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Semilla Negra – Programa 5: Guateques junto a los Grandes Lagos

Semilla Negra – Programa 5: Guateques junto a los Grandes Lagos
Imagen de un baile juvenil africano durante los años 60
Imagen de un baile juvenil africano durante los años 60

Las músicas del Congo, una de las minas sonoras de África, se convirtieron en la manifestación cultural asociada al creciente desarrollo urbano de las grandes ciudades surgidas en las proximidades de los Grandes Lagos. Desde los años cincuenta, las entonces colonias belga y francesa ampararon el nacimiento de uno de los estilos musicales más populares de África. La rumba zaireña, llamada soukous, en una derivación del original francés secousse (sacudida), pronto se convirtió en el ritmo preferido para amenizar los bailes de la independencia, que Zaire obtuvo de Bélgica en junio de 1960 y el Congo de Francia tres meses después.

Interpretada por conjuntos a la manera de las orquestas americanas, con profunda influencia cubana, la rumba congoleña fue popularizada por artistas de largo recorrido. Ya en la década anterior, en los años 50, el músico Joseph Kabasele Tshamala “Grand Kallé” lideraba la banda African Jazz, que contaba con el cantante Tabu Ley Rochereau, el guitarrista Docteur Nico Kasanda y el camerunés Manu Dibango, quizá el saxofonista más importante de África. Esta escena era compartida con OK Jazz, liderada por Jean-Serge Essous, que en sus filas contaba con otro músico crucial para las músicas del centro de África, el guitarrista François Luambo, más conocido por el apodo de Franco. Y también con orquestas seminales como African Fiesta, Afrisa International, Stukas o Zaiko Langa Langa, liderada por Papa Wemba. Otros nombres propios de las músicas de la República Democrática del Congo son Wendo Kolosoy, Pépé Kallé y, bastante más joven, Kanda Bongo Man.

Stella Chiweshe y Chiwoniso son dos artistas que han popularizado la mbira
Stella Chiweshe y Chiwoniso son dos artistas que han popularizado la mbira

Las influencias del soukous no se circunscribieron a los países de los Grandes Lagos, ya que comunidades de Kenia, Uganda y Tanzania, que también hablan el idioma lingala, disfrutaron de la eclosión de algunos grupos de rumba zaireña. Además, en zonas de Zambia y Zimbabwe, aunque la presencia del lingala era minoritaria, las corrientes musicales de la época también fueron permeables a los ritmos bailables que llegaban de Kinshasa, epicentro clave de la escena del soukous. Fueron precisamente Kenia y Tanzania los destinos elegidos por los músicos congoleños cuando problemas políticos y depresión económica en los años 70 hicieron mella en la escena nocturna de la República Democrática del Congo. Y la emigración, que fue la vía de escape que utilizó Papa Wemba para mudarse a París y desde la capital francesa liderar la orquesta Viva la Música. En la actualidad, las músicas del Congo disfrutan de un nuevo periodo de oro. Con ayuda de los músicos y productores belgas Marc Hollander y Vincent Kennis en la discográfica Crammed, el grupo Konono Nº1 ha convertido el sonido distorsionado y metálico del likembé en una seña de identidad de la nueva música africana. Y sus vecinos de Staff Benda Bilili, un conjunto formado por enfermos de polio que sobrevivían en los jardines del zoo de Kinshasa, han deslumbrado al mundo con otro instrumento surgido de la necesidad, un pequeño violín fabricado con una lata de conserva y una sola cuerda: el satongé. Es el sonido contagioso del Congo en el siglo XXI, heredero de una región en la que las músicas siempre pegaron fuerte.

Más al sur, en Zimbabwe, el folclor de esta antigua colonia británica aporta un instrumento singular de la misma familia que el likembé. La mbira, una especie de piano de pulgar confeccionado con una caja de madera para la resonancia y tiras de metal para pulsar como si de un piano convencional se tratara, marca los sonidos de Zimbabwe en el último medio siglo gracias a artistas como Stella Chiweshe y, quizá su heredera, Chiwoniso Maraire. Pero si hay que destacar a un músico clave en la historia de Zimbabwe aparece uno de los grandes de la música africana de todos los tiempos. Thomas Mapfumo, apodado el león de Zimbabwe, comenzó en los años setenta interpretando viejos clásicos de Elvis Presley y Otis Redding como miembro del grupo Hallelujah Chicken Run Band. Tras su etapa de formación, Mapfumo llevó a la guitarra eléctrica los sonidos de la mbira, y por extensión el acervo musical de la etnia shona, dando como resultado una música envolvente que optó por cantar en lengua shona. [quote]Nació la música chimurenga, que significa revuelta o revolución, que Thomas Mapfumo ha internacionalizado al frente de su grupo, The Blacks Unlimited, como primer portavoz del rechazo del pueblo zimbabuense al dictador Robert Mugabe.[/quote] Con Mapfumo y Chiwoniso rescatamos también al guitarrista y cantante zimbabués Oliver Mtukudzi, autor de medio centenar de discos desde que a finales de los años setenta comenzara junto a Thomas Mapfumo en el grupo Wagon Wheels.

Carlos Fuentes es el autor de Semilla Negra. Periodista y crítico musical, durante las últimas dos décadas ha publicado artículos, entrevistas y reportajes sobre las músicas africanas en periódicos nacionales y en revistas especializadas como Rockdelux o Serie B.

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