«Debemos garantizar la igualdad de derecho de las personas con discapacidad al acceso a atención sanitaria y procedimientos médicos durante la pandemia”, dijo el Secretario General de la ONU, António Guterres en la presentación de Policy Brief on Persons with Disability and COVID-19 el 6 de mayo de 2020. Pero esto no parece ser aplicable al gobierno nigeriano en lo que respecta a personas con discapacidad (PCD) y sus medidas contra el COVID-19.
Por Adie Vanessa Offiong.
Diana Emmanuel (39) es una estudiante de segundo año de la Facultad de TV de la Autoridad Nigeriana de Televisión de Jos, estado de Plateau, en el centro de Nigeria.
Ella no considera que, por el hecho de estar incapacitada y depender de una silla de ruedas para moverse, su vida deba quedar en suspenso o deba acabar mendigando en la calle. “Decidí acceder a una educación y ganarme la vida para pagar mis facturas y hacerme cargo de mí misma. Con pequeños negocios de vez en cuando, compré un rickshaw a plazos y lo alquilé para transporte comercial a un conductor”, dijo.
Con los N9,000 ($ 23,51) de ingreso semanal de su negocio, pagaba el alquiler de su vivienda, los gastos académicos, la medicación y otras necesidades. Sin embargo, justo antes del inicio del confinamiento por COVID-19 en Nigeria, el conductor le informó de que había sido robado.
Dos meses después, Diana todavía está devastada por la noticia, ya que las imprevistas dificultades de la pandemia la han hecho aún más consciente de la utilidad del ingreso del rickshaw. Dijo: “ha sido realmente difícil, especialmente porque no soy asalariada y no tengo ninguna otra fuente de ingresos”. «Ni siquiera puedes llamar a alguien para que te ayude, porque las consecuencias del confinamiento han afectado a todo el mundo. Todo el mundo está en quiebra, así que no hay nadie en posición de ayudar».
La pandemia plantea un desafío similar para Yusuf Lawan, que se encuentra en el estado nororiental de Nigeria, Gombe. Lawan, un estudiante de cuarto de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Gombe, se enfrenta a los desafíos de ser una persona sorda y mantener a su familia. Lana dijo: “Trabajé como obrero en la construcción para mantener a mi mujer, mis tres hijos y mi formación. Pero debido al confinamiento, ya no he trabajado. Las obras están paradas.” “Antes del confinamiento recibía un salario diario con el que ahorraba para escribir e imprimir mi trabajo de fin de grado. Tengo los apartados del trabajo escritos a mano, pero no puedo presentar ni siquiera el primero a mi supervisor, porque deben mecanografiarse primero ”.
Desde el confinamiento, las personas con discapacidad se han enfrentado a un nuevo tipo de desafío, y a alguno que no previeron. Ahora que ya está aquí, encontrar una solución no es tarea fácil. Especialmente porque tienen que hacerlo todo por sí mismos, “sin la ayuda del gobierno por el que votamos”, dijo Lawan, quien agregó que “incluso en situación de normalidad, rara vez recibíamos ayuda del gobierno”.
Lawan, también Secretario General de la Asociación de Sordos del Estado de Gombe, dijo: “En muy contadas ocasiones, el gobierno estatal nos ha ofrecido ayudas en los gastos de matriculación escolares, pero nada por parte del Gobierno Federal, ni siquiera durante la pandemia”.
Constitución versus Realidad
En el Spartado 2 de la Sección 42 de la Constitución de Nigeria se establece que “Ningún ciudadano de Nigeria será sometido a ninguna desventaja o privación meramente por sus condiciones de nacimiento”.
También, la Parte V del Apartado 1, de la Sección 21 de la Ley de Discriminación Contra las Personas con Discapacidad (Prohibición) de 2018 establece que «el Gobierno garantizará que las personas con discapacidad tengan libre acceso a una atención médica adecuada, sin discriminación en base a su discapacidad”.
Bar Catherine Edeh, Vicepresidenta de la Asociación de Abogados con Discapacidades y Directora Ejecutiva de la Iniciativa Voz de la Discapacidad, dijo, «el gobierno federal no ha hecho lo suficiente para garantizar que las personas con discapacidad tengan libre acceso a una atención médica adecuada sin discriminación en base a su discapacidad “. Edeh, que es sorda, señaló que, en el Grupo de Trabajo Presidencial sobre el COVID-19 y en el equipo del NCDC, no hay un intérprete de lenguaje de signos entre quienes realizan el rastreo de contactos.
Ella contó como ejemplo su propia experiencia. “Me puse muy enferma en febrero por comer anacardos, que no sabía que habían sido tratados con productos químicos para su conservación. Como resultado, sufrí molestas llagas en la boca y
lengua, problemas graves de garganta, presión en el pecho, problemas estomacales, náuseas y vómitos, mareos, dolor de cabeza y fiebre”.
Entró en pánico, porque fue al mismo tiempo que el Territorio de Capital Federal (TCF) de Nigeria anunciaba su primer caso de COVID-19, seguido de la orden de quedarse en casa.
“Me puse en contacto con el NCDC para que me hicieran el test a través de los números que el NCDC distribuyó ampliamente por SMS y WhatsApp, en vano, durante días. Después de varios intentos, y conociendo a alguien que conocía a alguien, un equipo vino a hacerme la prueba. Sin embargo, era imposible comunicarse porque no había intérprete. Simplemente recogieron mi muestra y se fueron”.
