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¿Dónde está la «voz» de África?

¿Dónde está la «voz» de África?
Mbeki, en la Asamblea de la Unión Africana de enero de 2015. Imagen: DoC
Mbeki, en la Asamblea de la Unión Africana de enero de 2015. Imagen: DoC
Mbeki, en la Asamblea de la Unión Africana de enero de 2015. Imagen: DoC
Mbeki, en la Asamblea de la Unión Africana de enero de 2015. Imagen: DoC

Es evidente que se añora la época en que Thabo Mbeki gobernaba, no solo en Sudáfrica, cuya economía ha empeorado mientras el Congreso Nacional Africano (CNA) soporta la creciente presión política, sino también en el resto de África, donde muchos lamentan la falta de oportunidades y estrategias.

Siete años después de dimitir como presidente de Sudáfrica, cuando el CNA respaldó a Jacob Zuma, Mbeki está más ocupado que nunca. Está mediando varias guerras de Sudán y presidiendo un panel respaldado por la ONU, que investiga los más de 50.000 millones de dólares de flujos económicos ilícitos que salen de África cada año. Es de suponer que el legado de Mbeki, criticado por las leyes del VIH/ SIDA de su gobierno, tendrá más fuerza en los asuntos panafricanos que en el desarrollo de su propio país.

De hecho, el espíritu estratégico que trajo Mbeki, al negociar una transición con el Partido Nacional y los cabecillas del apartheid en Sudáfrica, también formó sus ideas para las nuevas instituciones panafricanas. Hubo un progreso en la diplomacia del continente, seguido de la elección de Mbeki como presidente de Sudáfrica en 1999. Se debió en parte a la determinación de Mbeki a la hora de replantear las relaciones de África con la ONU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y con Asia y Oriente. Quería desarrollar una posición africana, a pesar de los diferentes intereses que tenían los 53 Estados del continente, que fortaleciera las economías y consolidara los logros democráticos.

Por una afortunada coincidencia, en 1999 Olusegun Obasanjo, antiguo amigo de Mbeki, ganó las elecciones en Nigeria, dando fin a un par de décadas de despotismo militar. Se unieron a la causa común con Abdoulaye Wade en Senegal y Abdelaziz Bouteflika en Argelia para conseguir que los países africanos trabajasen juntos.

The Africa Report: Muchos activistas y políticos se quejan sobre la falta de «voz» africana, por ejemplo en las negociaciones sobre el desarrollo económico y el cambio climático. ¿Está usted de acuerdo?
Thabo Mbeki:
Sí, se quejan porque el liderazgo se ha debilitado en el continente. Lo que se veía en el pasado con el surgimiento de la Unión Africana (UA), la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD) y el Mecanismo de Revisión por Pares Africanos era un liderazgo mucho más convincente que representaba las posiciones africanas […], pero esa especie se ha extinguido. No sé si es verdad o qué efectos tiene. En la práctica, no hay muchos campeones panafricanos. La gente parece haber sido absorbida únicamente por lo que deberían hacer con cada uno de sus países. Si hablamos sobre el NEPAD y  el Mecanismo de Revisión por Pares, el entusiasmo y la energía que solía estar detrás de estas cosas no parece estar ahí ahora. Las instituciones no han desaparecido de ningún modo, pero algo ha cambiado.

T. A. R.: En el año 2000, estaban usted y Olusegun Obasanjo. ¿Quién habla ahora por África en las negociaciones con el sistema internacional?
T. M.: Ese es el sentimiento que se expresa en todo el continente. ¿Dónde está la «voz»? Las personas sienten que de alguna forma esa «voz» africana ha desaparecido. Hay gente que dirá… si miramos el tema de Libia y las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU en 2011, como resultado de cómo actuó la OTAN y todos los bombardeos… eso nunca habría ocurrido en tiempos pasados. Se habría mostrado mucho más respeto a la opinión africana en el Consejo de Seguridad.

