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Semilla Negra – Programa 26: La pantera del saxo africano

Semilla Negra – Programa 26: La pantera del saxo africano
El saxofonista y compositor camerunés Manu Dibango.
El saxofonista y compositor camerunés Manu Dibango.

Este es un cuento con final feliz. En 1948, el estudiante camerunés Emmanuel N’Djoké Dibango desembarcó en Francia con tres kilos de café destinados al pago de sus primeras semanas de estancia y con la ilusión que se presupone a todo adolescente africano interesado en ampliar fronteras. Con quince años, Manu ya era buen alumno de francés, premiado en la escuela de su ciudad natal, Douala, situada en los dos lados del río Wouri. Y llegaba a la periferia de París en busca de un futuro como persona. No fue fácil la cosa y la visita duró poco. Pero aquel viaje inicial fue premonitorio: siguiendo el consejo del veterano músico Joseph Kabasele, más conocido por Grand Kallé, Manu Dibango se trasladó a la República Democrática del Congo (entonces Congo Belga) para formar parte de la orquesta African Jazz, el primer conjunto musical profesional creado en la antigua colonia. Daba comienzo una de las carreras musicales más influyentes de África, una historia épica llena de encuentros diversos con un saxofonista, teclista y compositor de largo recorrido cuyas huellas aún laten en rock, pop y salsa.

El saxofonista y compositor camerunés Manu Dibango.
El saxofonista y compositor camerunés Manu Dibango.

Manu Dibango (Douala, 1933) representa buena parte de la esencia africana que ha logrado trascender fronteras y encontrar acomodo en otros estilos musicales. No es casualidad que algunas de sus composiciones hayan sido interpretadas en discos de todo pelaje, desde versiones en clave electrónica a revisiones de sabor latino. En el jazz y en el funk, siempre con una versatilidad a prueba de complejos y pretensiones simplistas. Quizá porque la mezcla forma parte de la raíz familiar de este músico camerunés: su padre pertenecía a la etnia yabassi y su madre, en cambio, era una diseñadora de moda de la etnia duala. Como explicó en su libro de memorias, Tres kilos de café, su objetivo desde un principio fue la obtención de un sonido genuino africano sin renunciar a la mezcla con influencias foráneas. “Me dediqué de lleno a la creación de una música africana que pudiera reunirse con éxito junto al blues, al jazz, al reggae, a la música tradicional europea y a las canciones africanas, caribeñas y árabes. Quise hallar un sonido para la africanía y lo que eso significa: ser a la vez un artista negro y un ciudadano del mundo”.

La trayectoria musical de Manu Dibango se basa, en gran modo, en la solidez de su formación artística. Con African Jazz, a las órdenes del cantante Grand Kallé y de otros tres pioneros de la música en los Grandes Lagos (los cantantes Tabu Ley Rochereau y Sam Mangwana y el guitarrista Nico Kasanda), el saxofonista camerunés se iba a curtir en los estilos bailables que, a principios de los años 60, conformaban la principal seña de identidad de las celebraciones africanas por la independencia. Sonaba mucha música con influencia cubana, del cha cha chá a la rumba, en unas fiestas híbridas en las que luego eclosionaría el soukous. Pero fue otra corriente imparable en las músicas de África la que protagonizó el primer éxito sonoro de Manu Dibango. Ya a principios de los años 70, bajo la poderosa influencia del highlife de Ghana, registró Soul makossa, que con el tiempo fue la tarjeta de presentación de este músico curioso. Ágil como su apodo de pantera.

