Su alias literario significa «nadie me quiere» en wolof, una de las lenguas de Senegal, su país. Allí nació, en 1948, última hija de un morabito casi centenario e invidente. Su madre la abandonó siendo todavía niña. Su abuela, también ciega y anciana, jamás la acarició ni le dirigió la palabra. Sola, aislada, asolada, érase una niña negra y flaca en Ndoucoumane, una niña que solo necesitaba amor.
Mariètou, que así se llamaba aquella chiquilla despierta de grandes ojos vivos y cabeza rizada, se hizo adoptar por la escuela francesa. Jamás se sintió africana… hasta que llegó a Europa y se le hicieron visibles la piel negra, la extranjería, el pelo ensortijado.
En Bélgica se entregó al amor libre y el movimiento hippie, intentando mimetizarse con el paisaje humano del momento. En Francia, siempre huyendo del desamor, cayó en las redes de un matrimonio burgués, aparentemente feliz pero basado en el maltrato y el desprecio continuos. Tras cinco años de palizas homéricas, celos e insultos, acabó en una institución psiquiátrica. Desequilibrada y herida, lo dejó todo atrás salvo la propia piel color chocolate y la ropa que llevaba en ese momento. Huyó a Dakar, buscando sus raíces y la paz. Varó en el hogar de un morabito cómplice que le recompuso el ego y el corazón trizado. Así comenzó la leyenda literaria del baobab que enloqueció en Europa y que recuperó la razón de vuelta en África.
El pasado de Ken Bugul merece libros y culebrones. De hecho, ella se dedicó a exorcizarlo garrapateando cuadernos con un bolígrafo desde que aterrizó en Senegal. Escribió subida en árboles, sentada en su esquina, invitando a todos a pensar que había perdido la cabeza y la dignidad en Europa. Poco a poco, recobró la cordura, la fuerza, el amor propio.
Ken Bugul habló de presente y futuro en el Salón Internacional del Libro Africano que se celebró en septiembre de 2015 en Tenerife. De su pertenencia a Y’en a marre, el colectivo de raperos y jóvenes que plantó cara a Abdoulaye Wade en 2012 y de su rabia frente a un nuevo gobierno que no cumple sus promesas. De su deseo de escribir un texto comparando las rimas de los primeros raperos norteamericanos con las de los africanos de hoy, cargadas de política, fuerza, denuncia, deseos de cambio. De lo que hoy le consume las horas frente al ordenador: una nueva novela sobre su relación con su abuela, que espera que sea ya la última de la saga con la que pretende ajustar cuentas con su pasado y desprenderse del dolor. De las cosas que la motivan a iniciar proyectos hoy, literarios o no, y entre las que figuran la política o la situación de la mujer en el mundo.
«Las mujeres africanas pelean», dijo en aquel encuentro, con las puntas de sus zapatos dorados señalando a su audiencia, la cabeza envuelta en un paño blanquinegro con una bandera senegalesa, las gafas caladas con elegancia. «Las ves desde temprano por la mañana luchando, intentando ganarse la vida, matándose a trabajar por sus hijos, para garantizar que van a la escuela, que se visten, que comen cada día».
Ken Bugul dijo reconocerse en las escritoras africanas de la diáspora e incomodarse con la mayor parte de las que se quedan en el continente, educadas, medrosas, tímidas. «Me llaman tata, me llaman mamá, me hacen sentirme vieja», protestó, sin una arruga y con una vehemencia joven. Aceptó el apelativo «madre» en boca de Fatou Diome, otra rebelde senegalesa, que disecciona la inmigración y el racismo en sus novelas cargadas de vitriolo y sensibilidad a partes iguales. Quizás porque se ve reflejada en ella, luchadora, sin pelos en la lengua, directa y libre, una disidente que no cumple años ni acepta cadenas.
Ángeles Jurado es periodista y forma parte del equipo de Medios de Comunicación de Casa África. Este perfil se publicó por primera vez en catalán en el Diari Ara.
[box]Ken Bugul es la protagonista de una nueva edición doble de Letras Africanas, el programa de Casa África para acercar al público español las principales voces de la literatura africana contemporánea. Participó el pasado viernes en el Festival Periplo, en Puerto de la Cruz (Tenerife), y será la protagonista de un encuentro en el Festival del Sur de Agüimes (Gran Canaria) este jueves, 20 de octubre. [/box]