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Ethiopian Airlines, una excepción en un sector con pérdidas por la pandemia

Ethiopian Airlines, una excepción en un sector con pérdidas por la pandemia
Imagen: John Taggart from Sunbury on Thames, Middlesex, en Wikimedia Commons

Antoni Castel

Doctor en Ciencias de la Comunicación, miembro de GESA

En un área económica tan competitiva como la aviación destaca una compañía africana Ethiopian Airlines, una de las tres en el mundo que no perdió dinero durante una pandemia que se llevó por delante a numerosas empresas aéreas. Primera por pasajeros transportados en África, participa en la gestión y accionariado de compañías nacionales de Nigeria, Zambia y Malaui y en una con vocación regional, Asky.

Ethiopian Airlines sobresale en un continente en el que no abundan las empresas bien gestionadas, y menos si son de propiedad estatal. Fundada en 1945 por el emperador Haile Selassie, la compañía cuenta en sus primeros años con el apoyo de la estadounidense Trans World Airways (TWA), ya desaparecida porque es absorbida por American Airlines en el 2001. El primer vuelo internacional lo efectúa casi año después, en abril de 1946, al unir Addis Abeba con El Cairo, con escala en Asmara, capital de Eritrea, entonces bajo administración británica. Utiliza un Douglas C-47 Skytrain, un avión militar de la Segunda Guerra Mundial comprado a los Estados Unidos, adaptado para el transporte de viajeros.

El emperador Haile Selassie, el Negus, es derrocado en septiembre de 1974 por un grupo de militares jóvenes, influenciados por el marxismo. Pese a su programa radical, que establece la privatización de empresas y la colectivización de la tierra, la junta militar, el Derg, que encabeza Mengistu Haile Mariam, mantiene la gestión capitalista de una compañía que es la carta de presentación del país en el exterior. En un periodo oscuro, de represión, aislamiento y estrecha alianza con la Unión Soviética y Cuba, Ethiopian Airlines sigue comprando aviones a los fabricantes estadounidenses, en los años 1980 a Boeing.

El régimen del Derg acaba en 1991, con la entrada en la capital de la guerrilla del Frente Popular de Liberación Tigré (FPLT), que dirige Meles Zenawi. Derrotado militarmente, el presidente Mengistu deja el país para buscar asilo en Zimbabue. Este periodo convulso de la historia de Etiopía la vive de cerca Tewolde Gebremariam, quien será años más tarde el artífice de la modernización de Ethiopian Airlines.

Gebremariam, que entra a trabajar en la empresa en 1985, es nombrado máximo ejecutivo en el 2011. Cuando deja el cargo, por razones de salud, once años después, Ethiopian Airlines se ha convertido en la primera compañía aérea de África por número de pasajeros transportados, al superar a South African Airways, Egyptair, Royal Air Maroc y Kenya Airways. La flota pasa de 30 a 130 aviones, y la facturación se triplica, de 1300 millones de dólares a 3900 millones en el ejercicio 2019-2020. Los destinos llegan a 120.

Durante la pandemia del covid, la compañía se mantiene activa: en lugar de pasajeros, los aviones transportan carga, en gran parte sanitaria, desde China. También efectúan vuelos de repatriación, contratados por gobiernos. Aunque debe mantener aviones en el suelo, las operaciones que lleva a cabo le permiten cerrar dichos ejercicios, de 2020 y 2021, en verde, un hecho excepcional en el mundo de la aviación. Ethiopian es una de las tres únicas compañías en el mundo que no pierden dinero. Las otras dos son coreanas, Asiana Airlines y Korean Airways. En África, las pérdidas en el sector aéreo alcanzan los 1600 millones de dólares.

La solidez financiera le permite invertir en África. Participa en el accionariado y la gestión de las compañías nacionales de Chad, Zambia, Malaui y Mozambique, con resultados peores de los esperados. En Chad, Tchadia Airways debe liquidarse en el 2021, tres años después de su creación. Lo mismo ocurre en Mozambique, donde Ethiopian Mozambique Airlines, que competía con la nacional LAM (Linhas Aéreas de Moçambique), deja de volar en el 2021 por los efectos catastróficos de la pandemia. Mejores son los números en Zambia Airways y Malawian Airlines, que se fundan sobre la base de las anteriores compañías nacionales, quebradas por su funesta gestión.

En Nigeria, el caos aéreo es legendario a causa de la burocracia y la corrupción. En el país más poblado del continente, los aeropuertos son una ratonera, y las compañías nigerianas son conocidas por sus atrasos y anulaciones. En un intento de crear una compañía nacional de prestigio, el presidente Muhammadu Buhari firma con Ethiopian un acuerdo. En Nigeria Air, que volará en principio con tres aviones en rutas nacionales, participan el Fondo Soberano de Nigeria, con el 46 %; el Gobierno federal (5 %) y Ethiopian Airlines (49 %). La antecesora de dicha compañía es Nigeria Airways, fundada en 1958 y liquidada en el 2003.

La creación de Asky

En África Occidental, Ethiopian tiene la joya de su corona, Asky, una compañía con base en el aeropuerto de Lomé (Togo) creada en 2010. En su accionariado participan Ethiopian (40 %), bancos africanos (Ecobank y BOAD) e inversores privados. Obtiene beneficios desde 2015. Asky suple la falta de una aerolínea que una las capitales del África Occidental. Desde la desaparición de Air Afrique, que tenía vocación panafricana, en 2002, una persona que quisiera ir de Lomé a Dakar, por ejemplo, debía pasar por París, con el consiguiente encarecimiento del billete y la pérdida de tiempo.

Miembro de Star Alliance, en la que participan, entre otras, la alemana Lufthansa y Singapore Airlines, Ethiopian lleva la bandera no solo de su país, sino de África por Europa, Asia y América. Al borde de la bancarrota South African Airways y con pérdidas que hacen dudar de la viabilidad de Kenya Airways, Ethiopian se consolida como la aerolínea africana más sólida, calificada con cuatro estrellas por Skytrax. En el capital de Kenya Airways participan el Gobierno keniano (49 %), bancos y fondos de inversión y la neerlandesa KLM (7 %).

Capitalidad africana de Addis Abeba

En sus análisis, los gestores del sector aeronáutico subrayan que Ethiopian Airlines se beneficia de una política proteccionista del Gobierno etíope, que impide la entrada en el mercado nacional de otros operadores. También se destaca la capitalidad africana de Addis Abeba, sede de la Unión Africana (UA) y de la Comisión Económica para África (CEPA), creada en 1958 por las Naciones Unidas. Dos organizaciones que cuentan, sobre todo en el caso de la Unión Africana, con centenares de expatriados, que viajan con frecuencia a sus hogares en los diferentes países africanos.

En África abundan las compañías que son un desastre financiero y en el servicio prestado, a pesar de la protección de sus gobiernos. Air Algérie, Tunisair, por poner un ejemplo en el norte de África, acumulan pérdidas y más pérdidas y atrasos en sus vuelos. La propia Air Afrique fue un modelo de mala gestión y derroche, y gran parte de las compañías nacionales languidecen (TAAG, Air Namibia, TACV…). En un panorama africano tan desolador, que una compañía destaque a nivel mundial es una buena noticia.

Artículo redactado por Antoni Castel.

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