Según un reciente artículo del Financial Times (Ethiopia seizes Crown as the fastest-growing country in the 2010s), que analizaba la década pasada, el importante crecimiento económico y el desarrollo interno de Etiopía ha inspirado a todo el continente africano. Su objetivo de centrarse en la inversión productiva, la industrialización y la educación sigue generando empleo y crecimiento económico y, en lo que a ello se refiere, en este artículo observaré el incipiente impacto de la inversión extranjera en toda África y consideraré las oportunidades y los retos que tiene el continente ante sí.
Un haz de luz para África
Al final de la década pasada, Etiopía, con sus 112 millones de habitantes, era uno de los muchos países que encabezaban la lista del crecimiento económico: su PIB había aumentado un 146,7% desde 2009 y, la equidad del poder adquisitivo per cápita, un 149%. Según los Indicadores del Desarrollo Mundial, el crecimiento económico de Etiopía se ha situado en una media del 10,5% desde 2004, el doble del promedio africano, mientras que la esperanza de vida en el país aumentó de 44 a 66 años entre 1990 y 2016, también el doble de la media del continente.
A diferencia de otros países, el desarrollo de Etiopía ha sido impulsado por el mismo país, sin las ventajas de tener recursos naturales como petróleo o minerales y, por consiguiente, se ha centrado en el desarrollo de la capacidad productiva y la atracción de inversiones productivas mediante la construcción de infraestructuras físicas y el desarrollo del capital humano, sobre todo en la formación profesional y la transformación del sistema universitario.
Hacia la inversión en el sector de la manufacturación
En 2010, Etiopía centró su atención en la atracción de la inversión extranjera directa (IED) en el sector productivo, en particular, en el manufacturero, a través de la promoción de sectores y empresas específicos y de mantener una estrecha colaboración con los inversores. Cuatro quintas partes de las entradas de IED en Etiopía en los últimos años se han destinado a la industria manufacturera, lo que indica que la estrategia del Gobierno de trasladar la inversión a los sectores productivos está dando sus frutos.
La IED en el sector manufacturero también se destina a la ampliación del sector de las exportaciones para hacer frente a las limitaciones de la balanza de pagos, pues un reto importante para los responsables políticos es saber cómo mantener el ritmo de beneficios de dos dígitos y, al mismo tiempo, crear empleo de calidad, ampliar el sector de las exportaciones, resolver la limitación de la balanza de pagos, construir una base sólida de fabricación y transformar el sector agrícola.
Etiopía ha construido polígonos industriales de clase mundial para atraer a los inversores, facilitar la transferencia de conocimientos técnicos y especializados y promover los vínculos y la sostenibilidad ambiental y, gracias a todo ello, el país cuadruplicó la IED entre 2012 y 2017. La participación de Etiopía en las entradas de IED en África oriental aumentó del 10% a cerca del 50% y las entradas en el resto del continente del 1% al 10%.
-Para muchos inversores extranjeros, la principal razón para invertir en Etiopía, un país sin litoral, ha sido el compromiso del Gobierno de apoyar a los inversores y participar en el diálogo-
Como vemos, atraer IED selectiva y productiva es esencial para crear puestos de trabajo, ampliar la base de conocimientos especializados de la mano de obra industrial local, motivar a las empresas nacionales y compartir los conocimientos de gestión.
Las tres formas de atraer IED productiva
Los resultados económicos de África desde 2000 han mejorado considerablemente tras el lento crecimiento de las décadas de 1980 y 1990, período asociado a las prescripciones del Consenso de Washington para la liberalización económica. Aunque no es comparable con el avance de Asia, la tasa media anual de crecimiento del PIB de África en los últimos 20 años ha sido del 4,6%, pero el problema es que el crecimiento ha sido desigual entre los países africanos (ver mi próximo libro sobre Desarrollo Económico Africano: Evidence, Theory and Policy con Cramer y Sender).
El rápido e inspirador crecimiento de Etiopía augura el brillante futuro de todo el continente. En un momento de lento crecimiento económico mundial, los encargados de legislar en África deben centrarse en fomentar la capacidad de producción del continente y atraer la IED productiva de las siguientes tres formas:
1. Facilitar las condiciones necesarias para la inversión productiva: aunque mejorar el clima empresarial es esencial, no es suficiente, ya que la inversión productiva requiere personal capacitado, infraestructura energética e inversión en conectividad eficiente.