Y la historia de Soul makossa, publicada originalmente en 1972 en un single de la disquera francesa Fiesta Records (y que puedes escuchar en el primer programa de Semilla Negra), sintetiza bien la influencia creciente que Manu Dibango tiene desde entonces en las músicas occidentales. Descubierta casi por casualidad en Nueva York por el promotor cultural David Mancuso, la canción del saxofonista camerunés, casi más cerca del afrobeat que del highlife original, fue la banda sonora de muchas noches de fiesta en The Loft, el espacio del barrio del Soho que concentraba buena parte de la élite cultural alternativa de Nueva York. En pocas semanas, Soul makossa ganó crédito y el sello americano Atlantic respondió con la publicación masiva del single bajo licencia de la matriz francesa. Al año siguiente, la canción de Manu Dibango se colocó en el lugar 35 de la lista de éxitos de la revista Billboard. Toda una audacia para el tema africano que iba a adelantarse a la aparición de las músicas étnicas bajo el epígrafe world music en el mercado internacional. Incluso el reputado The Village Voice reconoció el trabajo de Manu Dibango como “el único disco africano hecho por un africano”.

Manu Dibango junto a su saxofón (imagen de Luc Saint-Elie)
Manu Dibango junto a su saxofón (imagen de Luc Saint-Elie)

La huella de prestigio de Soul makossa ha seguido a Manu Dibango en su larga trayectoria artística. Una vida repleta de música que tiene paradas esenciales en sus colaboraciones con jazz y pop, salsa y rock. De Don Cherry a Fela Kuti, de Herbie Hancock a Fania All Stars. Cuarenta años de música africana que también han dejado su impronta en nuevas corrientes musicales, ya que no es fácil hallar a un músico que haya sido más sampleado que Manu Dibango. Los aromas negros de Soul makossa, a veces el coro “mama-say mama-sah ma-ma-coo-sah”, son identificables en composiciones posteriores de Eminem, Chico Science, Urban Dance Squad, Wyclef Jean, Kanye West y Rihanna. Fue tal su influencia que en 1982 Michael Jackson y Quincy Jones produjeron Wanna be startin’ somethin” para la apertura del álbum Thriller, que con frecuencia es citado como el disco más vendido de todos los tiempos. Esta canción de seis minutos reproduce, con fidelidad casi absoluta, la coda final de Soul makossa, y provocó un recurso de autoría por Manu Dibango. Compensación económica mediante, Soul makossa fue el primer aldabonazo de la música afro en el pop de masas.

En este recorrido de Semilla Negra por la obra musical de Manu Dibango arrancamos con media docena de canciones propias del saxofonista camerunés. Algunas extraídas de sus primeras publicaciones en el mercado del disco africano, ya sean instrumentales de alto octanaje o piezas de inspiración caribeña grabadas junto al cantante congoleño Grand Kallé. Entre la producción del ecuador de su carrera suenan dos canciones grabadas hace tres lustros junto al Cuarteto Patria del cubano Elíades Ochoa. Kata Kata, The panther y Super Kumba nos llevan al Manu Dibango pletórico con una mezcla infecciosa de soukous, jazz y funk. El jazz también ha centrado colaboraciones esporádicas: All blues, adaptación del clásico de Miles Davis, fue grabada el año pasado con Kora Jazz Band, el trío de los malíes Abdoulaye Diabaté (piano), Djeli Moussa Diawara (kora) y Moussa Cissoko (percusión). La recta final de nuestro programa, guiados por la canción Wakafrika del disco homónimo, visita el festival que en 2005 reunió en la sala Barbican (Londres) a Manu Dibango con el músico senegalés Baaba Maal, la cantante camerunesa Coco Mbasi y el multiinstrumentista británico de origen jamaicano Courtney Pine. Y, de cierre, tres curiosidades: una canción dedicada al saxofonista africano por el influyente jazzman Joe Lovano, la versión original de Wanna be startin’ somethin’ y, en el video, una renovada adaptación pop del seminal Soul makossa que el propio Manu Dibango acaba de registrar junto al cantante Wayne Beckford.

Carlos Fuentes es el autor de Semilla Negra. Periodista y crítico musical, durante las últimas dos décadas ha publicado artículos, entrevistas y reportajes sobre las músicas africanas en periódicos nacionales y en revistas especializadas como Rockdelux o Serie B.

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