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¿De verdad son los recursos naturales una maldición para África?

¿De verdad son los recursos naturales una maldición para África?
Las minas de Ngwenya, en Suazilandia, están consideradas como las más antiguas del mundo
Las minas de Ngwenya, en Suazilandia, están consideradas como las más antiguas del mundo
Henri Bernard Solignac-Lecomte, durante su ponencia en Casa África
Henri Bernard Solignac-Lecomte, durante su ponencia en Casa África

Durante el pasado mes de julio, y por invitación de nuestros amigos de Casa África, tuve el privilegio de dar una charla a un grupo de empresarios, dirigentes políticos y diplomáticos de las Islas Canarias en la que defendí la idea de que, hasta la fecha, África ha fracasado a la hora de sacar el máximo provecho de sus recursos naturales en una época en la que los precios internacionales de las materias primas se han disparado.

“Aguarde un momento,” ya les oigo decir: “¿No es de manual que un país que quiere desarrollarse tiene que olvidarse de las materias primas y centrarse en construir fábricas? ¿No sería bueno, pues, dejar la mayoría de recursos naturales bajo tierra y los campos, subexplotados?”.

En absoluto. Si se gestionan bien, los recursos naturales pueden jugar un papel principal en la transformación de las economías. ¿Cómo? Según nuestro último informe, Perspectivas Económicas en África 2013, hay que aplicar tres principios.

El primer principio pasa por superar la dependencia como la clave para un desarrollo basado en los recursos naturales, pero la abundancia de recursos naturales no es algo malo en sí mismo. Cuando consideramos las economías de recursos en todos los niveles de desarrollo (excluyendo por el momento los países exportadores de petróleo de Oriente Medio), vemos que cuando el país se hace más rico, la importancia relativa de los recursos naturales en la economía disminuye, y otros sectores, en la industria y los servicios, se hacen más importantes; pero la cantidad absoluta de recursos naturales para la explotación sigue incrementándose, con más inversión y nuevas capacidades para la explotación y la exploración.

El segundo principio es que para diversificarse mas allá de los recursos naturales hasta los sectores secundario y terciario, hay que empezar por diversificar entre  los recursos naturales que se explotan. Y aquí es donde coincidimos con la premisa de esta charla. La mayoría de las veces, los países que tienen mucho mineral de hierro tienen también oro u otros metales y minerales, y algo de terreno cultivable. Cuando esto sucede y el sector primario es extenso y cubre un amplio rango de diferentes recursos naturales, la capacidad industrial del país se beneficia de esta circunstancia.

En otras palabras, en las condiciones correctas, los recursos naturales pueden ser una fuente importante de diversificación. Chile, por ejemplo, ha usado las ganancias obtenidas por la venta de su cobre para invertir en nuevos productos agrícolas y pesqueros, como el salmón, que antes no exportaba. Malasia ha invertido sus ingresos petroleros en silvicultura y aceite de palma, estableciendo industrias que han tenido mucho éxito. Indonesia ha usado los ingresos de su industria petrolera para suministrar fertilizantes a los agricultores y desarrollar nuevos cultivos, estableciendo las bases para la revolución verde del país.

A su vez, esta diversificación dentro del sector primario es un motor de desarrollo mediante el estímulo de otras capacidades, y esto es, precisamente, la piedra angular de la transformación estructural. En términos sencillos, las capacidades son las cosas que un país “puede/sabe hacer”, su saber hacer tecnológico y sus habilidades, por ejemplo, o la calidad de sus servicios públicos en áreas como la infraestructura, la educación, la salud, etcétera. Los países que tienen una producción fuerte y diversificada de recursos naturales tienen más oportunidades para desarrollar sus capacidades. Pensemos en Sudáfrica: pasó de suministrar herramientas sencillas para sus empresas mineras a convertirse en un suministrador internacionalmente competitivo de la industria minera mundial. O en Chile que desarrolló exitosamente su saber hacer local para adaptar la tecnología minera a las condiciones locales. O Nigeria que ha empezado a desarrollar una industria que suministra productos a sus sectores nacionales de recursos.

Las minas de Ngwenya, en Suazilandia, están consideradas como las más antiguas del mundo
Las minas de Ngwenya, en Suazilandia, están consideradas como las más antiguas del mundo (Imagen: Heather Dowd)

En general, cuantas más materias primas sin procesar exporta un país competitivamente, tantos más productos manufacturados acaba exportando competitivamente. Por ejemplo, Sudáfrica exportó 46 materias primas de forma competitiva en 2005 y 197 productos finales manufacturados en 2010. En cambio, Angola exportó solo una material prima (petróleo) de forma competitiva en 2005 y 24 productos finales manufacturados en 2010.

