Las funciones de la escritura son numerosas. Se escribe para existir, para comprender, sentir, sobresalir, proyectarse en otras vidas, luchar contra el olvido, ser querido. Y también –por qué no–, para resaltar una identidad y la atadura a un lugar o una cultura. Esta última función es la que persiguen muchísimos escritores, quizás de manera inconsciente. Es el caso de Juan Marsé al describir su Barcelona natal, Antonio Gómez Rufo con su querida Madrid, Donato Ndongo al hablar del África postcolonial y Guinea Ecuatorial, Mía Couto al recoger el sinsentido de la guerra civil en Mozambique, Naguib Mahfuz al relatar la realidad de El Cairo, Ben Okri al describir la magia de su país, e incluso, Gabriel García Márquez con el retrato de ese Caribe exuberante o el célebre poeta afrocubano Nicolás Guillén y su poesía reivindicativa.
Pues bien, los Cuentos históricos del pueblo africano (Editorial Almuzara, 2010) nacen de ese deseo de indagar en unas raíces, de entender y comprender los vínculos que me acercan especialmente a este maravilloso continente que es África. La identidad no solo se limita al lugar en el que hemos nacido –en mi caso, Francia– sino también en los mensajes que nos han transmitido los padres, en lo que leemos en nuestros ratos libres o en la escuela, en cómo nos sentimos, el lugar en el que decidimos emigrar, el trabajo que hacemos y cómo lo hacemos. La identidad no es estática, sino variable y expansible. Se construye, crece y cambia con los años, y en mi caso siempre se ha visto ligada a la presencia deseable de ese continente africano, como una música tenue y voluptuosa en un fondo tranquilo o como el dibujo dejado en el firmamento por centenares y miles de estrellas.
Hijo de padre caribeño y de madre española, he querido dejar el reflejo de esa inquietud en una obra que alía la lengua española con algunos de los momentos históricos y características culturales más importantes del pueblo africano: desde el acceso al poder de Akhenatón en Egipto hasta la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, pasando por las predicciones del gran Chaka Zulú en Sudáfrica o la rebeldía de Menelik ante los colonos italianos. Esta obra es la respuesta directa a preguntas que me atormentaban especialmente cuando reflexionaba sobre la cuestión del pueblo africano en las Antillas. ¿Qué hay más allá de la esclavitud y del colonialismo? ¿Qué ha pasado con la memoria africana? ¿Cómo debo concebir el continente africano desde mi perspectiva europea, pero sin embargo, tan emocional e identitariamente cercana?
En total son 18 los relatos que aparecen en esta obra. Todos, el resultado de una investigación que me ha permitido ver más allá de los simples estereotipos, conceptos errados o simplificaciones. África no sólo es un continente destinado a la resignación o al silencio. La Historia lo demuestra. Es mucho más que eso, y escribiendo cada uno de estos cuentos he logrado sentir y entender la extrema riqueza cultural de un continente complejo, mucho más que el europeo. En efecto, África son mil caras y mil manos. 54 países que se expresan de un modo distinto, que albergan cada uno decenas de etnias y lenguas.
Me es difícil decir cuál de estos cuentos prefiero. Les tengo a todos un cariño especial ya que me han permitido emprender un viaje maravilloso a una zona, una cultura y un tiempo distintos. Sin embargo, quiero señalar al lector interesado por la historia africana el increíble relato de Sundiata Keita, un joven tullido desheredado del trono de su padre que gracias a su empeño y a su astucia logra constituir el gran imperio de Mali, ese imperio que inundará unos años más tarde Arabia con el oro más puro conocido hasta entonces. También cabe subrayar el sueño del africano Abubakari II, que se empeñó en cruzar el océano Atlántico; la inalterable perseverancia de Benkos Biohó, un esclavo africano que consiguió convertirse en un rey en las colonias españolas de América, e incluso la manifestación pacífica y poderosa de Rosa Parks y Martín Luther King en Estados Unidos.
Todos son cuentos que me transformaron. Espero logren contagiar al lector ese amor por el continente africano. Es quizás la manera de emprender ese viaje tan deseado, de acercarse a este pueblo de manera distinta y de considerar África como un tesoro en todos sus aspectos, pero sobre todo desde la perspectiva humana.
Johari Gautier Carmona (1979) es un narrador español nacido en París (Francia) que reside actualmente en Barcelona. Miembro del Centro de Estudios Africanos, es un amante de las experiencias culturales y ferviente defensor de la dignidad africana (la cual considera un elemento fundamental de su identidad). La escritura representa, para él, un modo de conciliar la riqueza de sus raíces caribeñas y españolas. Autor de la novela El Rey del mambo (Ediciones Irreverentes, 2009) también ha publicado cuentos de ficción en antologías como Qué me estás contando, de la Editorial Hijos del Hule, e Historias Verdaderas, de Silva Editorial. Es el ganador del premio «Relatos de viaje de 2007», organizado por Ediciones del viento y vagamundos.net, entre otros.
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Un comentario
Algunas eran adaptaciones de cuentos clásicos de la literatura universal.