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Reflexiones migratorias a cuenta del fútbol

Reflexiones migratorias a cuenta del fútbol
Berliner_Olympiastadion_night. Imagen: © De Tobi 87 en Wikimedia Commons
Director General

José Segura Clavell

Director general

El éxito de Lamine Yamal o Nico Williams ha visibilizado el país que queremos y debemos ser

Siento un orgullo enorme al pensar que el gran éxito de España en esta Eurocopa de fútbol ha sido la extraordinaria acogida popular que ha tenido el equipo, y la naturalidad con que la gran mayoría ha acogido algo que hasta hace pocos años no era tan normal: la visibilización de la diversidad. En estos tiempos en los que algunos quieren vincular a los jóvenes migrantes o hijos de la migración con ‘violaciones, machetazos y delincuencia’, ha sido una delicia ver cómo un equipo de fútbol ha puesto ante nuestros ojos a Nico Williams y Lamine Yamal, dos jugadores tan jóvenes, pero a la vez tan centrados, responsables y apasionados por alcanzar la excelencia en su trabajo, que es un deporte en el que solo se triunfa funcionando en equipo. Sobre fútbol y migraciones quería, pues, hablarles hoy, a través de unas simples reflexiones:

  1. El aplauso a la excepcionalidad

Es maravilloso, insisto, lo de Williams y Yamal, pero me gustaría recordar que la excepcionalidad, incluso la heroicidad, no deben ser prerrequisitos para acoger y aceptar a la gente que viene de otros lugares o cuyas familias proceden de otros países y realidades.

Me parece algo evidente: igual que no exigimos excepcionalidad ni heroicidad a nuestros vecinos canarios o españoles, no debemos pedirle a un africano o un hijo de africanos que gane una Eurocopa, que salve a un niño que pende de un balcón o realice cualquier otra proeza para ganarse el derecho a ser tratado como un ser humano.

Por el simple hecho de ser personas, quienes llegan en patera o en avión para quedarse entre nosotros y cooperar en el progreso de nuestras comunidades merecen el mismo trato y respeto que el que le brindamos a los que logran despuntar a través de la excelencia.

Williams y Yamal son hijos de migrantes que llegaron de forma irregular a España, y a las que ahora celebramos con orgullo. Al respecto, para profundizar en esta idea, les recomiendo que lean un artículo que escribió el exministro de Exteriores español Miguel Ángel Moratinos, actual secretario general adjunto en Naciones Unidas como alto representante de la Alianza de Civilizaciones, bajo el título ‘África gana la Eurocopa’, en el que menciona a jugadores de origen y descendencia africana que juegan en muchísimas de las selecciones que compitieron en Alemania. Es bueno que recordar eso nos haga reflexionar a todos.

  1. El perverso uso del término ‘mena’

En los mensajes laudatorios a Nico y a Lamine, hay personas bienintencionadas que han utilizado en positivo el término mena, vinculándolo al éxito deportivo de España y a una sociedad obviamente multicultural, a la que personas como ellos contribuyen.

Esto me hace reflexionar que es probable que el debate migratorio y político en nuestro país, tan encendido en estos momentos, contribuya a confusiones y amalgamas. La extrema derecha de nuestro país se ha apropiado del término mena, una palabra que, aunque es el acrónimo neutro del término administrativo que los describe (menores extranjeros no acompañados), los deshumaniza, criminaliza y es también la palabra más racista del momento, según denuncian, por ejemplo, el periodista y activista Moha Gerehou y otras muchas voces.

Mena, en este imaginario colectivo que se ha querido crear (especialmente, además, en las redes sociales para los más jóvenes), remite a un joven racializado, pobre y que recurre a la delincuencia. Es un término que se extiende más allá del fenómeno de los niños que llegan en patera o cayuco y que, como denuncia Gerehou, tiende a meter en el saco de la sospecha a estos nuevos españoles: ese uno de cada cuatro menores de 15 años nacidos en España que proviene de la migración. Como Lamine Yamal o Nico Williams.

