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La pandemia del conoronavirus pone al descubierto la idea de superioridad occidental

La pandemia del conoronavirus pone al descubierto la idea de superioridad occidental
la geopolítica del conocimiento, que incluye un eurocentrismo globalmente aceptado, ha hecho visible y tangible el modo en que el virus ha descendido hasta el continente africano. La mayoría de los casos (registrados) han venido directamente del contacto con Europa (no de China); pasó mucho tiempo antes de la suspensión de vuelos de Europa a África.
la geopolítica del conocimiento, que incluye un eurocentrismo globalmente aceptado, ha hecho visible y tangible el modo en que el virus ha descendido hasta el continente africano. La mayoría de los casos (registrados) han venido directamente del contacto con Europa (no de China); pasó mucho tiempo antes de la suspensión de vuelos de Europa a África.
la geopolítica del conocimiento, que incluye un eurocentrismo globalmente aceptado, ha hecho visible y tangible el modo en que el virus ha descendido hasta el continente africano. La mayoría de los casos (registrados) han venido directamente del contacto con Europa (no de China); pasó mucho tiempo antes de la suspensión de vuelos de Europa a África.
la geopolítica del conocimiento, que incluye un eurocentrismo globalmente aceptado, ha hecho visible y tangible el modo en que el virus ha descendido hasta el continente africano. La mayoría de los casos (registrados) han venido directamente del contacto con Europa (no de China); pasó mucho tiempo antes de la suspensión de vuelos de Europa a África.

Olivia U. Rutazibwa ve la expansión del Coronavirus en Europa desde la distancia, ya que se encuentra en un retiro de escritura en el Instituto Johannesburg de Estudios Avanzados (JIAS, por sus siglas en inglés), donde se declaró el confinamiento nacional total el pasado 26 de marzo. Mientras permanece allí, inmersa en la escritura, los libros y el pasado, se da cuenta de que, en estos tiempos tan extraordinarios, será el mundo exterior, y en especial el de más allá de Occidente, el que nos enseñará solidaridad alternativa.

SOLIDARIDAD ANTICOLONIAL EN TIEMPOS DE PESTE Y CÓLERA

Desde Sudáfrica veo cómo el COVID-19 deja un rastro de pánico en el mundo occidental. El mapa mundial del virus muestra que, en comparación, los países africanos se han visto afectados hasta ahora de manera más o menos ralentizada. Toco madera mientras escribo estas líneas. Porque, pese a que el virus parece no hacer distinción entre los cuerpos humanos que habita, sí opera según una lógica de geopolítica y riqueza (histórica).

Existe todavía, a pesar de todo, una enorme diferencia en los sistemas de salud a nivel mundial; por un lado la sanidad pública y privada de Occidente y, por otro, los sistemas históricamente debilitados de los países del hemisferio sur. En todas partes, la supervivencia o la salud, empobrecidas, se ven mayormente afectadas por la ausencia de un sistema conjuntamente organizado de atención sanitaria y seguridad social.

Además de todo esto, existen evidentes diferencias en las condiciones de vida de las personas en todo el mundo. El confinamiento se ve de manera muy diferente cuando tienes acceso a agua corriente y jabón, y un cuarto para ti solo, que si tu día a día transcurre sin todo eso: en una habitación compartida con toda la familia o con varios compañeros. Piensa, por ejemplo, en la marginalidad de Occidente, los suburbios negros aquí en Johannesburgo por ejemplo, o las prisiones de todo el mundo; los deshumanizados campos de refugiados de Europa y de cualquier lugar. Contengo el aliento, porque el COVID-19 está destinado a aparecer también allí, y con números muy elevados.