Con no menos de un 70 por ciento de los sordos de Nigeria incapaces de expresarse oralmente, Edeh, ahora completamente recuperada, reza de todo corazón por que no caigan en ninguna situación desesperada como le ocurrió a ella.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, parecía estar hablando directamente de la situación de Nigeria cuando dijo: «Incluso en circunstancias normales, las personas con discapacidad tienen menor probabilidad de acceder a educación, atención médica y oportunidades de ingresos o de participar en la comunidad”.
Dijo que tienen más probabilidades de vivir en la pobreza y que experimentan mayores índices de violencia, negligencia y abuso. Guterres, que habló durante la presentación de Policy Brief on Persons with Disabilities and COVID-19, dijo: «La pandemia está intensificando estas desigualdades y provocando nuevas amenazas». Así es como afirmó que están «entre los más afectados por el COVID-19».
Reiterando algunos de los problemas de los que se quejan las personas con discapacidad en Nigeria, Guterres afirmó: «Se enfrentan a una falta de información accesible de salud pública, barreras importantes para implementar medidas básicas de higiene e instalaciones sanitarias inaccesibles”.
La preocupación de Edeh por las personas con discapacidad de Nigeria está en sintonía con el jefe de la ONU, que dijo: «Si contraen el COVID-19, es más probable que muchos desarrollen problemas de salud graves, que pueden derivar en la muerte”.
Para Rafat Salami, el desafío es harina de otro costal cuando se trata del cuidado de un hijo de 15 años, Ahmed. Una ictericia neonatal mal controlada dejó a Ahmed con un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), parálisis cerebral leve y discapacidad intelectual.
Rafat, periodista con sede en el TCF, dijo, “puesto que queremos maximizar todo aquello que ayude a que su cerebro se desarrolle, sigue una dieta especial. Hace fisioterapia para mejorar la parálisis cerebral y poder hacer mejor uso de su tono muscular, columna vertebral y motricidad gruesa”. “Asiste a un centro educativo de necesidades especiales porque las escuelas inclusivas son prácticamente inexistentes y no satisfacen su tipo de necesidades. El desafío diario es manejarse entre las tres cosas, para convertirlo en una persona mejor”.
Como resultado de la pandemia, su centro está cerrado, su cuidador residente regresó con su familia y el precio del medicamento más efectivo contra sus crisis aumentó de ₦ 10,000 ($ 26.15) a ₦ 10,200 ($ 26.67).
Lo que más le preocupa a Rafat es que este medicamento importado ahora no está disponible. Con apenas dos semanas de suministro restantes y los vuelos internacionales ahora prohibidos en Nigeria, no sabe cómo obtenerlo, incluso si lo pidiera desde Dubai, donde se recetó originalmente.
¿Cuánto ha intervenido la intervención del gobierno?
Siguiendo las llamadas a la intervención de organizaciones que representan a las personas con discapacidad, el Ministerio Federal de Asuntos Humanitarios de Nigeria y la administración del TCF distribuyeron paliativos.
Estos incluyeron 3.000 paquetes de alimentos, incluida una bolsa de arroz de 5 kg y una bolsa de condimentos. Cada una contenía 3 kg de frijoles, 3 kg de garri, una bolsita de semovita, una bolsita de sal, 10 bolsitas de puré de tomate, cinco bolsitas de aceite Power Oil, 10 cubitos de Maggi y una bolsita de azúcar. Estos paquetes se distribuyeron a personas con discapacidades en los seis consejos regionales de la TCF, con decenas de miles de personas discapacitadas.
Kate, que recibió la distribución por parte del TCF, dijo que no es gran cosa para ninguna PCD que ahora necesite desesperadamente alimentos, ya que el contenido de cada saco paliativo «puede durar un promedio de dos semanas para un solo adulto, y una semana más o menos para una familia de cuatro (marido, mujer y dos hijos).”
«Trabajo, así que no supone un problema para mí. Pero me rompe el corazón por las PCD desempleadas y necesitadas ”.
Según Kate, las personas con discapacidad del TCF pueden considerarse afortunadas, en comparación con las de otros estados, como una persona sorda en Lagos, la capital económica de Nigeria, que tuvo que lamentar que sus medidas paliativas duraran solo de dos a tres días.
Edeh agregó que, “Es desgarrador ser una PCD confinada, hambrienta e indefensa. Algunos estados, mientras distribuyen paliativos a ‘personas menos privilegiadas’, ignoran por completo a las personas con discapacidad, lo que agrava aún más los problemas para estas PCD indefensas”.
Si bien enfatiza que «no podemos permitir que esto continúe», Guterres recomienda una respuesta inclusiva con la discapacidad y la recuperación de todos e insta a que «los gobiernos posicionen a las personas discapacitadas en el centro de las medidas de respuesta y recuperación contra el COVID-19 y a consultar e involucrar a personas con discapacidad”.
“Debemos garantizar la igualdad de derecho de las personas con discapacidad al acceso a atención sanitaria y procedimientos médicos durante la pandemia”. Con suerte, Nigeria atenderá a esta llamada a hacer la vida más cómoda a personas como Diana, Lawan y Ahmed.
Adie Vanessa Offiong es periodista freelance que reside en Abuja (Nigeria) y miembro de WANEL Community of Practice & IHP Correspondent Nigeria. Combina su enfoque de la información sobre la atención de la salud maternoinfantil y personas discapacitadas con un enfoque basado en los datos y las soluciones.