Poeta, activista, profesora, crítica literaria y dramaturga, fue la primera mujer decana en Kenia y pionera de los estudios literarios y africanos en Kenia, Zimbabue y Estados Unidos
El activismo, la literatura y la academia siguen sufriendo pérdidas dolorosas este año, con el fallecimiento, el pasado 30 de junio, de la profesora, autora y activista keniana Micere Githae Mugo. Según fuentes de su familia citadas por el periódico The Nation, su deceso se produjo en Estados Unidos tras una larga enfermedad. Se había jubilado y retirado de la vida pública en 2015 y enviudó en 2020. Su marido, John Njuguna Mugo, era doctor y miembro del Departamento de Bioquímica del campus Chiromo de la Universidad de Nairobi. Su hija Njeri falleció en 2012 y le sobrevive su otra hija, Mumbi. La profesora Mugo nos dejó a los 80 años de edad.
Micere Githae Mugo fue un referente en campos diversos. The East African Standard la incluyó en el listado de las cien personalidades que más influyeron en Kenia en el siglo pasado, aunque su huella se extendió también a Zimbabue y a su último país de acogida, Estados Unidos, donde ejerció, desde 1993, como profesora emérita de Literatura en el Departamento de Estudios Afroamericanos de la Universidad de Siracusa.
La doctora Mugo nació en el año 1942 en Baricho, pueblo del próspero condado de Kirinyaga, situado a la sombra del Monte Kenia e irrigado por el Thiba, circunstancias que favorecen que se dedique, sobre todo, al cultivo del arroz y que en sus laderas más frescas medren el café y el té. Dado su origen en una zona rural y agraria, pocos habrían podido pronosticar que la profesora Mugo se convertiría en la primera académica de la región oriental africana en doctorarse en literatura, especializándose además en géneros como el teatro y la poesía, que vinculó a la tradición oral que conoció desde la infancia.
Sus padres eran dos profesores progresistas que participaron activamente en la lucha por la independencia de Kenia y que se aseguraron de que su educación fuera completa y sólida. Pasó por la Escuela Intermedia Femenina de Embu, de 1952 a 1956, y por la Escuela Secundaria Femenina de la Alianza antes de trasladarse a Uganda, donde se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Makerere en 1966. Micere Githae Mugo prosiguió su educación en la Universidad de Nueva Brunswick, en Canadá, con un máster en Literatura en 1973, y en la Universidad de Toronto, con un doctorado que completó en 1978. Centró su tesis en la obra de ficción de cuatro autores africanos: Chinua Achebe, Margaret Laurence, Ngugi wa Thiong’o y Elspeth Huxley. No era su primera publicación: el Departamento de Inglés de la Universidad de Nueva Brunswick editó un volumen titulado The Long Illness of Ex-Chief Kiti and Other Works (La larga enfermedad del exjefe Kiti y otros trabajos), también firmado por ella y en el que denunciaba la división entre los keniatas por motivos culturales y políticos.
Impartió clases de literatura oral y escritura creativa y trabajó cuestiones políticas y de crítica literaria. Entre sus aportaciones académicas destaca que popularizó el término “oratura”, que combina el arte literario con la interpretación oral y que, como la profesora Wandia Njoya, de la Universidad Daystar, precisa, se traduce en que, en casi todas sus conferencias, incluía un ritual que consistía en recitar uno de sus poemas e invitar al público a repetir el estribillo. La profesora Njoya aprecia que Micere Githae Mugo “hizo un llamamiento a la celebración de la humanidad, o “Utu”, donde las fronteras y las nacionalidades pasaran a un segundo plano frente al hecho de ser humano”.
El célebre escritor Ngugi wa Thiong’o fue, además de objeto de estudio, amigo de Mugo. Juntos escribieron una obra de teatro en 1974, The Trial of Dedan Kimathi (El juicio de Dedan Kimathi), publicado por Heinemann en 1976 y que tocaba cuestiones como la lucha por la independencia y el autoritarismo y visibilizaba su oposición al régimen del presidente Daniel Arap Moi. Precisamente su denuncia de los abusos a los derechos humanos durante la dictadura de Moi la puso en el punto de mira del régimen, que la acosó, detuvo e interrogó. En 1980, se convirtió en la primera mujer del país en asumir las responsabilidades inherentes a ser decana de una facultad universitaria, ocupando dicho cargo en la Facultad de Letras de la Universidad de Nairobi. Su feroz crítica al gobierno resultó en el abandono de su puesto y el exilio en 1982. Despojada de la nacionalidad keniana, el régimen de Moi la calificó de incendiaria por su defensa de la justicia y su denuncia de las violaciones de los derechos humanos. Huyó a Zimbabue con sus dos hijas, país que se convirtió en su nuevo hogar, en el que la aceptaron como una ciudadana más y donde se dedicó a la enseñanza. En la Universidad de Zimbabue coincidió con otro referente vital, político y cultural, la ghanesa Ama Ata Aidoo, fallecida el pasado 31 de mayo y a quien consideraba su inspiración y mentora. Mugo, como Aidoo, contribuyó a la educación zimbabuense: fue la responsable de elaborar el currículo escolar del país.
