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Semilla Negra – Programa 17: Cuatro sellos que hicieron época

Semilla Negra – Programa 17: Cuatro sellos que hicieron época

Suele recordar Manu Dibango, el influyente saxofonista camerunés que compuso Soul makossa, que la primera vez que viajó a Europa para buscarse la vida como estudiante se trajo un par de kilos de café africano para pagar la pensión. Décadas después, aquel café, que en realidad pesaba tres kilos, sirvió a Dibango para titular sus memorias, publicadas en 1998 en colaboración con Danielle Rouard. En el libro, este músico de largo recorrido aborda su historia en paralelo a la evolución musical de los países africanos. Y en ambos recorridos, la llegada y posterior expansión del disco de vinilo ha jugado un papel primordial. Desde finales de la década de los 50, la popularización de la música grabada permitió el consumo masivo por parte de las sociedades africanas que ya miraban de reojo al momento de la emancipación de las administraciones coloniales. Durante los años siguientes, compañías discográficas como Gallo, Syliphone, Amha, Sonafric, Kaifa o SonoCairo se encargarían de grabar y distribuir con eficiencia las producciones de los principales músicos de África.

Técnico de sonido en Radio Mali, fotografiado por Malick Sidibé en 1966.
Técnico de sonido en Radio Mali, fotografiado por Malick Sidibé en 1966.

Desde Johanesburgo (Sudáfrica), Gallo Music lleva casi noventa años atendiendo la demanda de músicas grabadas en el cono sur africano. Fundado en 1926 como Gallo Africa, el sello del productor de origen británico Eric Gallo nucleó la eclosión de discos y artistas en Sudáfrica. En el catálogo de la compañía, que en años sucesivos adoptó los nombres comerciales de Gallo Gramophone y Gallo Record Company hasta llegar a la denominación actual, está presente buena parte de la primera división de la música sudafricana (Miriam Makeba, Ladysmith Black Mambazo, Mahlathini & The Mahotella Queens, Hugh Masekela…) y nombres menos conocidos en los mercados occidentales como Stimela, la cantante Letta Mbulu y el saxofonista West Nkosi. Con la publicación de los más importantes artistas nacionales, Gallo Record también logró éxito en la distribución de grabaciones internacionales de Barry White, Leo Sayer, Donna Summer o Grover Washington Jr., algunas de las estrellas del momento. En 1976, cuando la compañía cumplió su primer medio siglo, la revista norteamericana Billboard dedicó un suplemento especial de dieciocho páginas a la historia del sello. En la actualidad, Gallo se mantiene en activo asociada con la multinacional Warner y publica discos de Simphiwe Dana, Theo Kgosinkwe, Thandiswa y Bhekumuzi Luthuli.

También en África occidental surgió una compañía discográfica esencial para explicar la expansión de la música grabada en el continente. Desde Conakry, la capital de la República de Guinea, Syliphone Records desarrolló una intensa actividad durante la segunda mitad del siglo pasado. Entre 1958 y 1984, años de efervescencia y relativo desarrollo en el país, Syliphone publicó a bandas fundamentales del oeste africano como Bembeya Jazz, Keletigui & Ses Tambourinis, Balla & Balladins y Kebendo Jazz.

[quote]Solo en la recta final de su trayectoria, entre 1967 y 1984, Syliphone Records llegó a publicar más de 150 discos de vinilo, algunos de los que cuales se han convertido hoy en piezas de coleccionista. [/quote]

También su catálogo ha sido rescatado en formato digital, al menos el repertorio de su banda señera, Bembeya Jazz, a cuyo nombre un doble álbum en formato CD rescata lo mejor de sus años con la mítica disquera de Conakry.

En la región del cuerno de África, el apogeo de la primera Etiopía independiente ofreció posibilidades a los empresarios de la música. Amha Records y Kaifa Records son los dos nombres de referencia en la industria musical etíope. En 1969, el músico y productor Amha Ashèté fundó el sello que lleva su nombre, en el que llegó a grabar una docena de discos grandes y más de un centenar de sencillos entre 1969 y 1975. En su catálogo estaban nombres como Mulatu Astatke, Alemayehu Eshete, Mahmoud Ahmed y el mítico Tilahun Gessesse. Dos años antes de la desaparición de Ahma, el sello Kaifa protagonizó otro periodo de esplendor de la industria musical etíope. Entre 1973 y 1977, la compañía dirigida por Ali Tango publicó más de medio centenar de grabaciones, entre ellas discos de Eshete, Ahmed y Bezunesh Bekele. No fue casual que ambas discográficas se extinguieran en el ecuador de los años 70: con la derrota del emperador de Etiopía, el controvertido Haile Selassie, y la llegada al poder de una junta militar de inspiración soviética liderada por Mengistu, el país comenzaría una senda en cuesta abajo en la que aún está sumido hoy. Entretanto, la música etíope ha vuelto a brillar gracias al proyecto Ethiopiques, la serie de rescates antológicos de música etíope y eritrea de los años 60 y 70 dirigida por el productor Francis Falceto.

Zim Ngqawana, durante un concierto en 2008 (Imagen de Bruno Bollaert)
Zim Ngqawana, durante un concierto en 2008 (Imagen de Bruno Bollaert)

Jazz añejo procedente de Sudáfrica abre y cierra esta excursión musical por sonidos que originalmente fueron editados en discos de vinilo en África. The Jazz Epistles es considerado en el primer conjunto sudafricano que hizo bebop. Integrado por artistas que luego tendrían una larga trayectoria (el pianista Abdullah Ibrahim y el trompetista Hugh Masekela eran los líderes del sexteto), el grupo se hizo popular en las noches del suburbio de Sophiatown, en las afueras de Johanesburgo, con sesiones continuas en el teatro Odin. Eran noches de jazz inspiradas en artistas internacionales como Art Blakey y sus Jazz Messengers. De aquella primera época rescatamos dos piezas, Blues for Hughie y Scullery Department, ambas grabadas en 1959. También desde Sudáfrica suenan Old City Jazz-Sters, Africa, una de las primeras grabaciones de Miriam Makeba, The Jazz Ambassadors y el flautista y saxofonista Zim Mgqawana. En Kenia, Shirati Jazz fue uno de los grupos punteros de la música benga bajo la dirección de Daniel Owino Misiani, al igual que Chief Osita Osadebe capitalizó el auge del primer high-life en Nigeria. En la República Democrática del Congo, la orquesta Le Negro Succes se especializó como banda acompañante de las primeras estrellas de la música nacional, en esta ocasión junto a la cantante Bavon Marie Marie, hermana menor del gran guitarrista Franco. Otro guitarrista imperial, el mali Ali Farka Touré, se las apañó para enviar a Francia sus primeras grabaciones, luego editadas en disco de vinilo a mediados de los 70 por el sello Sonafric. Y en Senegal, la Orchestra Baobab capitaneó el auge de la pachanga africana con una producción regular de vinilos, una producción que con los años sería rescatada por el sello británico World Circuit.

Carlos Fuentes es el autor de Semilla Negra. Periodista y crítico musical, durante las últimas dos décadas ha publicado artículos, entrevistas y reportajes sobre las músicas africanas en periódicos nacionales y en revistas especializadas como Rockdelux o Serie B.

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