Por Clara Sancho Talbot. Sierra Leona o Salone, como dicen aquí, es un pequeño país de África Occidental conocido a nivel mundial por su sangrienta y larga guerra civil y, más recientemente, por haber sido atacaba por el ébola. Sin embargo, pocas son las noticias que llegan a oídos extranjeros sobre los cambios sociales que se están produciendo en el país y que conforman pequeñas luces que permiten vislumbrar futuras transformaciones.
Una de esas luces es la relativa a la situación de la educación sexual y la sexualidad femenina. Salone cuenta con algunos de los peores datos a nivel mundial, ocupando la posición 151 en el índice de desigualdad de género, contando con una tasa de embarazo adolescente de 118 por cada 1.000 jóvenes y con un 88% de niñas y mujeres que han sufrido mutilación genital femenina. A la vista de estos datos, y a pesar de que aún son muchos los cambios necesarios, existe un creciente empoderamiento y emancipación de las mujeres.
Si hablamos con jóvenes y mayores, muchos coinciden en que la situación es drásticamente diferente a la de hace una década: hay un mayor acceso a la información; cada vez más chicas y mujeres utilizan métodos anticonceptivos –sobre todo el implante–, y es posible oponerse privada y públicamente a la mutilación genital femenina. Asimismo, las jóvenes pueden hablar abiertamente de su sexualidad, incluso a veces en presencia de hombres, algo que antes era impensable.
También crecen los programas y campañas de educación sexual aceptados por las comunidades, incluso en las zonas más rurales, tales como grupos de mujeres concienciando sobre el uso de preservativos u organizaciones que visitan colegios y hospitales para informar sobre estos temas. Estos son ejemplos de cómo la educación sexual está, poco a poco, más presente en la sociedad sierraleonesa, expandiendo el conocimiento de cómo funcionan tanto nuestros cuerpos como los métodos anticonceptivos y ayudando a reducir, aunque lentamente, las tasas de adolescentes embarazadas.
No obstante, y a pesar de estos cambios, la sexualidad y la educación sexual aún tienen muchos aspectos que mejorar. En primer lugar, uno de los mayores retos al que hay que hacer frente es el tabú existente alrededor de la sexualidad y de la protección, que sigue muy presente sobre todo entre las generaciones más mayores, entre las que priman muchas creencias tradicionales y religiosas sobre el uso de anticonceptivos o de la sexualidad. Son muchos los rumores negativos sobre los diferentes métodos anticonceptivos que asustan a las personas sobre su uso. Al mismo tiempo, la sexualidad se mantiene como un tema del que se habla muy poco con las hijas y los hijos, e incluso que se niega. Este tabú impide que adultos y jóvenes puedan hablar sobre dichos temas y que estos últimos aprendan sobre sexualidad por su cuenta, sobre todo en círculos de amistad. Esta falta de lugares a los que recurrir con inquietudes y con dudas es lo que en muchas ocasiones deja a adolescentes sin una fuente informada en el ámbito afectivo-sexual, que así se mantiene como algo secreto.
Otro aspecto esencial es la necesidad de que las intervenciones sobre educación sexual sean más recurrentes, duraderas y estables. Aunque bien es cierto que las campañas de educación sexual están en auge, suelen ser puntuales y con poco seguimiento tras la intervención. Un ejemplo lo vimos cuando asistimos a uno de los colegios de EducAid, con numerosos casos de embarazo entre las alumnas, quienes nos dijeron que muchas habían dejado de utilizar protección por no haber tenido suficiente información. En concreto, una campaña proveyó a las chicas con implantes anticonceptivos, pero nunca hubo un seguimiento ni una información detallada del funcionamiento y los efectos de los implantes. Por tanto, las chicas, viendo algunos efectos, decidieron quitárselos. Con una intervención más completa y duradera, estas alumnas podrían haber tomado una decisión informada sobre su vida sexual.
Frente a estos retos, hemos decidido empezar a intervenir en nuestros colegios y a través de la formación de profesores de otros colegios del país con sesiones de educación sexual de manera regular, tanto para el alumnado como para los miembros de la comunidad, quienes, con interés y preocupación en el tema, nos solicitan mayor información sobre métodos anticonceptivos y consejos sobre cómo tratar estos temas con adolescentes.
Además, una idea que surgió hablando con un grupo de estudiantes ha sido la creación de «cajas de preguntas» en los colegios para que todo el mundo, tanto profesorado como alumnado, pueda anónimamente preguntar dudas sobre las relaciones afectivas y sexuales. Luego, mensualmente, se elabora una lista de preguntas y respuestas que se comparten con todos los colegios de la organización.
Estas intervenciones concretas, como otras muchas que se están dando por todo el país por la acción mayoritariamente de ONG, locales y extranjeras, demuestran la progresiva transformación en la sociedad sierraleonesa en relación con la educación sexual y la destrucción de tabúes, sobre todo entre las generaciones más jóvenes, gracias a un mayor acceso a anticonceptivos e información y, en consecuencia, un mayor empoderamiento de la vida sexual de los jóvenes. Sin embargo, todavía son muchas las regiones rurales que necesitan una presencia más fuerte y estable de información –y acceso– sobre anticonceptivos y sobre sexualidad, para que mujeres y hombres puedan tomar mayor control de su sexualidad y de sus vidas a través de decisiones informadas.
Clara Sancho Talbot es coordinadora del Programa de Igualdad de EducAid en Sierra Leona.