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La juventud africana al rescate de África

La juventud africana al rescate de África
La juventud africana es impulsora del cambio social (imagen: UNOY)
La juventud africana es impulsora del cambio social (imagen: UNOY)

Antoni Castel

Doctor en Ciencias de la Comunicación, miembro de GESA
La juventud africana es impulsora del cambio social (imagen: UNOY)
La juventud africana es impulsora del cambio social (imagen: UNOY)

Jenday Frazer, directora del Leadership Fellowships Program en la Fundación Mo Ibrahim, recordaba recientemente que el 60% de la población africana tiene menos de 25 años. En el año 2100, los jóvenes africanos podrían doblar en número a la población de Europa, que camina hacia su envejecimiento. Una juventud africana, que como sostiene Frazer, buena conocedora del continente por su paso por la diplomacia estadounidense, representa un enorme potencial que en el caso de no ser aprovechado se puede convertir en una importante amenaza.

Vayamos por partes. A pesar de las carencias educativas, África cuenta con la generación de jóvenes más bien formada desde las independencias. Con notables diferencias entre países, se han escolarizado millones de niñas y niños. Según la Unesco, el 64% de las personas del África subsahariana está alfabetizada. Un porcentaje que supera el 90% en Suráfrica, Mauricio, Seychelles, Santo Tomé y Guinea Ecuatorial. Por contra, en el Chad tan solo llega al 22% y en Sur del Sudán, al 27% En las universidades, con instituciones de nivel en Suráfrica, Nigeria, Uganda, Kenia, Tanzania y Senegal, se han formado millones de jóvenes, que acceden a un mercado de trabajo saturado.

Ante un desempleo que supera el 50% entre los jóvenes en numerosos países, una de las salidas es la migración. De acuerdo con un estudio de la Fundación Mo Ibrahim, el 80% de los migrantes lo hace en busca de mejores oportunidades. Pero no todos van a Europa, como podemos llegar a creer por la repetición de imágenes de africanos que cruzan el estrecho con patera o navegan en barcos de mala muerte por el Mediterráneo. El 70% se traslada a otro país africano: Suráfrica, Costa de Marfil, Camerún, Gabón, son importantes polos de atracción de migrantes en sus regiones respectivas. Las migraciones africanas suponen el 14% de las migraciones mundiales, un porcentaje mucho menor que las asiáticas (42%) y las europeas (24%). Si el 80% busca oportunidades, el 20% huye de una guerra o crisis política. Pero también en este caso, el propio continente absorbe a la mayoría (90%) de dichos migrantes. Uganda, Etiopía, Kenia, son ejemplos de países que acogen a miles de refugiados.

Allá donde van, los migrantes contribuyen al desarrollo, como sostiene un informe conjunto de la OCDE y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En Costa de Marfil, la Fundación Mo Ibrahim estima que contribuyen con el 19% del PIB. En España, un documento de hace cinco años aseguraba que el saldo fiscal neto de los inmigrantes suponía el 0,54% del PIB. En términos monetarios: los inmigrantes aportaban más (impuestos, cotizaciones) que lo que recibían (subsidios, asistencia sanitaria, pensiones). Unos datos, idénticos en muchos países europeos, que deben contrarrestar el discurso económico de una extrema derecha que, valiéndose de falsedades, se extiende en nuestro continente.

Muchos jóvenes africanos con formación emigran o sueñan con emigrar. Es su derecho. Pero la mayoría se queda, y aporta sus conocimientos a su sociedad de origen. Es una juventud, con talento, que impulsa proyectos sociales, crea pequeñas empresas, innova y se implica en el devenir de su comunidad. No se desentiende de lo que ocurre en su país y en el resto de África, sino que interviene. De algunas de dichas iniciativas nos habla el libro La juventud en África, editado por Catarata y Casa África. Coordinado por Celina del Felice y Obi Peter Onyeigwe, reúne aportaciones de académicos y expertos africanos que nos describen proyectos dirigidos por jóvenes, que devienen, como reza en el subtítulo, impulsores del cambio.

De las iniciativas, todas loables, destacamos la llevada a cabo en Zimbabue, en que una organización, Leonard Cheshire Zimbabwe, con la participación activa de jóvenes, promueve el reconocimiento de los derechos de las personas discapacitadas, que representan el 15% de la población de dicho país. En Mozambique, un programa de radio, Ouro Negro, emite historias recreadas de la vida real, en lenguas nacionales, acerca de los problemas de las mujeres de las zonas rurales. En Ruanda, se describe la organización de los niños huérfanos por el genocidio que se hicieron cargo de hogares. Según ACORD, el 13% de los hogares ruandeses estaba encabezado por niños. En Sierra Leona, en Nigeria, en Malí, en Burundi, en Suráfrica, en la República Democrática del Congo, en Costa de Marfil, en Uganda, en fin, en todo el continente la sociedad civil, y especialmente la juventud, se moviliza y participa en actividades, en gran parte altruistas. Es África, conectada al mundo, y a su diáspora.

Antoni Castel, doctor en Ciencias de la Comunicación y licenciado en Historia. Miembro del Grup d’Estudi de les Societats Africanes (GESA).

La publicación de este artículo se enmarca en el Proyecto CONFIAFRICA, que forma parte del Programa INTERREG MAC 2014-2020 y es cofinanciado por el Fondo de Desarrollo Regional FEDER.

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