Por Carlos Bajo. Hace unas semanas uno de los omnipresentes tertulianos decía con desdén en un plató de televisión: «España no es Burkina». El «argumento» formado por «España no es» + el nombre de un país africano, es recurrente en ciertos círculos y además es tan evidente en el texto como poco riguroso en el contexto. «España no es Burkina» pone de manifiesto cómo esta fórmula se utiliza simplemente como apelación a los estereotipos. Da la impresión de que el opinador no hacía referencia a la Burkina que hace casi dos años desalojó en un levantamiento popular al dictador que durante 27 años se había aferrado al sillón presidencial. Tampoco se refería, seguramente, a la Burkina que menos de un año después salió a la calle a pecho descubierto para oponerse a un golpe de Estado con el que militares próximos al antiguo régimen pretendían truncar la transición. Evidentemente, no pretendía representar a la Burkina que después de estos dos levantamientos ciudadanos salió a barrer y limpiar de las calles los restos de los disturbios en un alarde de civismo. Probablemente, no hacía referencia a la Burkina que dio una lección de democracia organizando unas elecciones en menos de dos meses y no tuvo problema en nombrar a un presidente que había sido uno de los delfines del antiguo dictador, solo porque fue la voluntad de las urnas.

Seguramente si hubiese hecho referencia a esta Burkina de la realidad, el tertuliano se habría ahorrado el menosprecio y, por eso, todo hace pensar que se refería a una idea mucho más simple. Aparentemente, con la mención del país africano solo pretendía apelar a la imagen que se activa en las mentes de la mayoría de los espectadores: la de un lugar remoto, pobre, desorganizado, que merece condescendencia y conmiseración, pero no admiración. Esa imagen estereotipada (y poco informada) es, en gran medida, responsabilidad de la infrarrepresentación del continente africano en los medios españoles. Más allá de la actividad de un grupo de periodistas que supone una más que honrosa y muy meritoria excepción, los medios no atienden a la actualidad africana y, cuando lo hacen, a menudo, como en el caso del mencionado tertuliano, alimentan las imágenes construidas con el trazo grueso del estereotipo.

Modificar estas imágenes deformadas de África, de cada uno de los países del continente y de los propios africanos es una labor titánica. Pero si hay un aliado privilegiado en esta tarea son los medios sociales. En lo que se refiere a la proyección más allá del continente, las audiencias tienen ahora mismo la posibilidad de tener información de primera mano, incluso, sin pasar por los medios de masas. Pero es que además estos blogs, estas redes sociales han demostrado mucha más capacidad para influir en la prensa internacional, de la que habían tenido hasta ahora los medios convencionales. Y, en otra dimensión, en el ámbito interno, estas mismas redes sociales, estos mismos blogs se han destapado como valiosos socios de los procesos de democratización, de transparencia o de participación social y política. Tradicionalmente, la radio ha sido el medio más exitoso en el continente africano y en términos generales lo sigue siendo. La diferencia fundamental es que los poderes se centraron en controlar, en un primer momento, la prensa y la televisión. Pero en los últimos procesos de censura se ha visto cómo las radios, incluso las comunitarias, se han convertido en objetivo de quienes no quieren que se informe. Cuando esto ha ocurrido, cuando la prensa ha sido controlada y las radios, silenciadas, solo han quedado los medios sociales para dar testimonio y sus usuarios han demostrado una esperanzadora capacidad para burlar la censura y narrar en primera persona las realidades del continente.

Nacido en Pamplona en 1978, Carlos Bajo es licenciado en Ciencias de la Información, postgraduado en Comunicación de los conflictos y de la paz y máster en Culturas y Desarrollo en África. Llegó al periodismo por el gusto de contar historias y encontró en las sociedades africanas una fuente de inspiración, de motivación y, sobre todo, de aprendizaje. Le gustaría poder compartir todos esos estímulos constructivos con los que se encuentra, fundamentalmente, en el ámbito del uso de las TIC para el cambio social. Para ello se sirve de la comunicación para ONG, de la investigación social y de la publicación en medios de comunicación. Pero el gusto por las historias no se agota en la narración sino que afecta también a su lectura. Como salida a esta pasión se involucró desde el principio en el proyecto Wiriko de difusión de las artes y las culturas africanas, como responsable de la sección de Letras Africanas.

[box]Carlos Bajo participará en el I Encuentro de Periodistas África-España, organizado por Casa África y que se celebra el próximo 4 de octubre en Madrid.

Este artículo forma parte de una serie en torno a la comunicación y la información sobre África en España y sobre el panorama periodístico en el continente. Consulta los artículos aquí.[/box]