En la etnia fang[1] de Guinea Ecuatorial el término ntangan significa “persona extranjera, desconocida, originaria de países lejanos, con mucho poder, y que llegó a las tierras fang en un periodo determinado. Se concibe como un individuo muy inteligente a la vez que invasor y traidor, que utiliza su mente maravillosa contra el mundo negro. Una persona blanca produce miedo y admiración”[2]. Ntangan es un nombre atribuido a los varones de piel blanca y hoy en día se dice así mismo a aquellas personas negras que han interiorizado la cultura occidental, que están empoderadas, o que se manifiestan disconformes con “tradiciones” incongruentes con la dignidad humana, pero defendidas como originarias en nombre del “panafricanismo”.
El término ntangan es un neologismo. Procede del grupo étnico ndowé[3]. A partir de las acepciones descritas se enmarca la obra La hija de las mitangan, una historia de vida que relata el viaje hacia la libertad de una mujer independentista: Lucía Ndjé Mikibi.
Lucía es una “mujer sinvergüenza” (caa osúan)[4] que nació probablemente en el año 1949. Su infancia, en la segunda mitad del siglo XX, transcurrió entre los muros de la Casa Cuna de Micomiseng[5], una institución creada por la administración española para la educación y crianza de menores cuyos padres estaban enfermos de lepra y/o que sufrían de los males de la esclavitud. Las religiosas de la Inmaculada Concepción fueron designadas para el ejercicio de esta función laboriosa.
Conocí a Lucía en la ciudad de Murcia a finales de la década del dos mil: siempre hablaba mucho y mal[6]. En la etnia fang de Guinea Ecuatorial, que es también la suya, el derecho a los derechos humanos constituye un privilegio masculino. El resultado, al menos una década después, es un libro de 417 páginas, cuyo contenido representa una narrativa no androcéntrica del proceso independentista: nada tiene que ver con el “juego de tronos”[7] institucionalizado.
La historia de Guinea Ecuatorial especifica que la independencia es una conquista masculina. La hija de las mitangan, en cambio, narra otra experiencia. Lo que quedaba del país fang y que le correspondió a España en la Conferencia de Berlín fue derrotado por la Guardia Colonial. A partir de entonces la mayoría de los varones en edad adulta se convirtió en esclavo. La orfandad masculina produjo una red de mujeres que por primera vez en la historia se incorporó en el espacio público ejerciendo roles de género masculinos y coordinando la lucha emancipatoria junto a los independentistas escondidos en los bosques por miedo a los asesinatos políticos.
Lucía, apodada la hija de las mitangan en tono despectivo, representa la resiliencia de miles de mujeres que durante la colonización y después de la independencia, se enfrentaron —y la lucha continúa— a la misoginia de las tradiciones étnicas y de herencia colonial, ambas representadas hoy por sus hermanos negros. La lucha por la independencia de Guinea Ecuatorial por las mujeres tuvo una orientación diferente, en parte, a los intereses de los varones.
Lucía, después de ocho años de residencia forzosa con las religiosas regresó a casa, y tropezó con el proceso de retradicionalización. La resiliencia de las mujeres fang por no abandonar el espacio público ocupado desde la instauración del régimen esclavista se refleja en el esfuerzo improductivo de los regímenes que han “gobernado” Guinea Ecuatorial hasta hoy, y que, a través de los poderes públicos, invisibilizan a mujeres feministas a la par que institucionalizan a aquellas que reproducen los roles de género marcados por la Sección Femenina hispano-guineana y las tradiciones étnicas más arcaicas.
La vivienda de Lucía, en Murcia, cuando la visité por primera vez, me pareció el reflejo de determinadas escenas de la novela El tiempo entre costuras, deMaría Dueñas. En la Guinea Española fue galardonada con el premio a la mejor costurera y a lo largo de su vida, la costura la empoderó a pesar de sobrevivir apresada por un matrimonio forzado, la maternidad forzada, el repudio social y de Estado. Lucía es una ntangan y representa una identidad diversa que el pueblo guineoecuatoriano, hasta hoy, odia y ama a la vez: la española, la ntangan.
[1] La etnia fang es un grupo humano muy extenso asentado en varios países africanos como Camerún, Gabón, Guinea Ecuatorial y otros.
[2] Testimonio prestado por una mujer de ochenta años con la condición de anonimato en el libro pendiente de publicación Mitos sobre la vagina en la etnia fang de Guinea Ecuatorial, de Trifonia Melibea Obono.
[3] El grupo étnico ndowé se caracteriza por su diversidad lingüística y arraigo en muchos países africanos. Está localizado en Gabón, Camerún, Guinea Ecuatorial, etc. La lengua ndowé le atribuye a una persona blanca el nombre “individuo extraño y/o desconocido” o utangani/metangani. El origen del término podría ser el siguiente: moto/mot—persona— y a ngani —extraña/desconocida—.
[4] En la etnia fang el código moral de la mujer castiga el recurso de los derechos humanos para existir. Una mujer que reivindica derechos recibe el reproche “sinvergüenza” o caa osúan, que a su vez se utiliza para insultar y castigar.
[5] Micomeseng, cuyo nombre oficial es Micomiseng por su adaptación a la lengua castellana, es una ciudad situada en la Región Continental de Guinea Ecuatorial.
[6] Las mujeres hablan mucho y mal (Sial Ediciones, 2018), es una obra cuyo título constituye un adagio de la lengua fang, y que deroga el derecho de las mujeres a la libertad de expresión. La autora es Trifonia Melibea Obono.
[7] Juego de tronos: novela de George R. R. Martin. Relata la encarnizada lucha por el poder de diferentes casas nobiliarias para tener el control del Trono de Hierro y gobernar siete reinos. En el caso de Guinea Ecuatorial, un Estado fallido, el poder ejecutivo, desde la independencia, mantiene anulados todos los demás poderes, un proceso basado en la endogamia política y la orientación de los poderes públicos en el único sector del país que aparentemente funciona: el espionaje y la eliminación física y/o psicológica de la disidencia.
Artículo redactado por Trifonia Melibea Obono.