Si bien el mundo ha atestiguado una rápida reducción de la pobreza extrema en estas décadas, todavía queda un amplio trecho hasta alcanzar la meta de erradicarla para 2030. Las estimaciones más recientes indican que mil millones de personas (un 14,5 % de la población mundial) vivían por debajo de la línea de 1,25 dólares por día en 2011. Las proyecciones de 2030 señalan que quizá no se alcance el objetivo de pobreza global aun en las circunstancias más optimistas. Las estimaciones del Banco Mundial muestran que, incluso si los países en vías de desarrollo crecieran al ritmo que mantuvieron (con una velocidad sin precedentes) de 2000 a 2010, las cifras de pobreza solo podrían disminuir del 14,5 % de 2011 a un 4,9 % en 2030, lejos aún del fin de la pobreza. Estas proyecciones dan por sentado un crecimiento con distribución neutral, es decir, que los ingresos de todas las personas de cada país crezcan en la misma proporción, por lo que la desigualdad permanecería sin cambios. Como ocurrió anteriormente, el crecimiento general será un impulsor principal para reducir la pobreza en el futuro, pero el carácter inclusivo de tal crecimiento también desempeñará un papel fundamental.
En un nuevo estudio, el Banco Mundial analiza este ámbito considerando sus objetivos para promover la prosperidad compartida y erradicar la pobreza extrema mundial para 2030. El objetivo de pobreza consiste en reducir la proporción de la población mundial que vive con menos de 1,25 dólares por día a no más del 3 % para 2030; y el de prosperidad compartida (una articulación de crecimiento inclusivo), en promover el crecimiento en el ingreso del 40 % inferior de la población de todos los países. Nuestra pregunta es cómo incrementando el crecimiento de tal sector de la población puede ayudar a reducir la pobreza extrema mundial para 2030.
Con objeto de entender el efecto que puede surtir sobre la pobreza extrema el fortalecer la prosperidad compartida, el Banco Mundial ha realizado simulaciones en las que el 40 % inferior crece a un ritmo distinto de la media, mientras se mantienen las tasas generales de crecimiento de acuerdo con las proyecciones de pobreza más recientes. Sus simulaciones señalan que, si el 40 % inferior crece en un 2 % más rápido que la media, se alcanzará el objetivo de pobreza del Banco Mundial, pues la tasa de pobreza del mundo caerá por debajo del 3 % para 2030. Esta tasa de prosperidad compartida cuenta con precedentes en los informes recientes de crecimiento, pero sostenerla durante veinte años en todos los países requeriría un cambio sistemático en la distribución del crecimiento que hemos visto en las décadas anteriores.
El siguiente gráfico ilustra las trayectorias estimadas de pobreza que se derivan de tres posibles situaciones de prosperidad compartida para 2030. Todas se basan en los datos históricos de crecimiento de cada país desde 2001 a 2011, pero la participación del 40 % inferior en este crecimiento varía. En la situación A, todas las personas del país crecen al mismo ritmo. En la B, se supone que el 40 % crezca en un 2 % más rápido que la media, de manera similar a Brasil entre 2006 y 2011. En la situación C, el 40 % inferior crece en un 2 % más lento que la media, al igual que Etiopía entre 2005 y 2011. Estas simulaciones indican que el grado de participación del 40 % inferior en el crecimiento próximo (desde en un 2 % por debajo de la media hasta en un 2 % por encima) podría dar como resultado unas tasas de pobreza mundial en un rango del 2,7 % al 9 % para 2030.
Se extraen tres conclusiones más de estas simulaciones:
- De manera poco sorprendente, la situación en que el 40 % inferior crece más rápido que la media reduce significativamente la desigualdad dentro de los países
- Incluso en las circunstancias más optimistas, la proporción de subsaharianos en situación de pobreza en 2030 permanece por encima del 15 % en todas las simulaciones, lo que indica que en esta región es muy difícil que se erradique la pobreza extrema aun si se incrementa el crecimiento del 40 % inferior
- Si los ingresos per capita permanecen constantes, los cambios de la distribución surten un efecto todavía más fuerte en la trayectoria de la pobreza mundial. En este caso de «crecimiento cero», si los ingresos del 40 % inferior caen un 2 % anual, la tasa mundial aumentaría a un 25 %, mientras que, si crecen a un 2 %, la tasa disminuye a un 8 %
Cabe señalar que el coste de potenciar el crecimiento del 40 % inferior por reducir el crecimiento del 60 % superior (en el supuesto de que se mantenga la tasa media) es relativamente bajo. Por ejemplo, en China, según el supuesto del Banco Mundial, la incidencia de crecimiento en que el 40 % inferior crece en un 2 % por encima de la media (un 8,1% frente a un 6,1 %) necesita que el 60 % superior crezca solo un 0,4 % por debajo de la media (5,7 %), lo que ocurriría con un crecimiento de distribución neutral.
El Banco Mundial reconoce que sus hallazgos se fundamentan en muchas suposiciones, pero las simulaciones muestran cómo el crecimiento inclusivo y el hecho de alcanzar el objetivo del Banco Mundial de potenciar la prosperidad compartida pueden ser factores relevantes a la hora de reducir la pobreza para 2030. Sus resultados también guardan importancia más allá de las metas del organismo, en particular con respecto a la pregunta de si la desigualdad y el crecimiento inclusivo deberían formar parte de los programas de desarrollo del periodo después de 2015. Si se quiere erradicar la pobreza para 2030, será crucial garantizar que los más pobres de cada sociedad se beneficien del crecimiento futuro de manera desproporcionada.
Espen Beer Prydz, Mario Negre y Christoph Lakner son economistas y trabajan en el Banco Mundial.
[box]Este artículo se publicó por primera vez en el blog Future Development del Banco Mundial y ha sido traducido al español por Casa África en colaboración con este organismo. Traducción: Ramsés Cabrera.[/box]
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