A pesar de las dificultades económicas y las reticencias sociales, el fútbol femenino se consolida en África: se organizan ligas nacionales, se forman selecciones competitivas y surgen por doquier jugadoras talentosas, fichadas en muchas ocasiones por clubes europeos, chinos o estadounidenses. En las calles africanas, futbolistas como Asisat Oshoala, Gabrielle Onguéné, Thembi Ngatlana y Ghiziane Chebbak son tan conocidas, y admiradas, como lo fueron en su día Samuel Eto’o y George Weah y en estos momentos Sadio Mané y Mohamed Salah.
En el auge del fútbol femenino en África han sido decisivos tanto la determinación de algunos gobiernos y federaciones como el apoyo de empresas y un cambio social, que ha dejado de considerar el fútbol como un deporte exclusivo para hombres. En Argelia, por poner un ejemplo, la federación obliga a los clubes con equipos en primera división a la creación de una sección femenina, a partir de la temporada 23-24, de acuerdo con las recomendaciones de la Confederación Africana de Fútbol (CAF). Argelia organiza un campeonato femenino de clubes desde el año 2009, ganado en diez ocasiones por el Afak Realizane.
En Marruecos, que vivió con pasión el éxito de su selección masculina en el pasado Mundial de Qatar, en el que quedó cuarta, las mujeres compiten desde el año 2008. Unos de sus clubes, el AS FAR, el equipo de las Fuerzas Armadas, ganó la segunda edición del campeonato de África, en el año 2022, en la final celebrada en Rabat, al vencer al Mamelodi Sundowns, de Suráfrica, por 4 a 0. El AS FAR, apoyado por el rey Mohamed VI, cuenta con dos de las mejores jugadoras que siguen jugando en África: la mediocampista Fatima Tagnaout y la delantera Ghiziane Chebbak.
En la primera edición del campeonato de clubes venció el Mamelodi Sundowns, de Pretoria, patrocinado por Patrice Motsepe, propietario de empresas mineras. Venció en la final, celebrada en El Cairo en el 2021, al Hasaacas Ladies de Ghana por 2 a 0. Motsepe, el hombre más rico de Suráfrica, preside la Confederación Africana de Fútbol (CAF) desde hace dos años.
Suráfrica, el primer país africano en organizar un Mundial masculino, en el año 2010, en el que venció España, organiza un competitivo campeonato femenino, en la que se forman las jugadoras que después son llamadas a la selección. Conocida como Banyana Banyana (Las chicas), su selección obtuvo la victoria en la última Copa Africana, celebrada en Marruecos en el 2022. En la final, derrotó a la representante anfitriona por 2 a 1. La marroquí Ghiziane Chebbak fue elegida mejor jugadora del torneo.
Creada en el 1991, la Copa Africana femenina levanta pasiones y exacerba el sentimiento nacional, no tanto como en su versión masculina. De las 14 ediciones celebradas, Nigeria ha ganado en once, lo que denota su potencial, fruto de su demografía –el país más poblado de África–, del buen hacer de algunos clubes, como Bayelsa Queens y Rivers Angels, y la influencia en las jóvenes de futbolistas que son una referencia internacional, entre las que destacan Mercy Akide, ya retirada, y Asisat Oshoala.
África en la Copa del Mundo femenina
La hegemonía continental de Nigeria duró desde el 1991 hasta el 2006, siete campeonatos seguidos. Guinea Ecuatorial se llevó las ediciones del 2008 y 2012, mientras que Nigeria volvió a ganar en 2010, 2014, 2016 y 2018. En la última edición, la ganada por Suráfrica, quedó en cuarto lugar. En cambio, en la Copa Africana masculina, Nigeria tan solo ha ganado en tres ocasiones (1980, 1994 y 2013). Egipto, que no destaca en fútbol femenino, ha obtenido la victoria siete veces, mientras que Camerún en cinco y Ghana en cuatro. En la última, celebrada en Camerún, la selección de Senegal, conducida por Sadio Mané, venció en la final a Egipto en la tanda de penaltis.
En la Copa del Mundo, tanto de fútbol de hombres como de mujeres, África está por detrás de Europa y América e incluso de Asia. El cuarto lugar de Marruecos en Qatar fue la excepción, el mejor resultado de una selección africana desde que se jugó el primer Mundial masculino, en 1930, ganado por Uruguay. En ediciones anteriores, Camerún, Ghana y Senegal habían llegado a cuartos de final.
El fútbol femenino tuvo que esperar hasta el 1991 para que se celebrara la primera Copa del Mundo. En las ocho ediciones celebradas, se ha demostrado la supremacía del fútbol estadounidense, europeo y japonés. Estados Unidos ha ganado la mitad de los mundiales celebrados, en cuatro de ocho; Alemania, en dos; Noruega, en uno, y Japón, en otro. De África, solo han participado cuatro países: Nigeria, Camerún, Nigeria y Ghana. De momento, la selección que ha llegado más lejos ha sido Nigeria, cuartofinalista en el mundial de 1991, en China. Para la próxima Copa del Mundo femenina, a celebrar entre el 20 de julio y el 20 de agosto en Australia y Nueva Zelanda, se han clasificado Nigeria, Zambia, Suráfrica y Marruecos. Zambia competirá en el mismo grupo, el C, que España.
El fenómeno Oshoala
Este verano, en el Mundial, puede ser una buena ocasión para disfrutar del juego de las africanas, sobre todo de Oshoala, que milita en el Fútbol Club Barcelona; Ghiziane Chebbak; Andile Dlamini, portera del Mamelodi Sundowns y de la selección surafricana; la zambiana Barbra Banda, en un equipo chino; y la también surafricana Thembi Ngatlana, en el fútbol estadounidense tras su paso por el Atlético de Madrid.
Al igual que la mayoría de las jugadoras nigerianas, Oshoala se siente influida por Mercy Akide, la pionera, que brilló en el primer Mundial femenino, en 1991, en el que Nigeria hizo un papel más que meritorio, al llegar a los cuartos de final. Elegida mejor jugadora de África en el año 2001, fue el puntal de los equipos nigerianos por los que pasó (Ufuoma Babes, Pelicane Stars), antes de emprender camino a Estados Unidos, para jugar en el Hampton Roads Piranhas y el San Diego Spirits.
Quizás eclipsada en su club por una figura de la talla de Alexia Putellas, Oshoala es la estrella de Nigeria. Primera africana en ganar una Liga de campeones femenina, con el FC Barcelona en el 2021, ha sido elegida la mejor jugadora de África en cinco ocasiones. Comprometida con África, a la que devuelve lo que puede mediante su fundación, que mantiene una escuela de fútbol para chicas en Lagos, Oshoala siempre recuerda cómo venció las reticencias familiares a que jugara a fútbol gracias al apoyo de su abuela.