Apenas unos días después de culminar su ascenso añadiendo el estatus de presidente a las misivas firmadas como secretario general del Partido Comunista del país y jefe de la Comisión Militar Central, Xi Jinping se embarcó en su primer viaje al extranjero como máximo líder de China, un recorrido que incluyó una semana en África con paradas en Tanzania, Sudáfrica y la República del Congo-Brazzaville.
A nadie debe sorprender este trato preferente que se da a África en la agenda de relaciones exteriores de la República Popular China. Xi ha heredado de sus antecesores en el cargo una relación con el continente africano que ha cambiado completamente a lo largo de las últimas dos décadas.
Bajo el mandato de Jiang Zemin, China emprendió una estrategia de apertura al exterior para garantizarse el suministro de materias primas y recursos naturales necesarios que sostuvieran el rápido desarrollo económico del país y, de paso, evitar cualquier tipo de inestabilidad social.
Se ha animado a las empresas chinas a que busquen oportunidades de inversión en el extranjero y así abrir nuevas expectativas de mercado, bien constituyendo sociedades conjuntas, bien abriendo filiales chinas en varios países. Esta directriz política fue ratificada por Hu Jintao cuyo gobierno, en medio de la crisis económica mundial de 2009, utilizó sus enormes reservas en el mercado internacional de divisas –las mayores del mundo– para acelerar la expansión en el extranjero de las compañías chinas, particularmente en África.
Los recursos han sido el principal detonante del interés y la inversión china en África, sin embargo el objetivo ha cambiado como consecuencia de las propias transformaciones en el mercado económico africano. De hecho, de los cerca de 9,3 billones de inversión china en África en 2010, el 42,3% se destinó a servicios, un 22% a la producción y solamente el 29,2% se invirtió en la industria extractiva.
El comercio entre los países africanos y China está en auge; de hecho, el 12,5% de todas las exportaciones africanas se realiza con China. En 2009 China superó a Estados Unidos como el mayor socio comercial. El año pasado el volumen total de negocio entre China y África sobrepasó los 200.000 millones de dólares. Los diplomáticos de Beijing allanaron el camino de este crecimiento firmando acuerdos de comercio con 45 países africanos, con 33 de ellos fueron acuerdos bilaterales referentes a la promoción y la protección de las inversiones, y con 11 se firmaron acuerdos para evitar la doble fiscalidad.
Además, el Gobierno ha creado el Fondo para el Desarrollo entre China y África, un fondo de valores que ofrece apoyo específico a las empresas chinas que quieren invertir en África. Desde su creación en 2007, esta reserva ha invertido en sectores tan variados como el desarrollo agrícola, la fabricación de maquinaria, la generación energética, materiales de construcción, parques industriales o logística para puertos.
Recientemente se ha puesto de moda la creación de parques industriales y las zonas económicas especiales y de cooperación entre los principales países de África –incluyendo Egipto, Etiopía, Mauritania, Nigeria y Zambia– con el objetivo de mejorar las infraestructuras y facilitar la apertura a los procesos de fabricación de empresas chinas, las cuales se pueden beneficiar de una mejor fiscalidad e impuestos.
Por si fuera poco, China ha tenido olfato para las oportunidades tanto diplomáticas como comerciales, que ofrecen las importantes infraestructuras que se construyen por toda África en torno a los transportes, las comunicaciones, la energía, el agua, la sanidad y otros sectores. Un informe de 2010 del Consejo de Estado titulado La cooperación económica y comercial China-Africa señalaba: “Con el fin de ayudar a los países africanos a mejorar su infraestructura, el Gobierno chino ha facilitado gran cantidad de préstamos preferentes, y ha apoyado a sus instituciones financieras a aumentar la cifra de créditos comerciales en África. Con frecuencia, China ha redoblado sus esfuerzos a la hora de invertir en África desde que se constituyó el Foro para la Cooperación China-África. De 2007 a 2009, China ha facilitado 5.000 millones de dólares en préstamos preferentes y créditos de compradores exportadores a África. Además, se ha comprometido a facilitar a África hasta 10.000 millones de dólares en forma de créditos preferenciales entre 2010 y 2012”.
Estos créditos que ha gestionado el Gobierno han servido para financiar grandes obras de infraestructura en África en las que han participado empresas chinas, como son la nueva terminal del aeropuerto internacional Sir Seewoosagur Ramgoolam en Mauritania o el Bui Dam de 400 megavatios en Ghana, o la mayor central hidroeléctrica del continente: el Merowe Hugh Dam de 1.250 megavatios en Sudán.
El respaldo y las gestiones gubernamentales han ayudado a allanar el camino hacia los mercados africanos a empresas como Technologies y ZTE, fabricantes de equipos de telecomunicaciones. Entre las dos están presentes en cerca de 50 países en el continente africano. Ambas han creado más de 40 redes de telecomunicaciones de tercera generación y han construido una red de comunicaciones de fibra óptica nacional y de gobierno electrónico para más de 20 países africanos. En total, se calcula que 300 millones de africanos usan a diario los servicios de comunicación que ofrece alguna de las dos empresas.
