Para que los países en desarrollo tengan un progreso duradero, deben contar con sistemas económicos resistentes a las alteraciones como el cambio climático, los desastres naturales y los conflictos.
Las investigaciones recientes se han centrado en la evaluación de los efectos a largo plazo de estos posibles desordenes económicos y en la forma de mitigarlos. Por ejemplo, varios estudios destacan el hecho de que los desastres naturales y los conflictos violentos tengan efectos a largo plazo en los hogares.
En un estudio reciente analizamos la resistencia de las empresas de Costa de Marfil tras la crisis electoral de 2010-2011. Las compañías desempeñan un papel fundamental en la economía del país. Sólo las pequeñas y medianas empresas emplean a casi la mitad de la población activa y representan alrededor del 20% del PIB marfileño. Sin embargo, pocos estudios han analizado los efectos a medio y largo plazo de los choques adversos en las empresas.
Costa de Marfil sufrió una crisis prolongada cuando el ex presidente, Laurent Gbagbo, se negó a dejar el cargo tras su derrota ante Alassane Ouattara en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2010. Esto dio lugar a una violencia generalizada: se estima que hubo más de 3.000 muertos y 700.000 desplazados. El enfrentamiento político terminó en abril de 2011 cuando las fuerzas militares leales al presidente Ouattara arrestaron a Gbagbo.
En aquel momento las empresas se recuperaron, pero hubo disparidades en la rapidez con la que lo hicieron en función de su tamaño. Por ejemplo, las empresas más capaces de recuperarse tendían a ser las más pequeñas (10 empleados o menos) o las que tenían acceso al crédito.
Después de una conmoción
Aunque la actividad económica puede contraerse tras una conmoción, no desaparece.
Los eventos extremos tienden a estimular el desarrollo de la actividad económica informal. Además, las empresas supervivientes pueden beneficiarse de una afluencia masiva de ayuda exterior (financiera, humana y material) o de la desaparición de la competencia. Los efectos pueden diferenciarse en función de las características específicas de las empresas y de su sector.
A pesar de su brevedad, el conflicto de Costa de Marfil tuvo consecuencias profundas. La actividad económica se vio gravemente perturbada, con un embargo sobre muchas exportaciones, el cierre de bancos y un acceso limitado a determinados bienes, como los medicamentos y los combustibles.
Tras la detención de Gbagbo, los combates se extinguieron rápidamente y la economía pudo recuperarse en los años posteriores a la crisis.
Nuestro estudio incluyó el seguimiento de la actividad de todas las empresas formales en Costa de Marfil (tanto locales como extranjeras) desde dos años antes de la crisis hasta tres años después. Esto nos permitió comprender cómo se recuperaron las empresas de la crisis.
Nuestros resultados muestran que, tres años después de la crisis, las empresas sólo representaban la mitad de sus pérdidas de productividad. Sin embargo, este promedio oculta grandes disparidades individuales.
Hay varias razones por las que las empresas más pequeñas, con menos de 10 empleados, pudieron recuperarse más rápidamente.
En primer lugar, las organizaciones más pequeñas son más flexibles ante un futuro incierto. En segundo lugar, están más orientados hacia los mercados locales, lo que los hace menos sensibles a las perturbaciones de la infraestructura global. Su sistema de gestión también es mucho más sencillo, lo que les permite adaptarse más rápidamente a los cambios del mercado y a los retos logísticos.
Por el contrario, las empresas con inversión extranjera, que tienen una orientación más externa y, por lo tanto, necesitan acceder a los mercados extranjeros (puertos y carreteras), sufrieron más que las empresas locales durante la crisis y después de ella.
Estas empresas se vieron debilitadas por el acceso restringido a los mercados externos, tanto en términos de insumos como de ventas y se vieron especialmente afectadas por el éxodo de trabajadores extranjeros.
Nuestro estudio proporciona otros dos resultados interesantes, relacionados con investigaciones anteriores.
En primer lugar, las empresas que emplean a trabajadores altamente cualificados o que emplean a más ejecutivos se vieron especialmente afectadas. Esto se debe a que muchos trabajadores cualificados proceden de países vecinos o más lejanos, como Francia, y fueron los primeros en huir cuando comenzó la violencia. Muchos, probablemente, nunca volvieron.
El acceso a la financiación es una gran ventaja
Nuestra investigación también destacó la importancia del acceso al capital para ayudar a la recuperación de las empresas.
Las empresas que tenían menos restricciones financieras antes de la crisis se recuperaron con mayor facilidad. Los bancos que sufrieron los efectos de la crisis probablemente favorecieron a sus clientes de más edad en detrimento de otras empresas. Los bancos de Costa de Marfil sufrieron un aumento de la morosidad en 2011, según datos de la comisión bancaria de la Unión Monetaria del África Occidental (UEMOA).
Este resultado confirma también un estudio sobre las empresas de Sri Lanka tras el tsunami de diciembre de 2004, que mostró que la ayuda financiera permitió una recuperación económica más rápida.
Perspectivas útiles
Nuestra investigación arroja luz interesante sobre la construcción de sistemas económicos resistentes. Si bien recurrir a trabajadores y ejecutivos cualificados es crucial para el desarrollo de las empresas, puede ser una fuente de vulnerabilidad cuando se produce una alteración. Las empresas que dependen demasiado de un pequeño número de empleados individuales pueden verse gravemente afectadas por su muerte o fuga.
Por lo tanto, es importante encontrar herramientas para mitigar estas vulnerabilidades mediante el desarrollo de la formación de ejecutivos, ingenieros y técnicos para aumentar la reserva disponible de recursos humanos, y mediante el fomento del retorno y la reconversión de estos trabajadores después de un fenómeno súbito (conflicto o catástrofe natural).
El rápido acceso al capital también es crucial para la recuperación económica. Se pueden desarrollar herramientas de emergencia, como los préstamos de emergencia del FMI, para facilitar la selección de beneficiarios y la concesión de préstamos después de una crisis.
Además, las regulaciones bancarias también pueden ser ajustadas para situaciones extremas. Por ejemplo, podría considerarse una moratoria de los coeficientes de capital para que los bancos puedan seguir financiando la actividad actual.
Por último, parece esencial ampliar esta reflexión más allá del sector bancario (por ejemplo, a las compañías de seguros y de inversión de capital) y utilizar los avances tecnológicos (como la banca móvil y las tecnologías financieras) para movilizar y asignar fondos de manera eficiente y rentable.
Florian Léon, Post doctorado en economía en la Universidad de Luxemburgo, Research Fellow à la Ferdi, AUF (Agence Universitaire de la Francophonie)
Ibrahima Dosso Doctorante, Universidad de Clermont Auvergne
Este artículo fue publicado originariamente en inglés por The Conversation y ha sido traducido al español con la colaboración de Casa África. Traducción realizada por Marta Hidalgo.
La publicación de este artículo se enmarca en el Proyecto CONFIAFRICA, que forma parte del Programa INTERREG MAC 2014-2020 y es cofinanciado por el Fondo de Desarrollo Regional FEDER.