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Guinea y Costa de Marfil: Los demonios del pasado atormentan las elecciones presidenciales

Guinea y Costa de Marfil: Los demonios del pasado atormentan las elecciones presidenciales
Como dice el escritor guineano Tierno Monénembo en una entrevista en la web Liberation.fr, «África necesita nuevos Mandelas», es decir, jefes de Estado que no permanezcan en el poder por mucho tiempo. Imagen: ©Creative Commons
Como dice el escritor guineano Tierno Monénembo en una entrevista en la web Liberation.fr, «África necesita nuevos Mandelas», es decir, jefes de Estado que no permanezcan en el poder por mucho tiempo. Imagen: ©Creative Commons
Como dice el escritor guineano Tierno Monénembo en una entrevista en la web Liberation.fr, «África necesita nuevos Mandelas», es decir, jefes de Estado que no permanezcan en el poder por mucho tiempo. Imagen: vote Element5 Digital
Como dice el escritor guineano Tierno Monénembo en una entrevista en la web Liberation.fr, «África necesita nuevos Mandelas», es decir, jefes de Estado que no permanezcan en el poder por mucho tiempo. Imagen: ©Creative Commons

Por Amadou Ba. Como se temía, las escenas de violencia y las manifestaciones populares violentamente reprimidas por las fuerzas de seguridad siguieron a la proclamación de los resultados de las elecciones presidenciales en Guinea. Por el momento no se conoce el número de muertos, pero como suele ocurrir en Guinea durante las elecciones es probable que sea elevado. Como un escenario inspirado en la realidad, todo lo anterior no es más que pura ficción. Pero como la historia política de Guinea ha demostrado, es una buena apuesta que las elecciones presidenciales del 18 de octubre no se diferenciarán, o se diferenciarán muy poco, de este ominoso guion. Muchos actores políticos guineanos, empezando por los representantes de los diversos poderes que se han sucedido, nos han acostumbrado a los peores escenarios. Con el telón de fondo de una crisis de confianza mutua, las autoridades y la oposición siempre se han mirado con recelo.

Desde las primeras elecciones pluripartidistas de los años 90 hasta las próximas, la violencia pre y post electoral siempre ha marcado las elecciones en Guinea. Parece ser algo común o, peor aún, casi una fatalidad. Se vuelve innecesario mencionar los múltiples informes de diversos organismos internacionales sobre los abusos atribuidos a las fuerzas de seguridad en las diferentes asambleas políticas.

Recientemente, Amnistía Internacional ha publicado uno. Y, como era de esperar, el estado guineano se halla de nuevo en el punto de mira por las violaciones de los derechos humanos y las decenas de muertes que salpican el camino hacia las elecciones presidenciales, incluido el referéndum para la adopción de la nueva constitución, boicoteado por la oposición. Entre octubre de 2019 y julio de 2020, la ONG de derechos humanos contabilizó 50 muertes de manifestantes.

Pero ¿hasta cuándo dejará Guinea de atraer la atención de los medios de comunicación internacionales sólo en el período previo a las elecciones, porque siempre están llenos de violencia y muerte antes, durante y después de las elecciones? Es importante subrayar que el actual presidente, candidato a su propia sucesión, no ha hecho gran cosa por evitar que Guinea se aleje de sus viejos demonios. A sus 82 años, Alpha Condé se presenta a un tercer mandato tras aprobar una nueva constitución.

El tercer mandato: la serpiente marina

Es aquí, justamente, donde reside el quid de la cuestión: el tercer mandato. Como una serpiente marina, este deseo de una «presidencia vitalicia» no es, por desgracia, exclusivo de Guinea.

Esto también ocurrió en Costa de Marfil después de que el presidente saliente, Alassane Ouattara, hiciera lo mismo, negando que hubiera alguna vez declarado que su segundo mandato sería el último. Solo es humo y espejos, puesto que el hombre de 78 años, que lleva desde el 2011 en el poder, es candidato a su propia sucesión. En el período previo a las elecciones presidenciales del 31 de octubre, las manifestaciones contra el tercer mandato de Ouattara fueron seguidas de docenas de detenciones, entre ellas las de miembros de la sociedad civil acusados de «incitar a la revuelta y llamar a la insurrección».