Occidente es incapaz de aprender del resto del mundo

La crisis del Coronavirus muestra más desigualdades que las que ya conocemos, pero que no abordamos de manera significativa. Rolando Vázquez, un pensador descolonial mexicano en los Países Bajos, comentaba en su muro de Facebook que la evolución de la crisis del Coronavirus apunta a la «desoccidentalización». Walter Mignolo (estudioso decolonialista argentino) escribió (bajo su responsabilidad) que «la desoccidentalización de la que se habla se está desarrollando poco a poco». «El COVID-19 está marcando un importante cambio geopolítico; muchos países asiáticos se han demostrado claramente más organizados y capaces que Occidente en la gestión de esta crisis de gran escala. Occidente, a pesar de la advertencia de más de un mes de antelación con la que contaba, fracasó en escuchar y aprender de los países asiáticos. Estas son las implicaciones prácticas del eurocentismo que muchos han estudiado por tanto tiempo. El desastre en las sociedades occidentales podría haberse evitado. La información estaba ahí, clara y concisa. La geopolítica de conocimiento, el privilegio epistémico y la arrogancia, la imposibilidad de aprender y escuchar a otras regiones del mundo, incluso al sur de Europa, se ha hecho descarada y dolorosamente clara. (Por supuesto, la desoccidentalización no debe confundirse con decolonización, que es otro tema). La geopolítica de conocimiento, quién aprende de quién, a quién se ve como dentro o fuera de la historia, está cambiando a la fuerza. Yo veo el COVID-19 como el determinante histórico de un nuevo orden mundial reconfigurado».

Y, de hecho, la geopolítica del conocimiento, que incluye un eurocentrismo globalmente aceptado, ha hecho visible y tangible el modo en que el virus ha descendido hasta el continente africano. La mayoría de los casos (registrados) han venido directamente del contacto con Europa (no de China); pasó mucho tiempo antes de la suspensión de vuelos de Europa a África.

Del mismo modo, en el lado europeo de la ecuación, hemos visto una pasividad que desafía toda lógica de decretar medidas, drásticas, que salven vidas. En esa atmósfera titubeante, por supuesto, no hubo ni un espontáneo impulso de proteger al menos a los países más empobrecidos, y que contaran con relativamente pocos casos, mediante medidas como la prohibición preventiva de viajes. ¿No podían haber tratado esto los secretarios o ministros occidentales de la Cooperación Internacional para el Desarrollo?

Solidaridad anticolonial

La idea de que la crisis del Coronavirus muestra la manera en que Occidente se relaciona con los conocimientos entra dentro de los temas sobre los que de vine a investigar y escribir a Johannesburgo. Entro en lo siguiente partiendo de la base de que es tanto indeseable como imposible decolonizar el desarrollo internacional (en teórica y práctica). En mi búsqueda de respuestas a los desafíos sociales y a cómo podría llegar a ser la solidaridad anticolonial opté por una metodología que he llamado «Epistemic Blackness»[1]: partir de las experiencias y visión de personas descendientes de África (de África y su diáspora) como un lugar desde el que otorgar sentido y conocimiento de nuestro mundo social.

La Epistemic Blackness es, como todas las formas de conocimiento, una fuente inagotable de saber. En mi libro me centro en las filosofías y prácticas de la dignidad, la autodeterminación y la construcción de la sociedad de Rwanda, Somalia y la América negra, por medio de las distintas perspectivas de pensadores como Angela Davis, Thomas Sankara, Gloria Wekker, Steve Biko, Françoise Vergès, Linton Kwesi Johnson, Aimé Césaire, Sylvia Wynter, Amilcar Cabral, Hortense Spillers, Walter Rodney, Maboula Soumahoro o la Organización de Solidaridad con las Personas de Asia, África y Latinoamérica (OSPAAAL, por sus siglas en inglés) con sede en Cuba, y el periódico relacionado Tricontinental.

El último ejemplo en especial nos recuerda que bien podría haber una marcada diferencia entre la solidaridad «tradicional» Norte-Sur y la solidaridad entre personas que están en el mismo barco, que comparten un enemigo común o una historia de opresión. Maya Angelou, por ejemplo, escribe en su novela autobiográfica Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado: «Aunque siempre hubo generosidad en el barrio negro, era permitida bajo pena de sacrificio. Lo que fuera que se diera de un negro a otro era probablemente tan desesperadamente necesitado para el que lo daba como para el que lo recibía. Un hecho que hizo del dar o recibir un rico intercambio».

