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¿Qué espera África de la COP 27?

¿Qué espera África de la COP 27?
África espera mucho de esta cumbre ya que el continente pierde cada año entre un 5 y un 15% de su Producto Interior Bruto debido a los impactos del cambio climático, y la población está sufriendo directamente las consecuencias del mismo.
África espera mucho de esta cumbre ya que el continente pierde cada año entre un 5 y un 15% de su Producto Interior Bruto debido a los impactos del cambio climático, y la población está sufriendo directamente las consecuencias del mismo.

Aurora Moreno Alcojor

Africanista

En estos días se está celebrando en Egipto, en la ciudad de Sharm El-Sheikh, la 27 Edición de la Conferencia de las Partes (COP) de Naciones Unidas. Será la segunda vez en la historia en la que el encuentro tiene lugar en el continente africano  y se vislumbra por los países africanos como un momento clave. No en vano, según datos del Banco Africano de Desarrollo, el continente pierde cada año entre un 5 y un 15% de su Producto Interior Bruto debido a los impactos del cambio climático, y la población está sufriendo directamente las consecuencias del mismo.

Así, a pesar de las enormes diferencias en cuanto a tamaño y población -en el continente conviven desde pequeños estados insulares a algunos de los países más poblados del mundo-; nivel de desarrollo económico -34 países se encuentran en la categoría de Países Menos Desarrollado pero otros alcanzan el nivel de renta media-; y contribución al cambio climático -Sudáfrica sola es responsable de buena parte de todas las emisiones del continente debido a su dependencia del carbón y su mayor industrialización-; así como la diversidad de intereses particulares -especialmente por la distancia que separa a países productores o no de energías fósiles-, África ha hecho un esfuerzo a lo largo de los últimos años por presentar una posición común en relación al cambio climático. No es una tarea fácil pues además de los intereses particulares de cada estado, en ocasiones también entran en la ecuación los acuerdos y/o presiones de las antiguas metrópolis, y el hecho de que, en general, es complicado influir en las conversaciones puesto que las Conferencias de las Partes (COP), están oficialmente orientadas a buscar acuerdos para reducir las emisiones globales y disminuir la temperatura global, pero no tanto para trabajar por la justicia climática.

Para ello, África ha creado diversas estructuras intercontinentales entre las que destacan el Comité de Jefes de Estado Africanos sobre el Cambio Climático (CAHSC), la Conferencia de Ministros de Medio Ambiente (AMCEM) y el Grupo Africano de Negociadores (AGN), que trabajan desde el nivel más técnico durante las negociaciones. El Grupo Africano de Negociadores, liderado en la actualidad por el zambiano Ephraim Mwepya Shitima, exige pasar de la retórica a la acción, tomando decisiones que permitan la implementación sobre el terreno de soluciones reales para las comunidades que más lo necesitan. Así lo expresaba también el designado presidente de la COP, Sameh Shoukry, ministro de asuntos exteriores de Egipto, señalando que el objetivo final era hacer de esta edición “la COP de la implementación”, tal y como ya se la ha querido bautizar extraoficialmente.

En este contexto es donde se sitúan las principales demandas africanas, entre las cuales podríamos destacar las siguiente: 

  • Implementación del “Mecanismo de Pérdidas y Daños”, algo que estuvo a punto de lograrse en Glasgow (COP 26) pero que finalmente no consiguió cerrarse. Se trata de un mecanismo de financiación para apoyar específicamente a aquellos países y comunidades más vulnerables, y es una cuestión sobre la que se debate desde las primeras Conferencias de las Partes, en los años 90, pero sobre la que existen controversias respecto a la financiación a los casos que estarían incluidos dentro de este concepto. Tal y como señalaba la ministra sudafricana de Medio Ambiente, Barbara Creec, en una entrevista reciente, esta COP debe ofrecer una verdadera respuesta y “ofrecer una transición justa y equitativa, centrada en las personas (…) Durante demasiado tiempo, estos asuntos, que son de importancia crítica para África, se han visto solo como secundarios, debido al enfoque centrado en la mitigación por parte de los países desarrollados”.
  • Una transición energética que no sea (solo) rápida, sino también justa: En un momento en el que la mitad de la población africana no tiene acceso a energía eléctrica (se calcula que unos 600 millones de personas carecen de ella), “limitar las opciones energéticas del continente insistiendo en una transición energética rápida carecería de un sentido moral y económico de la equidad y la justicia”, escribía recientemente Sixbert S. Mwanga, director ejecutivo de la Climate Action Network Tanzania.Los dirigentes del continente tienen claro que han de priorizar el derecho de su población a disponer de electricidad y energía suficientes, y así lo han puesto de manifiesto en numerosas ocasiones. Su postura es clara al respecto. Además, esto sucede en un momento en el que por todo el continente se están descubriendo nuevos yacimientos de recursos naturales -especialmente gas, con enormes reservas en Mozambique, Mali, Senegal, Tanzania, Sudáfrica…- y en el que Europa ha puesto sus ojos en África como proveedor de este recurso, después de considerarlo como una “energía verde”, a pesar de su objetivo declarado de convertirse en un continente climáticamente neutro para 2050.
  • Énfasis en los procesos de adaptación, no sólo mitigación: En los últimos años, la financiación recibida por África para reducir las emisiones de efecto invernadero (mitigación) ha sido de casi el doble que la destinada a la adaptación, lo que da buena cuenta de dónde se está poniendo el foco cuando se habla de cambio climático. Esto supone que muchas poblaciones se enfrenten prácticamente solas a los impactos del calentamiento global, en una situación en la que las condiciones estructurales (dependencia de las lluvias para la agricultura; pesca de subsistencia; urbanización desordenada) los hace especialmente vulnerables. Para evitar esto es necesario trabajar en aspectos como el establecimiento de sistemas de alerta temprana, investigación para aumentar el conocimiento, agricultura más resiliente, protocolos de emergencia, capacitación de las poblaciones, restauración de ecosistemas, etc. Y es aquí precisamente donde el continente africano quiere poner el énfasis, exigiendo financiación para poder implantar estas medidas. Esta financiación se concreta en el Programa de Aceleración de la Adaptación Africana , que tiene como objetivo movilizar 25.000 millones de dólares para la adaptación en el continente en los próximos cinco años.
  • Avance en los Partenariados para la Transición Justa: Durante la pasada COP, celebrada en Glasgow, Sudáfrica consiguió un histórico acuerdo con los gobiernos de Francia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europa para financiar su descarbonización y apoyar a las poblaciones que se verán más perjudicadas por el cambio de modelo. El objetivo ahora es que otros países logren acuerdos similares para poder avanzar en su propia transición energética sin dejar atrás a la ciudadanía más vulnerable. 

La verdadera fuerza negociadora y la consistencia de este grupo Africano, así como del llamado Grupo de los 77, del que forman parte, se verán en las próximas semanas. El contexto es complicado, pues desde el histórico Acuerdo de París (2015), las últimas reuniones de la COP no han ofrecido grandes avances, y la situación geopolítica actual, con los ojos de Europa puestos en el conflicto de Ucrania y los precios de la energía y los alimentos por las nubes, no auguran grandes expectativas. Sin embargo, si finalmente se aprueba el mecanismo de Compensación de Daños y pérdidas y se pone el énfasis en las medidas de adaptación, se podrá decir que esta edición de la COP habrá dado un paso importante en la dirección adecuada para empezar a trabajar por una verdadera justicia climática.

Artículo redactado por Aurora Moreno Alcojor.

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