Sí, vengo a confesar que me he visto todo el documental de Harry y Meghan, enterito. Al principio se trataba solamente de interés profesional. En la Fundación porCausa nos dedicamos a contar historias basadas en información y los documentales son uno de los soportes más importantes a los que tenemos acceso. Además, me interesaba también el tema de la relación con la prensa y la desinformación, algo fundamental en la historia que la pareja que se declara cansada de que su vida íntima sea relatada por personas que ellos no conocen. En los tiempos de los realities y los diarios documentales, la idea de Harry y Meghan es totalmente razonable.
Como explicaba al principio, se trataba de un mero interés profesional, pero a partir de la primera media hora ya estaba enganchada. No suelo consumir productos de la prensa del corazón, no veo la televisión, no estoy al corriente de quiénes son las nuevas famosas ni de qué les pasa. Pero conozco al hijo menor de Diana, como no. A Meghan también un poco por encima por ser el primer miembro afrodescendiente de la familia real británica. Y así es cómo la familiaridad de las personas en mi subconsciente, combinada con el documental exquisitamente dirigido y producido, se hicieron fuertes.
Lo más importante de la experiencia es que la historia que cuenta la pareja es mucho mejor que la que han contado generalmente en los medios hasta ahora. Se trata primero de una historia de amor preciosamente construida. Después llega la parte más interesante, se trata de una historia de defensa de los derechos de las personas afrodescendientes. Meghan explica cómo el hecho de tener un tono de piel mucho más claro que el de su madre la había protegido de sufrir el peso directo del racismo. Ser mestiza se convirtió en un problema cuando inició su carrera profesional como actriz hasta que encontró un papel perfecto en la serie Suits, en la que representaba a una persona con esas características. Sí que había vivido episodios racistas contra su madre, a la que en muchas ocasiones confundían con una niñera. Pero cuando inició su relación con Harry, la ola de racismo hacia ella y su madre fue insoportable.
Otra parte muy interesante es el análisis que se lleva a cabo de cómo este racismo y este odio están controlados y en muchos casos promovidos por una serie de pseudomedios, en su gran mayoría de baja calidad, los tabloides británicos. En un momento dado, Meghan explica con lágrimas en los ojos que el odio que se está sembrando contra ella se convierte en algo real, que hay gente dispuesta a matarla o a hacer daño a su familia.
Finalmente está el cómo la pareja ve a la institución de la familia real británica. Existen numerosas alusiones a cuál debe ser su rol, sobre todo dentro de su papel en el marco de la Commonwealth. Se menciona cómo esta comunidad está mayoritariamente compuesta por personas de etnias no europeas y, en su gran mayoría, afrodescendientes. La llegada de Meghan a la institución solo podía ser identificada como positiva e incluso imprescindible. Pero por desgracia no fue así.
África está muy presente en el documental. Para empezar, Meghan es estadounidense afrodescendiente. A finales de 2022, durante una conversación con la actriz y cómica senegalesa-estadounidense Issa Rae, y con la cómica y escritora nigeriana-estadounidense Ziwe Fumudoh, Meghan anunció que un test de ADN había revelado que era 43 % nigeriana. Esta afirmación es una declaración de intenciones, que culmina una progresiva reivindicación de sus orígenes y de su racialidad. Desde que se anunciara su noviazgo con Harry, la ahora Duquesa de Sussex ha reivindicado su birracialidad. Dentro de ese marco introdujo conceptos como el black life matters dentro de los discursos oficiales de la casa real inglesa, algo inédito hasta su llegada. A esto se suma la especial vinculación que el príncipe Harry tiene con el continente africano. Durante su adolescencia, Harry sufrió un intenso acoso mediático. Con 18 años se refugió en Togo, donde se sintió protegido y parte de la comunidad, una relación intensa que sigue manteniéndose. Recientemente, la primatóloga Jane Goodall, gran amiga del duque, aseguraba que África es donde Harry ha sido más feliz en su vida, declaraciones que casan con lo expresado en su documental. Los duques eligieron África para llevar a cabo su primer viaje oficial con su hijo Archie y ambos apoyaban proyectos solidarios en varios países africanos antes de conocerse. Su presencia en documentales y actos antirracistas y africanistas es constante desde que en 2020 fueran cesados en sus funciones oficiales por la casa real británica.
En definitiva, el documental está plagado de referencias a África, a las comunidades unidas, al amor y al antirracismo. También hay referencias explícitas al machismo social que el documental asegura que se expresa a través del ataque sistemático a Meghan Markle. Y, así, la forma en la que la pareja se reivindica es presentándose como gente cercana, activista y generosa rechazando un sistema destructivo, anacrónico y lleno de odio. El mensaje de esta historia, sea veraz o no, es sin duda mucho más bello que cualquiera de las demás historias que se han narrado. Por eso, si se trata de tener fe en algo que nos cuentan, yo, personalmente, prefiero mil veces tenerla en este relato, que sin duda me parece mucho más inspirador y positivo.
Artículo redactado por Lucila Rodríguez-Alarcón.