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Cabo Verde, fusión afro-portuguesa

Cabo Verde, fusión afro-portuguesa
Revolución de los Claveles. Imagen: Desconocido - Centro de Documentação 25 de Abril en Wikimedia Commons

Con el triunfo de la Revolución de los Claveles, Portugal y el P.A.I.G.C. acuerdan el acceso del archipiélago a la soberanía nacional, iniciando así su andadura una flamante República de Cabo Verde.

Cuando el 5 de julio de 1975 se arrió la bandera portuguesa en este archipiélago, tras cinco siglos de colonialismo, nacía un Estado en la más pura indigencia.

Situadas frente a las costas continentales africanas, a quinientos kilómetros de Senegal, estas islas estaban deshabitadas cuando arribaron a ellas los lusos. Fueron utilizadas desde un principio como almacén y último puerto de embarque de los buques cargados de esclavos que, tras atravesar el Atlántico, depositaban su cargamento humano en tierras americanas, especialmente Brasil.

De esta forma, y al socaire de este cruel negocio, se va conformando un nuevo pueblo, cuyo solar discontinuo son diez islas, y cuya seña de identidad es la simbiosis entre dos culturas, asentadas en el mestizaje racial entre africanos de las vecinas Guinea Bissau y Senegal y europeos, principalmente portugueses. Por ello, los paisajes humano y arquitectónico semejan más al brasileño que al africano propiamente dicho.

Una vez abolida la esclavitud por Lisboa en el siglo diecinueve, el papel asignado a Cabo Verde por la metrópoli será a partir de entonces, por un lado, el de escala naval, posteriormente también aérea, en las rutas imperiales hacia el Atlántico Sur y hacia el Índico y, por otro, el de cantera de cuadros medios -administración, enseñanza, policía y ejército- para el resto de las colonias africanas de Portugal.

Todo ello devino en un tipo de colonialismo exclusivamente depredador que, a diferencia de otros territorios donde se construyeron unas infraestructuras, explotadoras sí, pero que han sido utilizadas, con mayor o menor acierto, por los nuevos Estados, aquí esa infraestructura ha tenido que ser creada, prácticamente, a partir de cero desde la independencia.

Conscientes de tal situación, a partir de la década de los cincuenta y en coordinación con los demás territorios lusófonos de África -Angola, Sao Tomé y Príncipe, Mozambique y Guinea Bissau, especialmente con este último- surge de entre los universitarios que estudian en Lisboa y en Coimbra un círculo intelectual reivindicativo hacia la metrópoli, que devendrá en movimientos políticos claramente independentistas. Así nace el P.A.I.G.C., que persigue el fin de la presencia colonial en estos dos territorios. Este movimiento de liberación va a estar liderado, principalmente, por caboverdianos, tales como Amílcar Cabral, su fundador, teórico con prestigio en toda África; Luis Cabral, primer presidente de Guinea Bissau, o Arístides Pereira, primer presidente de Cabo Verde; no obstante, su campo de acción guerrillera va a estar en el territorio bissau-guineano, a partir de sus santuarios en los vecinos Senegal y, especialmente, Guinea-Conakry.

Con el triunfo de la Revolución de los Claveles, Portugal y el P.A.I.G.C. acuerdan el acceso del archipiélago a la soberanía nacional, iniciando así su andadura una flamante República de Cabo Verde. Años después, un golpe de Estado en Guinea Bissau dará al traste con el proyecto de unión entre los dos países, con lo que el histórico P.A.I.G.C. pasará a ser en lo sucesivo simplemente P.A.I.C.V.

La economía del nuevo país se sustenta en los ingresos que reportan la utilización del aeropuerto de la isla de Sal y del puerto de Mindelo, en la de San Vicente, debido a sus estratégicas ubicaciones en las rutas intercontinentales, y en las remesas que envían los emigrantes, cuyo número equivale a dos veces la población que reside en el país, repartidos por Brasil, Estados Unidos, Portugal, Senegal y los demás países africanos de lengua oficial portuguesa (P.A.L.O.P.).

Conscientes de la precariedad económica, los sucesivos gobiernos han trazado planes de desarrollo acordes con la realidad, los cuales han dado sus modestos frutos. Se dedica especial atención al capítulo de la pesca, firmando acuerdos con otros países, los cuales contribuyen a la mejora técnica de la flota pesquera caboverdiana y al desarrollo de la industria conservera nacional.

La agricultura, avicultura y ganadería, aunque con metas menos ambiciosas que en el sector marítimo, también son objeto de atención por parte de las autoridades de Praia. Hay que tener en cuenta que de los cuatro archipiélagos que componen el grupo de la Macaronesia, más que los dos archipiélagos portugueses y que el español, Cabo Verde es el más castigado por el arribo de la civilización europea y su corolario de depredación de la flora y del suelo insulares. Al respecto, hay determinadas islas -Sal, Boa Vista y Maio-, que debido al desarrollismo desequilibrado y a su mayor cercanía al continente africano, con la consiguiente exposición a la influencia del desierto del Sáhara, su nivel de erosión es, prácticamente, absoluto. Otras, sin embargo, han resistido mejor este doble embate. Su suelo volcánico, unido a una irregular pluviosidad, dan vida a unos cultivos de subsistencia -millo y judías- y a una modesta ganadería -cabras, cerdos, vacas y aves-. Una amplia campaña de repoblación forestal está en marcha con el apoyo, entre otros, de la Unión Europea.

La industria, además de la del pescado ya citada, se resume en la explotación de sal en la isla homónima y en la producción de cemento en la de Maio.

Un último y ya pujante rubro económico lo representa el turismo. En la isla de Boa Vista, entre otras, se han creado varios complejos turísticos. Serían de destacar las visitas de comisiones gubernamentales de estudio que han venido a Canarias, debido a la evidente experiencia que nuestro archipiélago y otras comunidades autónomas del país tienen al respecto.

El comercio, abrumadoramente deficitario, se dirige, casi exclusivamente, a la Unión Europea, especialmente a Portugal, así como hacia Angola y Argelia.

España, y muy especialmente Canarias por su proximidad geográfica, tiene un lugar que ocupar, con múltiples facetas de una inteligente y justa relación económica. La existencia de líneas marítimas y enlaces aéreos afianzan un fructífero intercambio mercantil y cultural entre ambos archipiélagos.

Artículo redactado por Octavio Utrera, africanista y licenciado en Geografía e Historia.

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