El tercer punto de nuestro análisis es igualmente crucial: la transformación estructural y los sectores de recursos naturales suelen verse encorsetados por los mismos cuellos de botella. La mayoría de los sectores de recursos naturales precisan de las mismas condiciones fundamentales que el resto de sectores de la economía: buenos servicios públicos e infraestructuras, una gestión del territorio clara y un nivel razonable de derechos de la propiedad. Las materias primas agrícolas y mineras son las que necesitan especialmente un entorno propicio para los negocios si quieren progresar. Estas materias primas también ofrecen la mayoría de las oportunidades para la transformación estructural a través de relaciones económicas con otros sectores y la creación de empleo. Por contraste, los recursos que proporcionan altos ingresos, como el petróleo y el gas natural, pueden desarrollarse en cualquier entorno, pero ofrecen mucho menos en términos de relaciones con otros sectores y empleo; estos son los sectores que por el contrario pueden llevar rápidamente a la dependencia y, por lo tanto, necesitan una gestión firme.

Por ello, en vez de desentenderse de los recursos naturales, los países africanos deberían tenerlos en cuenta para desarrollar sus ventajas y las oportunidades que ofrecen para crear una economía diversificada. El problema es el siguiente: la mayoría de los países tienen, de salida, pocas capacidades de apoyo. Por ello, necesitan adoptar una posición política activa para potenciar una transformación estructural basada en los recursos naturales y aprovechar las oportunidades para el empleo y la mejora tecnológica. Nosotros sugerimos que los gobiernos africanos prioricen las siguientes tres áreas.

Primero, los sectores de recursos naturales, como las minas, necesitan una amplia variedad de suministros. Hay que ayudar a las empresas locales a convertirse en suministradores de multinacionales y eventualmente algunas acumularán capacidades y experiencia y se desarrollarán como industrias competitivas internacionalmente, como se ha visto en Australia y Sudáfrica. Encontramos algunos ejemplos prometedores de esto en Mozambique: el programa Mozlink llevado a cabo por la compañía Mozal, una fundidora de aluminio, en cooperación con la Coorporación Financiera Internacional (CFI) y el Centro de Promoción de la Inversión (Investment Promotion Centre) de Mozambique.  La iniciativa fue establecida para mejorar la capacidad de los suministradores locales para que fueran capaces de competir con éxito en la obtención de contratos con Mozal y otras empresas internacionales. Entre 2002 y 2007, 45 pymes recibieron formación dentro de la iniciativa; la inversion operativa de Mozal en las empresas mozambiqueñas aumentó de 5 millones de dólares americanos al mes a 17; el número de compañías locales con suministro de bienes a Mozal aumentó de 40 a 250, y la calidad de la gestión, mantenimiento y seguridad en las pymes aumentó un 20% de media.

En segundo lugar, las capacidades acumuladas en los sectores de recursos pueden ser aplicadas en otros sectores. El conocimiento adquirido en Suecia como resultado del desarrollo del sector forestal ayudó al país a reaccionar rápidamente a las innovaciones tecnológicas que impulsaron la expansión de las telecomunicaciones y la informática. Berkeley y Stanford, que son hoy en día universidades de reconocido prestigio en el campo de la investigación y están muy involucradas en Silicon Valley, empezaron como escuelas mineras para la emergente economía de recursos de California a finales del siglo XIX.

Por último, pero sin duda no menos importante, el sector de los recursos naturales proporciona al gobierno rentas que pueden ser invertidas para eliminar cuellos de botella y ayudar a la economía local a aprovechar las oportunidades que estos recursos ofrecen. Por supuesto, el objetivo de maximizar estos ingresos, mejorar su transparencia y aumentar la eficacia de su inversion es muy ambicioso, pero debe ser una prioridad de los gobiernos africanos, de sus socios y de sus actores económicos.

Esto no significa que la maldición de los recursos no exista; es enormemente difícil convertir el oro, el petróleo o el algodón en desarrollo para todos. Pero sabemos que la maldición puede ser desterrada. No mediante el toque de una varita mágica, sino mediante un acuerdo nacional sobre las prioridades y la puesta en práctica de las políticas adecuadas.

Henri Bernard Solignac-Lecomte es jefe del Área de Europa, Oriente Medio y África del Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

[box]En este enlace podrás ver una entrevista a Henri Bernard Solignac-Lecomte sobre las perspectivas económicas de África en 2013.[/box]

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