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Un febrero tenso para Senegal

Un febrero tenso para Senegal
Manifestación a favor de Sonko en Dakar. Imagen de Marta Hidalgo
Manifestación a favor de Sonko en Dakar. Imagen de Marta Hidalgo

Ya estaba todo preparado a comienzos del mes en Senegal para celebrar las elecciones presidenciales el 25 de febrero. Los primeros observadores electorales internacionales paseaban por Dakar y, tras dos años de duras protestas, represión policial y encarcelamientos, los jóvenes encontraban en las urnas la esperanza de un cambio social. La campaña electoral estaba a punto de arrancar, los partidos políticos tenían ya sus carteles listos para pedir el voto. Pero, el 3 de febrero, un mensaje televisado del presidente senegalés, Macky Sall, irrumpió como un huracán en la política y las calles del país.

Justificando su decisión en la supuesta corrupción de dos jueces del Consejo Constitucional, encargado de aprobar la lista de candidatos a las elecciones, anunció al mundo y a los ciudadanos senegaleses que anulaba por decreto los comicios sine die. Argumentó que la aceptación del listado, publicado el 20 de enero, había provocado un conflicto entre el Parlamento y el poder constitucional, ya que había candidatos que tenían la doble nacionalidad francesa-senegalesa, algo que no está aceptado en la Carta Magna del país.

La petición de investigación a dos miembros del Consejo Constitucional la inició el opositor Partido Democrático Senegalés (PDS), después de que su candidato, Karim Wade, fuera excluido, y respaldada por el partido del gobierno, Benno Bokk Yakaar. Por su parte, la institución investigada lamentó que el Parlamento se saltase la separación de poderes para detectar una supuesta corrupción. Desde entonces, la incertidumbre se ha adueñado de una sociedad crispada que se manifiesta para exigir su derecho a voto.

El anuncio de la anulación de comicios provocó que las protestas volvieran a unas calles que ya se habían incendiado varias veces en los últimos años. Los altercados más recientes tuvieron lugar entre junio y agosto de 2023, tras la condena a dos años de cárcel y el posterior encarcelamiento del principal opositor político de Sall, Ousmane Sonko. Aunque a día de hoy todavía sigue encarcelado, no puede presentarse a los comicios de 2024 y su partido está disuelto por decreto, su rostro y su nombre están presentes en las conversaciones, manifestaciones y medios de comunicación.

Las protestas que a principio de mes rechazaban la decisión del presidente fueron disipadas por la fuerza policial y las conexiones a internet y las principales redes sociales, cortadas. En las manifestaciones, más de 200 personas fueron detenidas y la violencia dejó tres jóvenes muertos en diferentes ciudades del país.

Primera fecha establecida: 15 de diciembre

Tan solo unos días después del anuncio de Sall, el Parlamento de Senegal ratificó la decisión del presidente y estableció, a través de una ley parlamentaria, una nueva fecha para las elecciones: el 15 de diciembre. Esta resolución llegó tras una votación accidentada en la que la Gendarmería sacó del hemiciclo a algunos miembros de la oposición que pretendían frenarla como muestra de rechazo al juego de fechas tramado por Sall. Esta maniobra política valdría al presidente, que ya había anunciado que no se presentaba a las elecciones, para perpetuarse 10 meses más en el poder y preparar el camino para un sustituto fuerte que pudiera llevar al partido a la victoria.

Y es que, el partido de Sall no contaba en febrero con un candidato capaz de hacer frente al creciente reclamo de cambio por parte, principalmente, de la juventud senegalesa y que se reflejaba en el partido de Sonko a través de la candidatura de Bassirou Diomaye Faye, también en prisión, pero admitido en las listas del Consejo Constitucional. Representaba así las inquietudes de una juventud que se organiza en redes sociales, que padece la dureza de un país donde las oportunidades menguan y muchos ven su futuro en la migración.

Anulación de la anulación: sin fecha a la vista

El desasosiego político condujo a Senegal a un escenario en el que todo podía pasar. Y así fue. A mediados de febrero, entre fuertes protestas en las calles, el Consejo Constitucional anunció que rechazaba el decreto de anulación de las elecciones, porque no le pertenecía al presidente del país tomar esa decisión, y declaraba inconstitucional la ley parlamentaria que colocaba los comicios a finales de año. Así, instó a Sall a restablecer el ciclo electoral “cuanto antes” para permitir que se celebraran las elecciones en el plazo más breve posible.

Sall aceptó la decisión del Consejo Constitucional y anunció que pondría en marcha un diálogo con el resto de paridos para establecer una fecha razonable en la que abrir los colegios electorales. Sin embargo, los principales partidos de la oposición rechazaron esta reunión, que se celebró los días 26 y 27 de febrero.

La crisis política y la falta de entendimiento entre los dos poderes se hacía cada vez más profunda, mientras la incomodidad de la sociedad seguía creciendo. Como medida de contención de las protestas que recorrían las calles, principalmente a favor del partido de Sonko y a favor de la libertad de expresión, el presidente liberó a multitud de activistas encarcelados, y aprobó el 28 de febrero una ley de amnistía para excarcelar un millar de personas.

El resultado del diálogo, al que solo acudieron tres de los diecinueve partidos invitados, se dio a conocer el último día de febrero. El ministro del Interior, y presidente de la comisión encargada de hablar sobre una posible fecha, anunció que las intenciones de los participantes era proponer el 2 de junio como día electoral.

Marzo traerá novedades sobre el proceso electoral, pero febrero de 2024, con sus 29 días, ha tensionado el ambiente de las calles de Senegal. Los seguidores de Sonko han tomado de forma pacífica las plazas al grito de “Sall, dictador” y ha habido también espacio para que los seguidores del gobierno mostraran su afecto al que hoy sigue siendo uno de los protagonistas del país, Macky Sall.

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