OSPAAAL también nos recuerda que con frecuencia es difícil separar este tipo de solidaridad horizontal de la política y la ideología. Tanto es así que, a lo largo del año, Cuba ha dedicado varios días a la solidaridad: «Día de solidaridad con el Congo, con las personas de Corea, con las de Guatemala, de Vietnam, de Guinea-Bissau y Cabo Verde, Japón, Angola, Sudáfrica, Puerto Rico, Mozambique, Laos, Palestina…». Los pósters de publicidad de dichos días se hicieron invariablemente en cuatro idiomas: árabe, inglés, francés y español. Juntos son un testamento poderoso de aquellas páginas que a menudo se borran de nuestros libros de historia globalmente occidentalizados.

Más aún, el hecho de ver que Cuba ayuda a países como Italia en estos tiempos del Coronavirus, muestra cómo, al mismo tiempo, hay lugar también para la solidaridad entendida de otra manera, más allá de la ideología.

En definitiva esto es de lo que trata la Epistemic Blackness o el pensamiento anticolonial: menos a cerca del color de la piel o de identidades rígidas y más de las  (eliminadas) percepciones y experiencias de las personas que están en el extremo receptor de la opresión y la pobreza. El valor de tales percepciones yace en el hecho de que casi nunca se centran en cómo entendemos o abordamos los desafíos en la sociedad.

Una elección entre vida y muerte

Esto nos lleva de vuelta a las palabras de Rolando Vázquez acerca del conocimiento geopolítico y la pandemia. ¿Cómo son las nuevas formas de solidaridad que salen a la luz? ¿Cómo podemos asegurarnos de que las desigualdades que existen, históricamente enraízadas, no se vean reforzadas sino que se mitiguen o aminoren ahora que todo el mundo está en peligro? Desde el acaparamiento (individual) hasta los recién creados comités en los barrios para ayudar a los vecinos vulnerables y mayores, esta pandemia revelará infinitos modos de solidaridad.

La historia de la Cooperación Internacional para el Desarrollo nos ha enseñado de sobra que el lugar desde dónde escogemos obtener el conocimiento es, literalmente, una cuestión de vida y muerte. El eurocentrismo y la «Blancura» (Whiteness) ha decidido durante siglos quién vive y sobrevive, e incluso las muertes que no se lamentan; y cuándo hay que declarar estados de emergencia y cuándo no. Reflexionar sobre a quién consideramos expertos y a quién no, o qué conocimientos valoramos, se convierte en una de las muchas vías en las que podemos romper con el sesgo asesino blanco / eurocéntrico del pasado y el presente.

La pandemia del Coronavirus pone al descubierto la idea de superioridad occidental. La situación es demasiado grave como para encontrar algún recogcijo, o interpretar  en ella algún tipo de justicia poética cósmica. Demasiadas personas, en todo el mundo – incluyendo aquellas a las que conocemos y amamos – están en peligro.

Sin embargo, podemos tomar la decisión consciente de quién y desde dónde aprendemos. En estos tiempos tan especiales, me centro en las increíblemente ricas y variadas formas en que la gente se une, incluso en tiempos de «distanciamiento social», para ayudarse unos a otros a vivir y a sobrevivir. Encuentro pistas de solidaridad anticolonial entrelíneas de esta calamidad global – porque, las iniciativas individuales y de comunidades locales, subrayan clara y dolorosamente los puntos en los que nuestras estructuras nacionales y sistemas mundiales de gobierno se quedan mortalmente cortos. En en el pasado tanto como hoy.

Olivia Umurerwa Rutazibwa es periodista, doctora en ciencias políticas y profesora en la Universidad de Portsmouth.
Este artículo de opinión fue escrito originalmente en holandés el 23 de marzo de 2020 y publicado por MO Magazine. Para este blog ha sido traducido desde el blog de la autora en inglés.

[1] Nota de traducción: La autora habla aquí de un término acuñado por ella misma para la metodología que aplica en sus estudios e investigación. La traducción literal sería algo como «Negrura Epistémica». Quizá podría ser más acertada una traducción como «Conocimiento Negrista», concepto que ya posee un bagaje y connotación con referencia a los estudios de la literatura, historia y cultura negra. De cualquier forma, he preferido mantener el término original en el artículo porque me parece que conserva mejor la esencia de lo que la autora se refiere, cuya explicación y descripción, además, expone de forma excelente en el mismo texto.

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