La participación de las empresas chinas en el desarrollo de las infraestructura es motivo de debate en África debido a que hay una convicción generalizada de que dichas empresas aportan sus propios trabajadores. Además, el aumento del comercio con China es, en parte, un arma de doble filo para los países africanos a la hora de importar. Por un lado, los fabricantes chinos no suelen entablar vínculos con empresas locales y en lugar de ello, prefieren comerciar con proveedores de confianza en China que ofrecen costes competitivos. Recientemente, el Gobernador del Banco Central de Nigeria, Lamido Sanusi, mostró su desacuerdo al respecto hace días en una entrevista para el Financial Times: “China extrae nuestras materias primas y nos vende productos fabricados… Es el principal causante del subdesarrollo y la desindustrialización de África”.
Detrás de la creciente inversión China en África se encuentran sus cada vez mayores intereses políticos y de seguridad nacional. Si la riqueza en recursos naturales de África es básica para mantener el ascenso pacífico de China en el mundo, también lo son los estados africanos, ya que constituyen el grupo más amplio en muchas organizaciones internacionales. Beijing los necesita para su estrategia a largo plazo para avanzar en su versión de “la democracia en las relaciones internacionales”, que en realidad se refiere a un nuevo orden mundial común desde el punto de vista político y económico.
En la actualidad, la República Popular China mantiene relaciones diplomáticas con 50 de los 54 estados africanos, con las únicas excepciones de Burkina Faso, Gambia, Santo Tomé y Príncipe y Suazilandia, que mantienen relaciones diplomáticas con la República de China en Taiwán. Al margen del asunto de Taiwán, Beijing tiene una política muy clara de no imponer condiciones políticas concretas a los receptores de sus ayudas.
[quote]Esta política de no entrometerse en los asuntos internos de otras naciones casa muy bien con las preferencias políticas de muchos líderes africanos o jefes de gobierno, algunos de los cuales se ofenden ante la agenda de democratización y buena gobernanza propuesta por la tradicional comunidad de donantes del Oeste.[/quote]
Destacados líderes chinos han invertido mucho tiempo para convencer a sus homólogos africanos para que participaran en el reciente mercado interior. Pese a que el actual viaje de Xi a África es el primero que hace como presidente de China, en realidad es su sexta visita al continente. El nuevo Centro de Conferencias y Complejo de Oficinas de la Unión Africana en Addis Abeba de 20 plantas –inaugurado el año pasado después de que China lo construyese con una inversión de 200 millones de dólares– es un icono de las buenas relaciones que Beijing ha cultivado cuidadosamente con las instituciones gobernantes y las élites africanas.
Seguridad
El sector de la seguridad es un nuevo nicho de negocio para los chinos en África, aunque el nivel de implicación de China se ha visto limitado a la venta de armas a varios gobiernos, algunos muy discutidos. Ha pasado mucho tiempo antes de que China cambiara su visión opaca sobre las misiones de paz internacionales, y poco a poco se ha ido involucrando en las misiones de paz hasta el punto de que la cantidad de personal del Ejército Popular de Liberación chino (EPL) que participa en las misiones de estabilidad y seguridad de las Naciones Unidas es casi el mismo que la suma del personal de los cuatro miembros del Consejo de Seguridad Permanente.
En la actualidad Beijing tiene más de 1.860 efectivos entre personal militar y civil desplegados en nueve misiones de las Naciones Unidas, más de las cuatro quintas partes de ellos –unos 1.511 personas– destinadas en seis misiones en África: la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO), para la Estabilización en la República Democrática de El Congo (MONUSCO), en Liberia (UNMIL), en Sudán del Sur (UNMISS), en Costa de Marfil (UNOCI) y la Operación Conjunta de la Unión Africana y Naciones Unidas en Darfur (UNAMID). Al margen de las consecuencias de estos compromisos con la ONU, lo que permanece es que el Ejército de Liberación Popular chino ha conseguido importantes ventajas tácticas, operativas y estratégicas a raíz del despliegue de su personal a lo largo de África.
Además, desde enero de 2009, la flota naval del EPL ha estado vigilando el Golfo de Somalia y las aguas circundantes dentro del proyecto mundial de lucha contra la piratería somalí.
Pese a que según parece, el EPL ha estado participando en otras operaciones conjuntas antipiratería (entre las que se encuentra la Fuerza Combinada de Operaciones 151 de los Estados Unidos y la Fuerza Naval de la Unión Europea (UE NAVFOR) Somalia-Operación Atalanta), no es menos cierto que este despliegue permanente ofrece a China una doble ventaja: no solo aumenta los amplios intereses chinos en el litoral africano de la zona Este sino, tal y como explico en un estudio reciente, mundialmente.
El extenso entramado de lazos económicos, políticos y militares a lo largo de África que Xi Jinping ha fortalecido durante su viaje al continente prueban que Beijing no sólo se ha revelado como uno de los actores principales en el continente africano y una influencia decisiva de sus políticas y seguridad, sino también en relación con sus boyantes expectativas económicas y su cada vez mayor importancia geopolítica.
El reto para Estados Unidos y los socios tradicionales de África está en que presten la atención que el continente africano se merece (el presidente Obama estuvo tan solo 24 horas en África subsahariana después de tomar posesión, justo al contrario que sus homólogos chinos que pasaron más de una semana en África tan solo unos días después de alcanzar la presidencia del país), y cuando lo hagan deben hacerlo mirando más allá de los sentimientos humanitarios y los viejos hábitos de dar ayudas para dar paso a una auténtica estrategia de desarrollo integral y proactiva que conecte con la nueva realidad de una región cada vez más importante y dinámica.
J. Peter Pham es director del Michael S. Ansari Africa Centre en el Consejo Atlántico de Washington D.C.
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