciudades intermedias transfronterizas de África puede ser un giro de 180º.
En primer lugar, analicemos los principales desafíos.
En la actualidad, las actividades de procesamiento industrial y de los servicios de transporte no representan más del 35% del consumo total de energía en África (véase la figura 1, según la base de datos OCDE/AIE 2019). Las redes eléctricas de África están luchando por hacer frente a las necesidades actuales: de media, las empresas de África Subsahariana se enfrentan a 8,5 cortes de electricidad al mes (Banco Mundial, Encuestas sobre empresas, 2019), y el 40,5% de ellas consideran que el acceso insuficiente a la energía es una importante limitación para su crecimiento y competitividad.
Se prevé que entre 2018 y 2040 la demanda de energía de África crecerá el doble de rápido en comparación con el promedio mundial (AIE, 2019). En África Subsahariana (sin incluir a Sudáfrica), la demanda de energía se cuadruplicará y aumentará en una tasa media del 6,5% anual. Es probable que la demanda de los sectores de la industria y los servicios aumente en un 6% anual durante el mismo período. Para hacer frente a la creciente demanda se requerirá una mayor inversión, no sólo en la generación de energía, sino también en la infraestructura de transmisión y distribución. Se estima que el nivel de inversión necesario para lograr el acceso universal a la energía en África Subsahariana es de 27.000 millones de dólares estadounidenses al año (2018-2030); es decir, al menos el doble de los niveles actuales de financiación de la energía (Corfee-Morlot, 2019).
Los programas de inversión pública por sí solos no serán suficientes para satisfacer la necesidad de más energía. Sin embargo, en 34 países de los 43 que componen África Subsahariana, los marcos normativos actuales para el suministro de energía no permiten la participación del sector privado en las actividades de transmisión y distribución (AIE, 2019). La movilización de fondos para el sector energético sigue siendo una ardua tarea. A pesar de los importantes esfuerzos que han realizado las iniciativas de reserva de energía para establecer mecanismos y órganos reguladores para el comercio de energía en todas las regiones de África, los gobiernos han hecho pequeños progresos en cuanto a la financiación de la infraestructura de interconexión. En muchos casos, la disposición de los países a incurrir en costos de interconexión energética es limitada, ya que tienden a considerar estas inversiones como un costo adicional que no siempre se traduce en la generación de electricidad (ECDPM, 2019).
En este contexto, las ciudades intermedias pueden ser un cambio en la búsqueda de soluciones rentables para la energía.
Es probable que las ciudades pequeñas y medianas representen una gran parte del aumento de la demanda de energía en África. Con una población urbana que se duplicará en los próximos 25 años, África está atravesando una rápida transición a la vida urbana, principalmente en ciudades y pueblos intermedios con menos de 500.000 habitantes. Esta transición a la vida urbana representa el 67% del crecimiento urbano entre 2000 y 2018 (BAfD/OCDE/PNUD, 2016). Ante este panorama de rápido desarrollo urbano, la potenciación de las actividades productivas en las ciudades intermedias desempeñará un papel clave para conectar las cadenas de suministro rurales y urbanas de África y ayudar a las pequeñas y medianas empresas locales a satisfacer la demanda regional. Los países se beneficiarán de la ampliación del suministro de energía a las actividades productivas, como el procesado de los alimentos, los servicios de suministro de insumos agrícolas, la logística o las instalaciones de almacenamiento. En Costa de Marfil Coulibaly et al. (2014) se percataron de que cuando el cociente de localización o concentración de las empresas aumenta en un 10 % en ciudades intermedias como Daloa (en la subregión centro-occidental) o en Odienne (en la subregión noroccidental), las empresas que operan allí aumentan sus ventas en un 15% y en un 17% respectivamente. En cambio, para Abiyán el efecto es negativo: un aumento del 1 % en el cociente de localización en Abiyán está relacionado con una reducción del 10 % de las ventas, lo que indica que los costos de la congestión prevalecen en esta ciudad de 4 millones de habitantes.
Las cortas distancias entre las ciudades fronterizas favorecen la cooperación regional y muchas de las ciudades intermedias de África están situadas a menos de 50 km de las fronteras de los países (véase, por ejemplo, el mapa 1). Además, la población en las ciudades fronterizas de África Occidental ha aumentado incluso más rápido que en otras ciudades (OECD/SWAC, 2019). Los países vecinos están comenzando a beneficiarse de esta proximidad geográfica entre las ciudades mediante el establecimiento de zonas económicas especiales transfronterizas. Por ejemplo, en 2018, Burkina Faso, Costa de Marfil y Mali crearon la SKBO, la primera zona económica especial transfronteriza de África Occidental. Su objetivo es incentivar a las empresas agroindustriales y mineras a que se establezcan en la zona que se encuentra entre las ciudades de Sikasso, Korhogo y Bobo-Dioulasso (AUC/OECD, Africa’s Development Dynamics 2018). En marzo de 2019, Etiopía y Kenia anunciaron un plan consistente en convertir la región de Moyle en una zona de libre comercio transfronteriza (UNCTAD, World Investment Report 2019)
Mapa 1: AGLOMERACIONES Y SU DISTANCIA DE UNA FRONTERA EN ÁFRICA OCCIDENTAL, 2015
Estas zonas económicas especiales (ZEE) transfronterizas son soluciones prometedoras y rentables para la cooperación regional en materia de energías renovables. Las zonas económicas especiales transfronterizas pueden proporcionar la escala necesaria para acelerar el despliegue de las energías renovables en África y, por lo tanto, reducir la desconexión entre su inmenso potencial y las actuales tendencias de inversión. A pesar del evidente progreso en el desarrollo de las energías renovables en unos pocos países de África entre 2010 y 2018 (IEA, 2019, p368), alrededor del 93 % del potencial hidroeléctrico económicamente viable de África sigue sin explotarse (UNEP, 2017). Un cambio importante hacia las fuentes de energía modernas, como las renovables, el gas natural y la mejora de la eficiencia energética, puede ayudar a África a impulsar una economía cuatro veces mayor que la actual con sólo un 50% más de energía en 2040. (IEA, 2019). Los beneficios también son considerables en lo que respecta a los costos de generación de energía a la vista de la disminución de los costos de las tecnologías renovables (IEA, 2019 Renewables Market report).
África necesita energizar su transformación productiva, especialmente en los sectores de empleo intensivo. El dinamismo de las ciudades intermedias proporciona una gran oportunidad para conseguir este objetivo si los países actúan regionalmente.
Bakary Traoré (Economista, Centro de Desarrollo de la OCDE) y Elisa Saint-Martin (Analista de políticas junior, Centro de Desarrollo de la OCDE).
Este artículo se publicó originalmente en inglés en la plataforma de Blog del Centro de Desarrollo de la OCDE. Para leer más artículos relacionados con el desarrollo vaya a https://oecd-development-matters.org/
Traducción realizada para Casa África por María José Estupiñán y Andrea García Zamora.