 

T. A. R.: ¿Qué le ocurrió a la iniciativa de la Unión Africana sobre Libia en 2011?
T. M.: La ignoraron completamente. Había un panel de cinco jefes de Estado elegidos por la UA para mediar en el conflicto libio. Se reunieron en Mauritania, que era la sede de la UA. Desde Mauritania, iban a ir hasta Libia. Pero la OTAN los paró [y les dijo]: «Si venís ahora, vuestro avión puede ser bombardeado […] porque estamos comenzando las operaciones militares». Así que no pudieron ir.

T. A. R.: ¿Podían haber persuadido a Muamar el Gadafi para frenar el ataque a la oposición?
T. M.: Gadafi había estado de acuerdo. Habían hablado con él para comentarle que era necesario resolver el conflicto de Libia, para lo cual todos los libios necesitaban estar unidos. «Frenen la lucha y decidan sobre una nueva Libia. Además, usted, Coronel Gadafi, debe tener un programa con el que desaparezca al anochecer». Y él estuvo de acuerdo. Luego, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas intervino como lo hizo.

Romano Prodi [ex primer ministro de Italia y enviado de la ONU a El Sahel] había estado en contacto con las facciones libias –la gente de Gadafi y de Bengasi, los jefes tribales– y todos ellos decían: «Encontremos una solución, estamos preparados para reunirnos». A lo que Prodi respondió: «Podríais conseguir el apoyo de la ONU, desarrollar esto con ellos y así resolveremos este asunto». Así que yo dije que vale.

Me puse en contacto con la ONU y les dije: «Esta es la posibilidad, personalmente la apoyo y estoy seguro de que si hablo con los demás ex jefes de Estado del continente ellos también lo apoyarán. Así que paren todos los bombardeos y dejen que Libia tome asiento», y así sucesivamente. Ellos dijeron: «Sí, sí, sí, estaremos con usted, presidente». Pero nunca volvieron.

T. A. R.: ¿Cómo debería reaccionar África a la crisis internacional y cuáles son los riesgos?
T. M.: La actual situación global debería recalcar la necesidad de una cooperación regional más rápida y efectiva entre nosotros como africanos. Si se consiguiese una cooperación mejor en la región de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC), se crearía espacio para la industrialización y reestructuración de la economía. En el contexto del área del comercio libre en la región de la SADC, uno de los riesgos a los que se enfrentó Sudáfrica era que la fabricación de neumáticos se mudaría fuera de Sudáfrica a países que ya producían neumáticos, como Mozambique y Zimbabue. Sudáfrica hubiera perdido la fabricación de neumáticos, pero si Mozambique o Zimbabue crecían, la región crecía con ello y se conseguiría una mejor industrialización.

T. A. R.: ¿Los mercados africanos se integran correctamente?
T. M.: Si observamos a Nigeria, existe un área de libre comercio en la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO). En la práctica, la circulación de personas ha mejorado bastante y es más accesible. Pero para la circulación de mercancías y camiones, sigue habiendo muchos obstáculos. Si tuviésemos una zona de libre mercado más efectiva en África Occidental, se puede imaginar cómo aumentarían las dimensiones del mercado nigeriano. Y es que ese acuerdo ya lo tenemos: el Mercado Común de África Oriental y Austral (COMESA). La Comunidad Africana Oriental (EAC, en sus siglas en inglés) y la SADC impulsaron esta zona de libre comercio desde Ciudad del Cabo hasta El Cairo. No sé cuántos millones de personas significa eso.

T. A. R.: Los flujos económicos ilícitos se encuentran en la agenda internacional. ¿Cuáles son los progresos?
T. M.: Para África, se trata de una cuestión estratégica. Los ministros de Economía africanos afirmaron que lo mirarían de cerca, medirían su impacto y crearían un panel. Cuando tuvo lugar la conferencia de la ONU sobre economía para el desarrollo, trataron el asunto de los flujos ilícitos tal y como el panel africano había recomendado. Y lo integraron en su plan de acción. Cuando Obama habló en la Asamblea General de la ONU, habló sobre ello. Está en la agenda mundial en gran parte debido a la intervención africana. Cuando se organiza y planifica adecuadamente, los africanos pueden impactar sobre el pensamiento mundial de una forma que beneficie al continente.