  1. Otro ejemplo en el fútbol, y en Canarias

Aboubacar Bassinga sí que es un mena en su acepción descriptiva: un menor extranjero no acompañado que comparte historia con Nico o Lamine, porque también logra objetivos en un campo de fútbol, pero sin que le rodee una familia biológica ni tenga la nacionalidad española, al menos de momento. Nuestro querido Nicolás Castellano, periodista de la Cadena SER, nos desveló su historia en un reciente pódcast en colaboración con La Liga. Abu Bassinga llegó a Canarias en cayuco hace cuatro años y, gracias a la iniciativa Proyectos Sociales que la Unión Deportiva Las Palmas creó para acoger a chicos en situación de vulnerabilidad, debutó como profesional esta temporada en dicho equipo.

Como Lamine Yamal, Aboubacar es también un chiquillo (apenas 15 años) y debe su presencia en la primera plantilla del equipo amarillo a su talento, tesón y calidad deportiva. También, añado yo, a la sensibilidad de personas e instituciones (incluida una magistrada) que conocen la realidad migratoria de los niños que llegan a Canarias por mar y que pelearon durante mucho tiempo para que los niños y niñas sin la documentación en regla pudieran competir, federarse y, jugando al fútbol, abrir una puerta más a su integración.

No estaría de más, en esta próxima temporada, que los aficionados al fútbol de toda Canarias reflexionen sobre cómo algunos hablan y tratan a los llamados menas cada vez que Bassinga, o algunos de los chiquillos que juegan en los equipos con los que los clubes hacen labor social (la Fundación del CD Tenerife, por ejemplo, tiene uno), hagan un buen pase, un remate o un gol.

Recuerdo también que en Casa África tuvimos el año pasado, el 2023, una exposición, llamada ‘Fútbol para la esperanza’, organizada conjuntamente con Casa Árabe, en la que mostrábamos el poder del fútbol como elemento de integración de la población de origen africano en los barrios de diversas ciudades españolas. El fútbol es una herramienta fantástica si se usa en positivo.

  1. Fútbol e ideología

Recordarán que Kylian Mbappé, otro futbolista de élite (y ya presentado esta misma semana por el Real Madrid), se manifestó públicamente durante la concentración de su selección en la víspera de las elecciones francesas, pidiendo que se votara para detener a la extrema derecha. Su gesto y el de otros jugadores de la selección francesa, muchos de ellos hijos o nietos de la migración, recibió un aluvión de críticas. A Mbappé le reprochaban que, por el hecho de ser una figura pública deportiva, además de millonario, no debería manifestarse políticamente.

En este sentido, a mí sí me parece loable y muy importante que se signifique políticamente el jugador con, seguramente, uno de los mayores y mejores contratos deportivos nunca firmado.

Como bien dijeron algunos comentaristas políticos, el gesto de Mbappé era el de alguien que personalmente no tenía nada que ganar y sí mucho que perder. De hecho, el odio vertido contra él y buena parte de la selección francesa en artículos y, especialmente, en redes sociales, indica que Mbappé tiene ahora más detractores que antes y que habría sido mucho más cómodo para él seguir en su nube de privilegios sin pronunciarse ante la deriva política de su país y en defensa de otros menos privilegiados.  

Los verdaderos demócratas defendemos que hay que respetar las expresiones de ciudadanía y las opiniones políticas de todo el mundo, especialmente las de la gente con la que no comulgamos ideológicamente. Siempre que se formulen desde el respeto y un sano intercambio de pareceres, sin poner en el punto de mira del odio a otro ni desde la mentira, el debate político nos admite e interpela a todos.

  1. Conclusión

Hace ya muchos años que un sociólogo (el ya fallecido Zygmund Bauman) acuñó el término de la sociedad líquida para hacernos ver la rapidez con que las cosas vienen y se van en nuestra sociedad. La poca atención que, por saturación de información, le prestamos a las cosas hace que algo que podemos pensar constituiría un cambio en nuestra sociedad se escurra entre nuestros dedos como un líquido.

En definitiva, que existe el riesgo de que esto tan bonito que hemos vivido en España con la Selección, con Lamine Yamal y con Nico Williams, se olvide y se escurra entre nuestros dedos en pocas semanas. Ojalá no sea así y que todo esto sirva para empezar a normalizar muchas cosas alrededor de nuestra diversidad y nos permita caminar de verdad hacia qué país queremos ser: yo elijo el que acabamos de disfrutar y celebrar, el de Nico, Lamine, Rodri, Olmo y Morata. Juntos, todos a una.

Artículo redactado por José Segura Clavell, director general de Casa África, y publicado los días 19, 20 y 22 de julio de 2024 en Kiosco Insular, Diario de Avisos y Canarias 7.

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