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Afrodescendientes en América Latina en un presente incierto. Balances, retos y desafíos

Afrodescendientes en América Latina en un presente incierto. Balances, retos y desafíos
La Agenda 2023 es una nueva oportunidad para situar la igualdad y la justicia racial en el centro de las agendas internacionales, regionales y nacionales.
La Agenda 2023 es una nueva oportunidad para situar la igualdad y la justicia racial en el centro de las agendas internacionales, regionales y nacionales.

María José Becerra

Licenciada en Historia y Magister en Relaciones Internacionales

Durante los dos primeros años en los que el mundo se vio conmocionado por la pandemia del COVID-19, se conmemoraron dos hitos relevantes en la lucha por la visibilización y el reconocimiento de sus derechos, pero que sin embargo pasaron casi inadvertidos para la mayoría de la población en general, y para los pueblos afrodescendientes de las Américas, en particular.

Por un lado, durante el 2020 se realizó un balance de medio término del Decenio Internacional de los y las Afrodescendientes (entre 2015 y 2024 por Res. 68/237 de la ONU); y por el otro, al año siguiente se rememoraron los veinte años de la III Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia en Sudáfrica (más conocida como la Conferencia de Durban, 2001).

En consecuencia, debido a la situación sanitaria, el análisis y balance de las acciones y medidas tomadas tanto por los Estados como por la sociedad civil, se plasmaron de manera virtual a través de reuniones, conversatorios, charlas y conferencias donde participaron funcionarios de cada una de las naciones de América y de organizaciones internacionales, así como expertos, académicos y líderes y lideresas afrodescendientes. Aunque, de forma mayoritaria en las múltiples y diversas actividades –quizás menos de las esperadas para la ocasión– se pondero lo actuado hasta el momento y se resaltó la importancia de estas dos iniciativas gestadas durante el siglo XXI como piedras angulares y canales vehiculizadores en la lucha de los pueblos afrodescendientes por su visibilización, reparación de agravios y goce de plenos derechos; las voces críticas también delinearon un contrapunto, marcando las responsabilidades tanto estatales como hacia el interior de las organizaciones afros, en la imposibilidad de avanzar hacia un proceso con un anclaje territorial concreto y menos discursivo.

Desde los organismos gubernamentales e intergubernamentales destacaron las metas alcanzadas en el cumplimiento de la Declaración y el Plan de Acción de Durban –documento amplio que encarna el compromiso mundial de hacer frente a la rémora del racismo en todas sus formas y manifestaciones– y sus posteriores  mecanismos de seguimiento; que junto al Decenio Internacional de los y las Afrodescendientes, al Programa para un Cambio Transformador en favor de la Justicia y la Igualdad Racial y la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 plantean que ésta es una nueva oportunidad para situar la igualdad y la justicia racial en el centro de las agendas internacionales, regionales y nacionales. Claro está, que esta re-situación parte de un contexto muy diferente al del 2001 –cuando se realizó la Conferencia de Durban–, ya que desde entonces se potenciaron los esfuerzos para prevenir el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y todas las formas de intolerancia como por ejemplo a través de la implementación o modificación de la normativa nacional al respecto; al desarrollo de planes de acción y mecanismos de seguimiento, contribuyendo a situar estos tópicos en las agendas nacionales y regionales como una prioridad urgente en la agenda internacional, entre otras, que sentaron las bases y posibilitaron la declaración del Decenio Internacional de los y las Afrodescendientes; la creación del Foro Permanente de Afrodescendientes, y la celebración, a partir del 2021, del Día Internacional de los y las afrodescendientes todos los 31 de agostos, promoviendo las contribuciones de la diáspora africana en todo el mundo, con el firme propósito de eliminar todas las formas de discriminación contra los afrodescendientes.      

Necesariamente, estas acciones propositivas deben ir acompañadas de un seguimiento, una observación continua de las prácticas racistas y discriminación contra los pueblos afrodescendientes aún no extintas, y que inevitablemente debe hacernos reflexionar acerca de profundizar las políticas públicas, especialmente sobre educación y legislación, en pos de revertir estas prácticas que apuntalan la marginación y estigmatización de una parte de nuestra sociedad.

Por su parte, las organizaciones afrodescendientes introdujeron otro punto en el análisis más que interesante y polémico. Se trata de una fuerte autocrítica al asumir la responsabilidad que les cupo en no haber logrado “bajar a las bases” los ideales de la Declaración y Plan de Acción de Durban. Es decir, que no lograron acabadamente, en estos veinte años, que los pueblos afrodescendientes de las Américas conocieran e hicieran propios las propuestas asumidas por los Estados en la Conferencia contra el Racismo. También, criticaron fuertemente la inacción o el poco compromiso de los diferentes gobiernos americanos con el Decenio. Este último, se desdibujo por la situación sanitaria y sus consecuencias económicas, pero antes de ello no hubo grandes muestras de cambios (a pesar del auspicioso inicio en 2015 con la II Cumbre Mundial de Afrodescendientes en Madrid), por lo que la idea de algunos líderes y lideresas de proponer un nuevo decenio no fue asumida por las organizaciones afros como una medida viable.

Para concluir, podemos decir que a partir de ahora se abre una nueva instancia en la lucha por el reconocimiento de los derechos y de la visibilización de los pueblos afrodescendientes al volver a situar en las agendas de las organizaciones e instituciones nacionales, regionales y mundiales la cuestión del racismo y la discriminación como un tema relevante en procura de sociedades más justas e igualitarias. Esta lucha, deberá necesariamente involucrar a los Estados y organismos supranacionales para que a través de políticas reparatorias, de premios y castigos, honren sus compromisos; pero sin lugar a dudas, lo que marcará la diferencia será escuchar las voces de los marginados y actuar urgentemente frente a las injusticias y la discriminación.

No existe una sociedad libre en el mundo, si sus cimientos descasan en la explotación, marginación, discriminación de una parte de ella. 

Dra. María José Becerra

Coordinadora de la Especialización de

posgrado en Estudios Afroamericanos

Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina)

Dr. Diego Buffa

Director del Programa de Estudios Africanos

Centro de Estudios Africanos | Facultad de Ciencias Sociales

Universidad Nacional de Córdoba (Argentina)

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