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Maryse Condé, la gran dama de la literatura caribeña

Maryse Condé, la gran dama de la literatura caribeña
Maryse Condé. Imagen: © MEDEF en Wikimedia Commons

Marise Liliane Appoline Boucolon nació el 11 de febrero 1934 en Pointe-à-Pitre (Isla de Guadalupe) y falleció el 2 de abril 2024 en Apt (Francia). Fue periodista, profesora de literatura y escritora. En lo político, abogaba por la independencia de Francia de su isla natal.

Se dio realmente a conocer tanto en Francia, en los años noventa del siglo pasado con Ségou, su tercera novela publicada en dos volúmenes [Ségou, Les Murailles de terre (1983), y Ségou, La Terre en miettes (1984)], como en Norteamérica, Alemania o Japón, países a cuyos idiomas han sido traducidas sus novelas.

Una herencia africana

El estilo de Ségou representa a la vez una ruptura y una continuidad con sus dos novelas anteriores: Heremakhonon(1976) y Une saison à Rihata (1981). Mientras estas últimas son biografías ficticias centradas en la búsqueda de la identidad de su personaje principal, Ségou es una gran saga familiar concebida como una fresca histórica que describe el declive trágico del imperio bambara, cuya capital era Segú.

La continuidad entre estas tres obras se manifiesta en la manera en la que la autora, de forma implícita, a través de la protagonista originaria de las Antillas, cumple su deseo de asentar su herencia africana. En esta novela, Maryse Condé recorre casi 200 años de la historia de este imperio (parte del actual Mali) hasta la llegada de los colonos franceses a finales del siglo XIX, a través del destino extraordinario de cuatro hermanos: Tiekoro, Siga, Naba y Malobali.

Hasta el año 2018, las obras de Condé tuvieron muy poco éxito en su Guadalupe natal, donde, según dijo ella misma alguna vez, la consideraban como una extranjera: «una africana que hablaba de África».

Una literatura militante y comprometida

Con su pluma, Maryse ha explorado las profundidades de la identidad, la cultura y la resiliencia de los pueblos africanos. Ha construido unos relatos que abarcan la complejidad de lo afro, desafiando las fronteras y las categorías.

Su obra ha sido reconocida por prestigiosos premios y reconocimientos en el mundo francófono. Entre ellos, el «Grand prix littéraire de la Femme» (1987) por su novela Moi, Tituba, sorcière noire de Salem, el premio de la Academia Francesa (1988), el premio «Carbet de la Caraïbe» (1997) o el premio Marguerite Yourcenar (1999).

Aun así, no fue hasta el año 2018, más de cuarenta años después de la publicación de su primera novela Heremakhonon, cuando le fue concedido, por un comité de lectores suecos, el «Premio Nobel alternativo». En aquel año, al mismo tiempo que el movimiento #Metoo estaba en pleno auge en Norteamérica y Europa, la Academia sueca estaba sumida en una serie de escándalos y acusaciones de corrupción, violaciones y acoso sexual. En ese contexto agitado, muchos miembros del comité del Nobel de Literatura presentaron su dimisión y se decidió no conceder el premio de aquel año. Ante ese revés, y quizás como forma de protesta, un grupo de intelectuales decide crear un «Premio Nobel alternativo». Ese mismo año, el premio le fue concedido a Maryse Condé, entre doce finalistas internacionales.

Este premio Nobel es un reconocimiento oficial a una escritora, pero también a una mujer afro, militante y comprometida, tanto en sus declaraciones públicas como a través de sus textos en los que da visibilidad a las historias y las identidades (pos)coloniales modernas. Todo su trabajo literario estuvo dedicado a denunciar las lacras sociales contemporáneas: la intolerancia, las desigualdades, el racismo, el sexismo, el nacionalismo, el extremismo, etc. Deja para la posteridad una gran obra que denuncia los estragos del colonialismo y el caos del poscolonialismo.

Literatura social, literatura ideológica

El conjunto de la obra novelesca de Condé está atravesado por preocupaciones ideológicas y sociales que ponen en evidencia tres frentes de lucha: la lucha de las mujeres, la búsqueda de un allá y del otro, pero también de uno mismo.

Por una parte, se trata de denunciar la situación de la mujer, víctima de injusticias y todo tipo de vejaciones, para revalorizar su imagen, así como la forma en que se habla de ella, lo que le confiere a la escritura de Maryse un tono unas veces femenino, y, otras, feminista.

Por otra, su obra alcanza dimensiones cosmopolitas construyéndose en torno a una multitud de viajes por varios continentes y, por consiguiente, aborda diversas cuestiones estéticas, sociales y políticas. El allá (u otro lugar) constituye, en ese sentido, una búsqueda y una fuente de inspiración. Sin embargo, este allá, que se intuye lleno de promesas para los personajes, resulta ser una trampa. Al final, el allá no es más que una repetición del aquí.

Los personajes creados por Condé son a menudo personas en busca de comunicación, solitarias, incomprendidas y exiliadas dentro de su pareja, su familia, de su sociedad o en medio de desconocidos que, a primera vista, parecían acogedores. Los relatos de Maryse se caracterizan por su ambigüedad y complejidad con acentos feministas, románticos, pesimistas y de negritud[1] y por personajes angustiados e inasibles, un discurso a menudo velado o irónico, incluso incómodo, a veces.

¿Feminista a su «pesar»?

Maryse Condé falleció el 2 de abril de 2024 a los 90 años, dejándonos una obra inmensa que da voz a una mujer insolente, inconformista, rebelde, determinada.

Esto le ha valido ser considerada como feminista, una categorización con la que nunca estuvo de acuerdo. En su ensayo La parole des femmes: Essai sur des romancières des Antilles de langue française (1979), afirmaba que «las reivindicaciones de las mujeres blancas que pretenden ser universales no pueden tener eco entre las mujeres antillanas porque no tienen la misma historia».

Pero, feminista o no, es indudable que Condé llevó alto y claro la voz de las mujeres por el mundo y que su legado es un faro que ilumina el camino de las generaciones futuras.


[1] Movimiento literario, político y activista

Artículo redactado por Hortense Djomeda Nkegbe.

Imagen de portada: © MEDEF en Wikimedia Commons

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