Infografía sobre el coste de la corrupción
Infografía sobre el coste de la corrupción

 

T. A. R.: Usted habla sobre la acción política para afrontar los flujos ilícitos. Concretamente, ¿qué hace falta hacer?
T. M.: Se necesitan procesos de implementación detallados. Alrededor de dos tercios de esos flujos ilícitos se deben a las actividades de las empresas comerciales, por ello necesitamos instituciones en el continente que se encarguen de los asuntos fiscales, las aduanas y la inteligencia financiera. No se puede evitar crear capacidad en África: estoy hablando de la capacidad institucional. En el asunto de la voluntad política […] cuando la UA asumió el informe y las recomendaciones, prolongaron la existencia de nuestro panel [sobre flujos ilícitos]. Afirmaron que debemos informar anualmente a la cumbre sobre la puesta en práctica de esas recomendaciones.

Hace dos semanas estaba en Kenia y […] afirmé que tendríamos que conseguir los informes, de todos los Estados Miembros, de forma individual. Eso ayudaría a abordar la cuestión de la voluntad política. Pero también hemos estado hablando con la sociedad civil africana. Hemos comenzado a informar a la sociedad africana en África Oriental y del Sur. El próximo mes, lo haremos en África del Norte, Occidental y Central. Hemos estado en contacto mientras preparábamos el informe. Les diremos: «Esto es la política africana ahora: ¿Qué hacemos?». La sociedad civil se interesa mucho por este tema, y cuanta más alta sea la «voz» en cada país, mejor. También está la presión desde los gobiernos para asegurarse de que están haciendo las cosas que ellos mismos prometieron a la UA.

T. A. R.:¿Por qué Sudáfrica permite que las grandes empresas trasladen sus cotizaciones principales a Londres, reduciendo con rapidez sus obligaciones fiscales?
T. M.: El problema que surgió con estas empresas fue que se dirigían hacia fusiones y adquisiciones en función de la economía mundial. Por ejemplo, South African Breweries afirmó que esto es lo que ocurría en la industria cervecera mundial. Las cerveceras más grandes absorbían a las más pequeñas. Y como no queríamos perder South African Breweries del todo, de esa forma obtendría un mejor crecimiento y poder para absorber a otras empresas. Afirmaron que si no podían hacerlo, según el capital disponible en el sector económico sudafricano, tendrían que cotizar en Londres. Si no lo hacían, South African Breweries habría sido comprada por una cervecera más grande. Y luego tanto la decisión como el futuro de South African Breweries es otra: por ejemplo, en cuanto a la producción nacional, podría decidir cerrar la instalación sudafricana y exportar la cerveza de algún otro lugar a Sudáfrica. Ese fue el argumento que se empleó.

Ahora, con SABMiller, Anheuser-Bush amenaza con absorberlos. Hay algunas declaraciones en Sudáfrica que afirman que si no se compra SABMiller, debe seguir cotizando en la Bolsa de Johannesburgo. Sudáfrica no puede soportar la autarquía y aislarse del resto del mundo. Sudáfrica debe abrirse al resto del mundo. Tenemos que vender nuestro oro y platino en algún lugar.

Patrick Smith es redactor jefe de The Africa Report. Desde 1992 ha editado de primera mano el boletín de noticias sobre política y economía Africa Confidential. Además, trabajó como productor asociado en un documental a cargo de la cadena británica Channel 4 sobre el intento de golpe de Estado en Guinea Ecuatorial en 2004.

© The Africa Report 2016

[box]The Africa ReportEste artículo se publicó por primera vez en The Africa Report y ha sido traducido al español por Casa África en colaboración con este diario. Traducción: Nuria Aguiar Melián.[/box]

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