Los cuadros abstractos de Odili Donald Odita, que tiene una carrera artística de más de veinte años, rebosan de tensión y composiciones multicolor. Transmiten mensajes sobre las políticas de identidad, tales como el desplazamiento y la discriminación. Desde lo que significa ser un africano en América hasta la brutalidad de la policía en los EE. UU., el artista visual, que nació en Nigeria y que ahora reside en Filadelfia, se ha reunido con Stefani Jason para hablar de cómo estas situaciones quedan reflejadas en su obra Third Degree of Separation, expuesta actualmente en la galería Stevenson, en Ciudad del Cabo.
Stefanie Jason: Tu trabajo ha abordado mucho el tema de la identidad, tanto en el pasado como en la exposición actual. ¿Te importaría indagar en esto conmigo?
Odili Donald Odita: Me crié sintiéndome africano, porque eso fue lo que mis padres me inculcaron, pero luego me di cuenta de que hay un cierto sentimiento de vergüenza con el que un africano tiene que cargar. Una vergüenza relacionada con la tecnología, la historia y su vínculo con la trata de esclavos y demás. Y luego está esa realidad de que aunque proceda de África no tengo por qué ser necesariamente un producto directo de la esclavitud, lo que está vinculado a la experiencia afroamericana. Por lo que está esa separación y controversia. Esto es una de las cosas sobre las que estoy pensando ahora mismo.
S. J.: Las piezas de la obra Third Degree of Separation tienen diseños muy complejos. ¿Cuánto tiempo tardaste en crear la obra completa?
O. D. O.: Probablemente tardé un año en acabarla. Si fechas la obra podrás ver que las piezas van desde principios de 2014 hasta marzo de 2015.
S. J.: Durante ese tiempo hubo mucha agitación en los Estados Unidos, desde las protestas en Ferguson hasta el incidente de Eric Garner, y mucho más. ¿Ha afectado algo de esto a tu trabajo?
O. D. O.: Totalmente. Lo que ha pasado es muy importante y también que ahora las personas sean capaces de hacer frente a este tipo de brutalidad policial. Durante mucho tiempo la gente ha aceptado esta violencia por parte de la policía, con la excusa de que hay una razón para ella. Pero en la mayoría de los casos es abuso de fuerza o uso excesivo de la fuerza, una fuerza que no sería necesaria emplear hasta tal extremo.
S. J.: ¿Cómo se han traducido tus pensamientos sobre estos asuntos en una obra abstracta?
O. D. O.: Es curioso porque siempre me ha parecido que hay un problema al definir la traducción; como si uno equivaliera a uno. Es extraño incluso llegar a pensar sobre este tipo de traducción, porque la música no es pintura y la nieve no es agua. Aunque la nieve viene originariamente del agua, hay un componente que transforma el agua en nieve. Entonces tienes estas situaciones, donde los cuerpos se convierten en víctimas de puños, la sangre se vuelve el resultado de la lucha y luego tienes pintura en un lienzo. Yo canalizo estas situaciones reales pensando en mi terminología, la que se ocupa de líneas y colores y formas y figuras, y contrastes, fricciones y tensiones con estos materiales, e intento crear un espacio que transmita lo que pienso. Normalmente las personas quieren una representación simplista de estas situaciones, para su satisfacción, y uno tiene que poner mucho más esfuerzo en reflexionar sobre ellas, pensando sobre cómo estos asuntos pueden transformarse a sí mismos.
S. J.: La revista Bomb compara tus cuadros con el jazz modal y en una entrevista dices que «la música es un medio para estructurar el trabajo [tu trabajo] de forma conceptual» ¿Cómo moldea la música tus cuadros y qué tipo de música lo hace?
O. D. O.: Adoro la música. A veces me veo a mí mismo como un músico fallido que se convirtió en pintor. Para mí, la música es algo que no es sólo intelectual sino también emocional. Es algo a lo que reacciono de esta forma. Cuando era joven me gustaba mucho el punk, pero me crié escuchando todo tipo de música. Mi madre a veces escuchaba música country, además de mucha música clásica, y mi padre escuchaba mucho highlife, afrobeat antiguo y jùjú. Yo a menudo escuchaba la radio, fue lo que me permitió superar la vida en la periferia de Columbus, Ohio, que era bastante aburrida. Luego empecé a interesarme por el rap, el hiphop, el new wave y el punk rock.
S. J.: ¿Qué relación tienes con la música?
O. D. O.: Mi relación con la música es una especie de experiencia liberadora. Ella me ayudó a escapar de algunas de las dificultades que acarrea la vida en la periferia. Y la música, sobre todo el punk rock, ayudó a despertar y motivar mi sentido de agente político, de verme capaz de actuar como un agente del cambio.