Ya han muerto al menos una docena de personas en la crisis preelectoral de Costa de Marfil. El clima tenso que reina en el País de las lagunas representa una grave amenaza para Costa de Marfil, hasta el punto de que algunos institutos de investigación recomiendan aplazar las elecciones. Lo mismo ocurre con el expresidente y candidato Henri-Konan Bédié, cuyas declaraciones no alivian la tensión.

Sin duda, habrá muchas disputas relacionadas con las elecciones programadas para el 31 de octubre, si es que se celebran en esa fecha. Solo podemos esperar que no alcancen proporciones dramáticas, como ocurrió en Costa de Marfil durante la crisis postelectoral de 2010-2011, con 3.000 muertes.

Condé y Ouattara, jefes de Estado «apoltronados» de África Occidental, de los que se dice que se entienden entre ellos como ladrones, van camino de presentarse nuevamente.

Porque, con muy pocas excepciones, como en el caso de Abdoulaye en Senegal, en 2012, los juegos suelen decidirse de antemano. Además de los fraudes, las compras de votos, las intimidaciones, etc., las Cortes Constitucionales o Consejos son muy similares a las cajas que registran los deseos del jefe, pues están compuestos por una mayoría de jueces y personalidades elegidas por el presidente de la República. Las decisiones, que se basan en criterios subjetivos como la pertenencia a una misma comunidad étnica o territorial, etc., son tomadas por el presidente de la República.

Guinea, Costa de Marfil, ¿mañana Senegal?

En Costa de Marfil, algunos analistas han tomado nota de las decisiones judiciales que eliminan de la carrera a los oponentes más duros.

El pasado 25 de agosto, la justicia marfileña eliminó de las listas electorales al antiguo presidente Laurent Gbagbo. Absuelto el año pasado por la Corte Penal Internacional, sigue esperando que las autoridades le expidan un pasaporte para volver a Costa de Marfil. Un deseo piadoso.

Guillaume Soro, ex Primer Ministro y presidente de la Asamblea Nacional y candidato declarado en las elecciones presidenciales, fue condenado a 20 años de prisión por rebeldía, malversación de fondos públicos y blanqueo de dinero por el tribunal penal de Abiyán. Es objeto de una orden de detención internacional y actualmente vive en el exilio en Francia.

Sin embargo, como dice el escritor guineano Tierno Monénembo en una entrevista en la web Liberation.fr, «África necesita nuevos Mandelas», es decir, jefes de Estado que no permanezcan en el poder por mucho tiempo. Mejor aún, que voluntariamente sirvan solo un período, como el expresidente de Sudáfrica, pero no que participen en golpes de Estado constitucionales. En otras palabras: presidentes que cambian las reglas del juego democrático a voluntad, retocan las leyes y modifican los reglamentos para obtener una constitución a la medida, satisfaciendo así su loco deseo de conservar el poder más allá de los límites legales.

Hoy son Guinea y Costa de Marfil, ¿será Senegal mañana? En cualquier caso, mucha gente en este país teme que el síndrome del tercer término llegue a Macky Sall. El jefe de Estado senegalés no disipó estas dudas tras despedir al ministro de los senegaleses en el extranjero y al director de la empresa nacional de transportes urbanos, que afirmó en la televisión que ya no tenía derecho a presentarse como candidato en 2024. Ni mucho menos.

 

Amadou Ba es graduado por el CESTI (Centro de Estudios de Ciencias y Técnicas de la Información) de la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar. Además, es investigador y formador de periodistas senegaleses en Medios y Comunicación. Con una experiencia profesional de más de 10 años en la prensa senegalesa, ha trabajado para la revista de información general de Dakar, Nouvel Horizon, Le Journal de l’économie sénégalaise (Lejecos.com) y Ouest TV, entre otros medios. 

Artículo redactado originalmente en francés y traducido al español por Elvira González-Sosa Suárez.

Puede leer el artículo en francés aquí.

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