Este festival se creó en 1969 para promocionar el séptimo arte. 52 años después, las salas de cine siguen estando abarrotadas por cinéfilos de todo el mundo que acuden al mayor evento cinematográfico del continente
El Festival Panafricano de Cine y Televisión de Uagadugú (FESPACO) llegó a su vigésimo séptima edición cargado de buenas películas con un trasfondo social.
Este festival se creó en 1969 para promocionar el séptimo arte. 52 años después, las salas de cine siguen estando abarrotadas por cinéfilos de todo el mundo que acuden al mayor evento cinematográfico del continente. Las entradas costaron menos de dos euros y las mascarillas y la toma de temperatura al entrar eran obligatorias. Se presentaron casi 1200 películas de las cuales 239 fueron seleccionadas para el festival. Fueron 8 días intensos cargados de debates, talleres, proyecciones y conciertos donde se reunieron los profesionales del cine a nivel internacional y el público en general. Esta bienal permite dar visibilidad a los directores africanos a nivel mundial y promocionar el cine africano, tanto en su continente como en el exterior. Este año, que giraba en torno a la temática de las nuevas perspectivas y desafíos del cine africano y su diáspora, reunió a profesionales del cine de 64 países y logró que 150 000 personas acudieran a las salas de cine en tan solo una semana. Es por ello que pudieron participar en el certamen películas de otros países fuera del continente, como Haití. FESPACO permite, además, crear vínculos con otros países del continente gracias a que en cada edición se nombra a un país invitado. Este año, Senegal ha sido el gran protagonista. Se promocionaron a autores senegaleses, fuera de las secciones oficiales, gracias a diversas proyecciones y debates. Asimismo, se rindió homenaje al director senegalés Alain Gomis con la creación de una estatua de bronce en su honor.
La bienal de cine africano acabó el sábado 23 de octubre con la gala de entrega de premios, en presencia del presidente de Senegal, Macky Sall, y el presidente de Burkina Faso, Roch Christian Kaboré. El presidente senegalés destacó cómo gracias a la resiliencia del pueblo burkinés se consiguió celebrar esta edición del festival. Burkina Faso se encuentra sumida en una guerra contra el terrorismo yihadista que ha provocado que haya 1,5 millones de desplazados internos en el país. Según la ministra de Cultura de Burkina Faso, Elise Thiombiano, sobre las dificultades de celebrar un festival de tal envergadura en un contexto de inseguridad: “La gente ha entendido que estamos obligados a vivir con la situación y a hacer lo posible para ir hacia adelante a pesar de las dificultades”. Además, el festival tuvo que ser retrasado de febrero a octubre por la pandemia. Gracias a la colaboración entre el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Seguridad y el de Salud, se pudo llevar a cabo el festival sin incidentes.
Este año las películas premiadas trataron sobre temas sociales y los problemas principales que afectan al continente y a su diáspora, como la precariedad económica, la lucha de las mujeres por su emancipación, la migración o la inseguridad. Además, también se trataron temas como los derechos humanos o la paz.
Este año, el presidente del jurado fue el director mauritano Abderrahman Sissako, conocido principalmente por su película Timbuktu. El jurado estaba compuesto principalmente por directores y expertos cinematográficos del continente, aunque también se contó con miembros europeos y latinoamericanos. Uagadugú se vistió de gala este sábado para despedir la vigésimo séptima edición por todo lo alto. La gala de clausura del festival estuvo marcada por los artistas de renombre internacional como Smarty y o Patrick Kabré.
El gran palmarés es el Semental de oro de Yennenga. El caballo es el símbolo de Burkina Faso. El reino mossi, sobre el cual se funda Burkina Faso, fue creado por la legendaria guerrera Yennenga. La estatuilla del galardón es la representación de la princesa Yennenga y su caballo.
Las principales secciones del palmarés del mejor cine africano
En la sección de largometrajes de ficción, el mayor premio, el Semental de oro de Yennenga, fue para “La mujer del enterrador”, del director somalí Khadar Ahmed. La película cuenta las dificultades que una pareja atraviesa al descubrir que la esposa tiene problemas de salud y no pueden pagar la operación a la que debe someterse.
El segundo premio fue para la diáspora africana. La haitiana Gessica Généus muestra la lucha de las mujeres haitianas para vencer todas las dificultades que la vida les depara y el dilema de la migración en su película “Freda”.
El bronce recayó en la película tunecina “Una historia de amor y de deseo”. En la cinta, el protagonista de origen tunecino se debate entre su amor por una joven que acaba de llegar a París y el respeto a la religión.
En la sección de documentales largos, “Guardería nocturna”, del burkinés Moumouni Sanou, ganó el mayor galardón de su categoría. El documental muestra una realidad que sigue siendo un tabú en el país: la prostitución. El documental nos muestra el día a día de las prostitutas y sus hijos y cómo una anciana cuida de los pequeños por las noches, mientras sus madres trabajan.
El galardón de plata fue para el documental senegalés “Andar sobre el agua”. La cinta cuenta cómo en el Sahel la escasez de agua debido al cambio climático pone en peligro la supervivencia de la población y cómo un pueblo decide hacer un pozo para poder sobrevivir.
El tercer premio fue para “Makongo” de Elvis Gabino, de República Centroafricana. Los pigmeos de Akka quieren que sus hijos vayan a la escuela, pero el problema es el dinero. Cuando dos hombres de esta etnia van por primera vez a la capital, descubren la discriminación y que los habitantes de la ciudad no son tan amables como pensaban.
El festival quiere también apoyar a los jóvenes realizadores. Por eso, ha creado una sección especial para aquellos directores que solo han dirigido una o dos películas o documentales. En la sección Perspectivas, mención especial ha ganado la película burkinesa “La travesía”. La directora Irène Tassembédo cuenta la historia de un grupo de jóvenes que quieren migrar a Italia y cómo se entrenan para someterse a las grandes dificultades de atravesar África y el Mediterráneo.
Además, existen otras secciones, como la de mejor colaboración artística de imagen o mejor colaboración de sonido, y premios, como el premio a la mejor embajadora de la paz. Este año, la realizadora nigeriana Aicha Macky se llevó el premio por su documental Zinder, en el que cuenta las dificultades que atraviesan los habitantes de la segunda ciudad más grande de Níger, Zinder, por la delincuencia y los ataques terroristas de Boko Haram.
Artículo redactado por Ana López García, periodista freelance.