El continente africano, tan cercano geográficamente, resulta ser un gran desconocido para la mayoría de nosotros. Sabemos de él por las sobrecogedoras imágenes que aparecen en los medios de comunicación con motivo de desastres, guerras, hambre y enfermedades. En los últimos años nos hemos familiarizado con el término subsahariano, debido a la llegada a España de inmigrantes procedentes de alguno de los países situados al sur del Sahara, pero poco más conocemos. A pesar de encontrarnos inmersos en un mundo interconectado por las tecnologías de la comunicación, seguimos recibiendo una información sesgada, asumiendo que tanta desgracia obedece a un atraso cultural de origen ancestral y, no en pocos casos, percibiendo a la población africana como única responsable.
El texto al que hace referencia este post es una propuesta de reflexión sobre esta visión estereotipada. Poco más de un párrafo al inicio de este ensayo ha bastado para dejarnos intuir la rica trayectoria precolonial de los pueblos africanos, una historia dinámica que desmonta su concepción como sociedades desvalidas o sumisas: relaciones comerciales, estructuras sociales y de gobierno, jerarquías… En suma, la existencia de una realidad propia antes de que los conociéramos como gentes colonizadas.
No obstante, el objeto central del ensayo y la principal propuesta de reflexión crítica gira en torno a la cuestión del Desarrollo. La idea de la pertinencia de un texto breve y sencillo sobre esta temática surgió al constatar la frecuencia y naturalidad con la que, no solo los medios de comunicación o la gente “de la calle”, sino también estudiantes de disciplinas pertenecientes a las Ciencias Sociales se refieren a los países africanos con calificativos como “subdesarrollados” y “tercermundistas”, y el propósito no es otro que aportar elementos de análisis básicos, pero necesarios, para que el uso de estos términos se realice de forma consciente y desde el conocimiento sobre cómo y por qué los hemos incorporado a nuestro vocabulario.
Así pues, contribuir a la construcción de un nuevo imaginario colectivo acerca de las nociones de desarrollo y subdesarrollo –o, expresado de otro modo, a la deconstrucción del imaginario existente– especialmente entre las mentes jóvenes, es una de las motivaciones de este trabajo.
A través de estas nociones se revela la relación del continente africano con el mundo “civilizado” a lo largo de los últimos sesenta años, y a través de sus prácticas podemos comprobar que ninguno de los acontecimientos protagonizados por Occidente le ha sido ajeno, aún más, que ha sido el rumbo tomado por la política, las ideologías y la economía de las potencias mundiales, el que ha marcado impunemente el presente de la población africana. No queremos negar la repercusión positiva en la población de acciones locales concretas a través de proyectos, pero ello no impide cuestionar el desarrollo, en tanto sustento de un modelo económico y su perspectiva de pensamiento asociada –uno y otra de origen occidental– y como estrategia para la dominación mediante la erradicación de toda herencia cultural propia.
Entre referencias teóricas y experiencias reales de los pueblos africanos, se deja ver el modo en que las políticas desarrollistas incidieron negativamente en su economía de subsistencia –lo que equivale a decir en su autosuficiencia– o en el rol y estatus de las mujeres. Al destacar la activa participación social y política de éstas, estamos cuestionando también posturas proteccionistas hacia seres que solamente imaginamos sumidos en problemas y sin ninguna capacidad de acción. La apropiación de sus valiosos recursos naturales por parte del gran capital internacional es otra cuestión que se deja abierta para la indagación por parte de quienes quieran cuestionarse las razones de tanto conflicto interno devastador.
Quizás ahora, cuando las consecuencias de un capitalismo salvaje nos afectan directamente haciéndonos sentir vulnerables, impotentes y colonizados por fuerzas extrañas, cuando hemos tomado conciencia del daño ecológico y ambiental causado por un crecimiento económico ilimitado, podamos aproximarnos a las posturas críticas al desarrollo y empezar a pensar en modos de vida alternativos, en sistemas productivos no depredadores de la naturaleza, en la riqueza que para la humanidad representa la diversidad cultural y la coexistencia de distintos modelos sociales. Sobre esto trata la última parte del texto dedicada al postdesarrollo, un tiempo aún por llegar que cada vez más voces reclaman y que algunas comunidades ya anticipan con prácticas y discursos diferentes.
[box]Ana Sánchez Alías es diplomada en Trabajo Social y Máster Universitario en Estudios Migratorios, Desarrollo e Intervención Social, perteneciente al Programa de Doctorado en Ciencias Sociales Aplicadas de la Universidad de Granada. Además, es la autora del ensayo Modernidad y desarrollo en África Subsahariana. Un acercamiento al continente africano, que puedes consultar y leer en Kuwamba, la mediateca online de Casa África. [/box]
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