2. Evitar centrarse únicamente en los inversores extranjeros genéricos: está demostrado que los resultados de la IED en materia de crecimiento para los países receptores son desiguales, y que algunos de ellos son simplemente “fantasmas”, en lugar de inversiones reales de capital y materiales. Los gobiernos africanos deberían identificar sus sectores prioritarios y las fuentes más prometedoras de IED de mejor calidad y dirigirse a empresas seleccionadas. Además, deberían crear una institución adecuada para actuar como ventanilla única de inversión, proporcionar mejores mecanismos de coordinación y crear los diversos conocimientos especializados necesarios para atraer, facilitar y retener la IED específica porque, sin estas reformas esenciales, no puede haber mejoras en los resultados de la promoción de las inversiones.
3. Crear bolsas de excelencia y un ecosistema industrial: es necesario construir y ampliar los polígonos industriales. Lamentablemente, incluso los legisladores malinterpretan, a menudo, las funciones de los polígonos industriales y exigen un enfoque estratégico vinculado a la creación de un ecosistema productivo más amplio. Sin embargo, el enfoque de Etiopía para construir un ecosistema industrial se ha basado aprender de otros y buscar soluciones únicas a los diversos desafíos y limitaciones que se presenten.
La misión y los retos futuros
Muchos países han animado a sus empresas a invertir en África, pero no han tenido mucho éxito. El paradigma convencional de las economías avanzadas (como las de los países europeos) debe cambiar del típico modelo “contribuyente-receptor” a una nueva generación de crecimiento que impulse la transformación económica de África y, para ello, la atención debe centrarse en la expansión del comercio, la inversión productiva, la financiación de la infraestructura y la colaboración para crear capital humano.
Por ejemplo, en los últimos años, la Ayuda Oficial al Desarrollo del Reino Unido se ha centrado cada vez más en apoyar la industrialización de Etiopía y, ahora, el Gobierno del Reino Unido está organizando la Cumbre de Inversiones del Reino Unido en África para estimular el flujo de inversiones productivas. No obstante, también hay que señalar que todos estos esfuerzos no son suficiente y solo pueden tener éxito cuando un Gobierno comprometido con el rápido crecimiento económico y la transformación económica está desempeñando un papel clave en el desarrollo (véase mi próximo libro: The Oxford Handbook of Industrial Policy). Hay que implicarse más para que la iniciativa de crecimiento y la dinámica de muchos países africanos se infundan.
Lo que África necesita no son países depredadores, sino gobiernos que se comprometan con el progreso económico, que sean capaces de establecer políticas que beneficien a los africanos y que apoyen iniciativas del sector privado y otros grupos sociales. Los gobiernos que promueven el desarrollo económico prestan un apoyo más firme al sector privado, generan nuevas oportunidades de inversión y mejoran los medios de vida de su población. Es una lástima que la fórmula más moderna de nuestra época se haya centrado en predicar un Gobierno disfuncional o inactivo en lugar de un Gobierno proactivo que defienda la transformación económica.
Otro aspecto crítico es que África tiene que seguir colaborando con sus socios tradicionales (el Oeste y el Norte), pero también necesita nuevos socios del Este y del Sur. Los vínculos económicos entre África y China son un buen ejemplo de cómo los países africanos pueden generar beneficios para todos, sobre todo cuando se trata de atraer inversiones productivas, comercio, infraestructura de financiación y capital humano. Esto debería inducir a otros países a desarrollar vínculos con los intereses de África, sin verse gobernados por la precondicionalidad, sino basándose en los valores de respeto mutuo y no injerencia en los asuntos internos de otros, ya que esto ayudaría a construir una África más próspera y a convertir los próximos diez años en la década de la transformación económica del continente.
Arkebe Oqubay es ministro senior y asesor especial del primer ministro de Etiopía. Ha estado en el centro de la formulación de políticas en Etiopía durante más de 25 años y es ex alcalde de su capital, Addis Abeba.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en el think tank Overseas Development Institute y ha sido traducido al español por Carolina Díaz