S. J.: Es extraño que hables del punk rock porque este, al igual que tu obra, desprende una especie de anarquía o caos, a pesar de tener una cierta armonía.
O. D. O.: Totalmente. Estas relaciones quedan reflejadas en mis cuadros, como la tensión y el espacio, la idea de ser periférico a la centralidad y demás. Volviendo a la música, entendí que podía ayudarme a entender momentos y particularidades culturales, y a entender la noción de lo que es un artista y cómo los artistas intentan hacer cambios en la sociedad. Entonces, en la música, yo me fijaba en la forma en la que el cantante cantaba, en el fraseo de la canción, en las pausas, en la musicalidad. Desde Miles Davis a Iggy Pop y King Sunny Adé, escuchaba música muy específica: era de los sesenta y setenta, y se extendía por todo el mundo.
S. J.: ¿Qué música escuchabas cuando estabas trabajando en Third Degree of Separation?
O. D. O.: De todo [ríe].
S. J.: ¿Y hubo alguna persona o cosa que provocara la creación de Third Degree of Separation?
O. D. O.: Estaba en un panel, en el centro para las artes escénicas y visuales Guild Hall en East Hampton, Nueva York, y estaba ahí para dar una conferencia junto con otros panelistas. Estábamos hablando sobre nuestro trabajo y mientras hablaba sobre mi experiencia como africano en América de pronto cai en la cuenta. Aunque había recalcado mi africanidad [en el panel] también quería explorar la americanidad en mi vida. Mi padre es un historiador de arte e inició el programa de historia del arte africano en la Universidad Estatal de Ohio. Él fue uno de los Zaria Rebels originarios [conocidos anteriormente como la Zaria Art Society de Nigeria] por lo que me crié con un fuerte lazo con el arte nigeriano y africano. Pero también me formé en los Estados Unidos. A pesar de que mi padre me había educado en casa, también tenía profesores fuera de ella. Entonces, quería reflejar todo esto en mi trabajo. Además, mi mujer es Suiza, por lo que también tengo esa perspectiva europea que influye en mi trabajo.
S. J.: Supongo que tuviste que enfrentarte a ti mismo en este tiempo.
O. D. O.: Sí, fue muy interesante porque me preguntaba a mí mismo cosas como: ¿qué lugar ocupa mi voz en el panorama afroamericano? ¿Se considera como una igual o como terciaria? Estuve pensando mucho sobre mi voz: ¿es una voz del Primer Mundo, del Segundo o del Tercer Mundo? ¿Y con qué voz me siento identificado? ¿Es relevante mi voz nigeriana? ¿Y qué relevancia tiene en Estados Unidos?
S. J.: La forma en la que usas las composiciones, los espacios y colores, en tu obra, es audaz y transmite emoción. En cuanto a tus composiciones, ¿tienes un vocabulario para ellas? ¿Repites el mismo tipo de composición, o cada una es única?
O. D. O.: Para mí la composición entra realmente en juego durante la estructuración del cuadro. Cojo una composición de una situación y la combino con una de otra situación para crear una tercera situación. Diría que comencé con las composiciones en 1998. Tengo varios libros con cientos de páginas de composiciones. Las ordeno todas por fechas y la mayoría de ellas no han sido utilizadas. Estas composiciones son las que alimentan mi pensamiento. Podían haber significado algo en el momento en el que las creé pero muchas veces ocurre que vuelvo a ellas años después y las utilizo en mis cuadros, con lo que puede cambiar su significado.
S. J.: En esta obra exploras la teoría del tercer espacio, y los cuadros parecen una mezcla de barras de color SMPTE (barras de color de la televisión) y estampados de África Occidental. ¿Te plantearías incorporar espacios digitales en tu creación artística?
O. D. O.: No puedo evitar el hecho de que mis cuadros están hechos con mis manos, por lo que mi cuerpo es parte de esta experiencia tanto como mi mente. Y esta es la realidad que quiero conservar en mi trabajo. Sé que hay una gran parte de mi trabajo en línea, pero tienes que estar realmente en frente de uno de mis cuadros para sentir su plasticidad.
S. J.: ¿En qué estás trabajando de momento?
O. D. O.: Estoy trabajando en varios proyectos de instalaciones artísticas en paredes. Uno para la Universidad de Yale y dos para el Museo de Arte Nasher, en la Universidad de Duke.
Stefanie Jason vive en Johannesburgo y escribe sobre arte y cultura para la publicación sudafricana de Mail & Guardian. Sus publicaciones se centran en las artes visuales del país y en la música.
[box] Este artículo se publicó por primera vez en inglés en Contemporary And y ha sido traducido al español por Casa África en colaboración con este magazine digital dedicado al arte contemporáneo africano. Traducción: Andjelina Schmidt.[/box]
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