Entre sus referentes literarios confesos están Flora Nwapa, Grace Ogot, Chinua Achebe (que la animó a publicar sus primeras colecciones de poemas) y Okot p’Bitek. Firmó quince libros, entre ellos dos obras de teatro y tres monografías, y editó varias revistas académicas. Entre sus obras se citan dos publicadas en 1976: Disillusioned, que describe la hipocresía de los cultos religiosos, y el poemario Daughter of my peoples, sing!, que se tinta con sus convicciones políticas y sociales, de izquierda y feministas. En 1994 sacó a la luz My mother’s poem and other songs. Entre sus obras también destacan textos políticos y filosóficos, como African Orature and Human Rights (1991), The imperative of Utu/Ubuntu in Africana scholarship (2021) y su autobiografía, Writing & Speaking from the Heart of My Mind (2012).
La revista Eastern African Literary & Cultural Studies publicó un homenaje a la profesora Mugo en Twitter afirmando que “vivía como escribía, sin complejos”. “Hoy lloramos a la profesora Micere Githae Mugo, nuestra madre en el mundo de las letras, nuestra maestra y nuestra mentora”, continuaba. “Hemos perdido a un gigante, pero los cimientos que construyó para la comunidad literaria de África (Oriental) son muy sólidos. Descanse en paz, Prof. Mugo”. Yvonne A. Owuor es una de las autoras con las que comparte el proyecto Ellas (también) cuentan, coordinado por Federico Vivanco para Casa África, y la celebró como “una de nuestras estrellas más valientes, mejores y brillantes”. “Otro de nuestros grandes árboles protectores; estilista de la palabra, profeta, poeta, dramaturga, autora, guardiana de la justicia, creadora de sueños, pensadora, erudita, una mente (y un corazón) hermosos”, añadió. Todas estas calidades se refrendaron públicamente en 2021, cuando la Royal African Society le concedió un reconocimiento a los logros de toda una vida en Literatura, un galardón cuya primera receptora fue Margaret Busby en 2019. También completó un doctorado en Letras por la Universidad de Nairobi y recibió los premios Flora Nwapa a la Excelencia Escrita, el Premio de la Facultad de Artes y Ciencias a la Excelencia en la Enseñanza a Nivel de Máster y el premio Mwalimu Julius Nyerere de la Universidad de Dar es Salaam (Tanzania). Fue presidenta del consejo de administración de SARIPS, el Instituto Regional de Estudios Políticos de África Austral, con sede en Harare, y fue consultora de la serie “África en el horizonte”, de Blackside. A su lista de distinciones se añaden, entre otros, el Premio Distinguido Africanista de la Asociación de Estudios Africanos de Nueva York por su contribución y el Premio al Liderazgo Nelson Mandela.
En lo que respecta a su vertiente social, ha sido portavoz de las causas de Amnistía Internacional y fue la fundadora y presidenta de la Comunidad Panafricana del centro de Nueva York, donde estableció programas de voluntariado en dos centros penitenciarios. En el 50 aniversario de la independencia y el nacimiento de Kenia, en diciembre de 2013, la galardonaron como Anciana con la Lanza Ardiente.
La profesora Mugo se definía como una hija de la tierra keniana, alguien que cruzaba fronteras desafiando las políticas de contención y una internacionalista y comunitarista. Además, asumía identidades y herencias con las que se impregnó por el camino: zimbabuense, nigeriana, jamaicana y americana negra. “Micere se convirtió en un nombre que viajó por el mundo”, reflexionó, al repasar sus viajes y hacer recuento de sus herederos de sangre, intelectuales y afectivos, que son parte del legado que la sobrevive. “Soy Micere, la que viaja, la que visita”, se presentaba en una entrevista para el proyecto Global African Documentary Series que se comparte en redes sociales estos días. “Soy una mujer, soy la madre de Mumbi y de la difunta Njeri”.
Quizás el mejor epitafio que pudo escribir la profesora Micere Githae Mugo fueron sus versos: “mi madre siempre me decía / canta niña canta / invéntate una canción / y canta / tamborilea tus propios ritmos / los ritmos de tu vida / pero haz que la canción sea conmovedora / y haz que la vida / cante”.
Artículo redactado por Ángeles Jurado.